La guerra de las vacunas: ¿Está Robert F. Kennedy Jr. redefiniendo la ciencia o socavando la salud pública?

La controvertida reestructuración del Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización en EE.UU. bajo la dirección de Kennedy genera preocupaciones entre médicos, científicos y entidades de salud

Una sacudida en la política de vacunación estadounidense

El nombramiento de Robert F. Kennedy Jr. como Secretario de Salud de Estados Unidos sacudió desde el principio las estructuras tradicionales del sistema de salud pública del país. Conocido por su activismo contra las vacunas, Kennedy ha pasado de ser una figura marginal en la esfera científica a ocupar uno de los cargos más influyentes en la toma de decisiones sanitarias. Y no ha tardado en dejar su huella: despidió a todos los miembros del Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP) y los reemplazó por un nuevo grupo reducido de siete miembros que incluye varias voces escépticas sobre las vacunas.

Esta medida provocó una fuerte respuesta de la comunidad médica. “Estamos profundamente preocupados por la dirección ideológica que este comité pueda tomar”, declaró Chrissie Juliano, directora ejecutiva de la Big Cities Health Coalition, una asociación que representa departamentos de salud de grandes ciudades.

Thimerosal: ciencia vs. percepción

Uno de los puntos más polémicos en la agenda del nuevo ACIP es la reevaluación del timerosal, un conservante que contiene etilmercurio y que ha sido utilizado en vacunas desde la década de 1930 para prevenir la contaminación bacteriana en viales multidosis. A pesar de que múltiples estudios han demostrado que el timerosal no está vinculado al autismo ni a ningún trastorno neurológico, Kennedy ha sostenido durante dos décadas lo contrario, acusando incluso al gobierno de encubrir riesgos potenciales.

Vale aclarar que desde 2001, todas las vacunas recomendadas de forma rutinaria para niños menores de 6 años en EE.UU. han estado libres de timerosal o contienen solo trazas. Según datos de los CDC, el 96% de las vacunas contra la gripe aplicadas en la temporada pasada no contenían timerosal y, en programas financiados por el gobierno federal, esa cifra fue aún mayor.

“Este es un tema cerrado desde el punto de vista científico”, dijo el Dr. Sean O'Leary de la Academia Americana de Pediatría. “Volver a discutirlo solo sembrará dudas injustificadas entre los padres”.

La “acumulación” de vacunas infantiles bajo la lupa

Durante su primera intervención como presidente del nuevo ACIP, el epidemiólogo Dr. Martin Kulldorff anunció la creación de un grupo de trabajo que revisará el efecto acumulativo de las vacunas en la infancia. Incluyó también en la revisión dos vacunas que han sido fundamentales: la que protege contra la hepatitis B y la combinación triple vírica MMR (sarampión, paperas y rubéola) junto con la varicela.

Este enfoque ha sido criticado por replicar argumentos comunes dentro del movimiento antivacunas, como que el sistema inmunológico de los niños se ve abrumado por demasiadas inmunizaciones. Sin embargo, expertos como el Dr. Paul Offit, del Hospital Infantil de Filadelfia, explican que estas preocupaciones no tienen base científica.

“Los niños hoy están expuestos a menos antígenos que en generaciones pasadas, a pesar de que reciben más vacunas”, afirma Offit. Esto se debe a avances en la tecnología de las vacunas, que han permitido formulaciones más precisas y seguras.

Cambios con consecuencias reales

Las recomendaciones del ACIP no son decisiones simbólicas; tienen un impacto directo en la disponibilidad de las vacunas, su cobertura por los seguros de salud y su inclusión en los programas de salud pública. Es por eso que el reciente distanciamiento de organizaciones como la Academia Americana de Pediatría (AAP) del ACIP actual ha generado inquietud.

“Continuaremos publicando nuestro propio calendario de vacunación, ahora de forma independiente del ACIP, pues hemos perdido la confianza en el proceso actual” anunció Dr. Sean O’Leary de la AAP.

Este divorcio institucional marca un punto de inflexión en la historia moderna de la salud pública en EE. UU. y puede derivar en agendas sanitarias paralelas, lo que pondría en entredicho la cohesión del sistema nacional de vacunación.

RSV y el vuelco hacia nuevas terapias

En paralelo, el comité también abordó la posibilidad de recomendar una nueva versión de anticuerpo monoclonal para proteger a recién nacidos de la infección por virus respiratorio sincitial (RSV). Esta medida ampliamente respaldada por evidencia científica ha mostrado ser eficaz en prevenir hospitalizaciones de bebés.

Los resultados de la temporada pasada fueron alentadores: la terapia fue entre un 63% y un 76% eficaz para evitar visitas de emergencia en recién nacidos. “Es un logro espectacular”, destacó el Dr. Cody Meissner, del Dartmouth College.

La votación sobre esta inmunización fue pospuesta, pero el solo hecho de que se mantenga en agenda da una señal mixta: mientras se abren revisiones a elementos científicos ya zanjados, también se valida la investigación más reciente.

COVID-19: otro frente en disputa

A pesar de la evidencia acumulada durante años, el presidente del comité anunció que las vacunas contra COVID-19 ya no serán recomendadas para niños sanos ni mujeres embarazadas. Según el CDC, esta decisión contradice lo que los datos muestran: la mayoría de hospitalizados durante la última temporada por COVID-19 eran personas sin vacunar, entre ellos muchos niños menores de 2 años.

Desde el inicio de la pandemia, el virus ha causado entre 32.000 y 51.000 muertes anuales en Estados Unidos, y más de 250.000 hospitalizaciones desde el otoño pasado. Particularmente vulnerables son los recién nacidos, quienes podrían haber estado protegidos si sus madres se hubieran inmunizado durante el embarazo.

Una narrativa en disputa

Si bien es legítimo revisar políticas de salud pública a través de la evidencia científica más reciente, muchos expertos ven con preocupación que los nuevos miembros del ACIP estén proponiendo una relectura ideológica de la inmunización infantil y agregando incertidumbre a un sistema que necesita confianza y coherencia para funcionar.

“El relato de que las políticas actuales de vacunación están fallidas es simplemente una distorsión”, sentenció el Dr. O’Leary. “Las vacunas han salvado millones de vidas y evitado billones de dólares en costos sanitarios”.

En vez de enfocarse exclusivamente en las nuevas terapias como el anticuerpo contra RSV, el nuevo comité parece obsesionado con revisar vacunas ya consolidadas y debatir aspectos como el timerosal pese al consenso científico, lo que podría resultar en retrocesos en la salud pública.

¿A dónde va el comité ACIP?

Con una estructura debilitada tras las renuncias de varios expertos del CDC que formaban parte del equipo encargado de monitorear la seguridad y efectividad de las vacunas, y con decisiones que podrían entorpecer el acceso a vacunas esenciales a millones de personas, el nuevo ACIP genera más preguntas que respuestas.

La pandemia demostró el valor crucial de una política sanitaria basada en datos. La continuidad, coherencia y credibilidad del ACIP son fundamentales para evitar que Estados Unidos entre en una nueva era de escepticismo inmunológico. La pregunta es si el comité actual está dispuesto —o siquiera capacitado— para mantener ese rumbo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press