¿Dónde comenzó el COVID-19? El misterio que tres años después sigue sin resolverse

Pese a investigaciones extensas y demandas internacionales, el origen del SARS-CoV-2 se mantiene en la penumbra, entre hipótesis científicas, presiones geopolíticas y falta de cooperación

Una respuesta que no llega

Después de más de tres años, múltiples equipos científicos e incontables demandas diplomáticas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó el 7 de junio en Ginebra lo que muchos ya temían: aún no existe una respuesta definitiva sobre cómo comenzó la pandemia de COVID-19. El grupo de expertos que la organización había designado para investigar los orígenes del virus emitió su informe final sin una conclusión concreta, dejando a la comunidad internacional inmersa en un limbo científico y político cada vez más tenso.

Una hipótesis más probable, pero no cierta

La doctora Marietjie Venter, presidenta del panel de 27 expertos reunido por la OMS, explicó ante la prensa que la hipótesis más respaldada científicamente continúa siendo la de transmisión zoonótica: el virus habría pasado de murciélagos a humanos a través de un huésped intermediario. Esta teoría se alinea con las conclusiones del primer informe de 2021, en el que también se descartaba como "extremadamente improbable" que el SARS-CoV-2 hubiera surgido por un escape de laboratorio.

Sin embargo, como la misma Venter señaló con preocupación, los científicos no han logrado acceder a información crucial para descartar o confirmar otras posibilidades. «Después de muchos años solicitando datos, no obtuvimos las secuencias genéticas ni la información de bioseguridad necesarias para evaluar la teoría del escape de un laboratorio», dijo.

China, bajo el foco

Uno de los principales obstáculos en la indagación internacional ha sido la falta de transparencia del gobierno de China, país en cuyo territorio se identificaron los primeros casos del virus en diciembre de 2019. Según reveló una investigación de Associated Press en 2023, el gobierno chino habría bloqueado tanto los esfuerzos nacionales como internacionales para rastrear el origen del virus desde las primeras semanas del brote en Wuhan.

Aunque Pekín ha negado en repetidas ocasiones que SARS-CoV-2 haya salido de un laboratorio y ha sugerido que se investigue el origen en otros países, no ha proporcionado los datos brutos requeridos por expertos internacionales, incluyendo más de cien secuencias genéticas y reportes detallados sobre los trabajadores del Instituto de Virología de Wuhan.

División interna y presión política

El informe del grupo de expertos no solo está incompleto en datos, también ha evidenciado fracturas internas. Se reportó que un miembro renunció antes de la publicación del informe y otros tres pidieron que se retiraran sus nombres del documento final. Si bien estos gestos no fueron explicados detalladamente, dejan entrever tensiones dentro del comité respecto a la validez de los procesos y hallazgos.

Venter reconoció que la teoría del escape de un laboratorio no pudo ser «investigada ni excluida» y la calificó como «muy especulativa, basada en opiniones políticas y sin suficiente respaldo científico» debido a la falta de acceso a la información fundamental.

Una tragedia de escala monumental

Más allá de la teoría que resulte cierta, el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, fue claro al referirse a la necesidad moral de esclarecer los orígenes del COVID-19. “Determinar cómo comenzó esta pandemia es un imperativo moral”, declaró Tedros, recordando la magnitud de la catástrofe: al menos 20 millones de muertes, 10 billones de dólares en pérdidas económicas y la alteración de la vida diaria de miles de millones de personas.

Además, varios gobiernos, en especial el de Estados Unidos, han exigido que las investigaciones sobre el origen del virus sigan adelante pese a los bloqueos diplomáticos. Aunque la inteligencia estadounidense ha analizado el escenario del laboratorio, su informe fue igualmente categórico en señalar que no existen pruebas suficientes que sostengan esa hipótesis.

Transparencia y ciencia, una batalla desigual

El caso del COVID-19 pone en evidencia la fragilidad de la cooperación internacional frente a conflictos geopolíticos. La ciencia, por su metodología y rigor, requiere acceso abierto a los datos; sin embargo, la pandemia ha revelado hasta qué punto la política y la diplomacia pueden obstaculizar la búsqueda de la verdad.

Como ejemplo, basta observar que en septiembre de 2023, algunos investigadores identificaron especies potenciales de animales intermediarios, como los perros mapache (Nyctereutes procyonoides), civetas y ratas de bambú vendidas en el mercado mayorista de Huanan en Wuhan. Pero la falta de muestras originales del mercado o análisis de animales silvestres chiros limita la solidez científica.

¿Puede la verdad esperar?

Muchos expertos alertan que si la humanidad no logra entender el punto de origen del COVID-19, estaremos igualmente desprevenidos ante futuras pandemias. «Saber cómo, cuándo y dónde comenzó este brote es esencial para prevenir el próximo», afirmó el profesor David Relman, microbiólogo de la Universidad de Stanford, en una conferencia en 2022.

Pero sin presión internacional coordinada y sin la voluntad política de países clave como China para cooperar, es probable que la verdad sobre el origen del SARS-CoV-2 se diluya con el paso del tiempo, sepultada entre intereses nacionales y rivalidades globales.

Lo que sabemos (y lo que no)

  • ✔️ El brote inicial se detectó en diciembre de 2019 en Wuhan, China.
  • ✔️ Existen pruebas genéticas que indican una relación cercana entre SARS-CoV-2 y virus de murciélagos.
  • ❌ No se ha confirmado qué especie sirvió como huésped intermediario.
  • ❌ No se han hecho públicos todos los datos de laboratorios cercanos a la zona cero.
  • 🔍 La hipótesis de laboratorio no ha sido refutada por completo, pero no tiene evidencia directa.

Un problema global que necesita una solución global

El mundo sigue dependiendo de la cooperación científica internacional para obtener respuestas cruciales sobre el origen del COVID-19. Pero el doble filo de la diplomacia y el hermetismo informativo ha detenido los avances.

Mientras tanto, los efectos de la pandemia siguen resonando: en la salud mental global, en los sistemas de salud devastados y en la economía global aún en recuperación. No hay duda: comprender cómo comenzó esta pandemia es inseparable del deber de evitar la próxima.

Fuentes adicionales

Este artículo fue redactado con información de Associated Press