¿Inclusión o revisionismo? El polémico renombramiento del USNS Harvey Milk desata un debate en pleno Mes del Orgullo
El barco, bautizado en honor al pionero de los derechos LGBTQ+, será rebautizado en homenaje a un héroe de la Segunda Guerra Mundial, enfrentando acusaciones de politización y retroceso cultural
Un símbolo reevaluado: del activismo LGBTQ+ a la tradición bélica
El mes del Orgullo LGBTQ+ de 2024 inició con una inesperada controversia: el Secretario de Defensa de EE. UU., Pete Hegseth, anunció que el USNS Harvey Milk, un barco de suministro de la Marina estadounidense, dejaría de llevar el nombre del ícono de los derechos civiles asesinado en 1978 para adoptar el de Oscar V. Peterson, un condecorado marinero de la Segunda Guerra Mundial.
Este gesto ha generado reacciones inmediatas tanto de defensores de los derechos LGBTQ+ como de sectores tradicionalistas. Para unos, se trata de un ataque directo a la inclusión, mientras que para otros representa un regreso necesario a "la cultura guerrera" que, según la administración de Hegseth y Trump, fue debilitada por los énfasis sobre diversidad, equidad e inclusión en las fuerzas armadas durante gobiernos demócratas.
¿Quién fue Harvey Milk?
Harvey Milk fue un político y activista abiertamente gay. Tras servir en la Marina de EE. UU. durante la Guerra de Corea, fue obligado a renunciar por su orientación sexual. Décadas después, en 1977, se convirtió en uno de los primeros funcionarios abiertamente homosexuales en acceder a un cargo público en Estados Unidos al ser elegido supervisor de San Francisco. Fue asesinado en 1978 junto al alcalde George Moscone por Dan White, un exsupervisor de la ciudad.
En 2016, bajo la administración de Barack Obama, el Secretario de la Marina Ray Mabus anunció que un barco cisterna del programa John Lewis-class replenishment oilers sería nombrado en su honor. La iniciativa fue parte de una política activa para reconocer en las fuerzas armadas a figuras que promovieron los derechos civiles y humanos.
Oscar V. Peterson: el héroe silencioso
Oscar V. Peterson, por su parte, fue un suboficial de la Marina que recibió la Medalla de Honor póstuma por sus acciones heroicas durante la Batalla del Mar del Coral en 1942. A pesar de estar gravemente herido por una explosión a bordo del USS Neosho, Peterson logró cerrar válvulas críticas para evitar una mayor destrucción del navío, sacrificando su vida por sus compañeros.
Según Hegseth, rebautizar el barco con su nombre refleja un intento de “sacar la política del nombramiento de navíos” y restablecer el enfoque tradicional del heroísmo militar. El anuncio se realizó a través de redes sociales, destacando el espíritu de autosacrificio de Peterson y su alineación con los valores históricos de la Marina estadounidense.
El trasfondo ideológico: diversidad versus cultura militar
Este movimiento se inscribe en una narrativa mayor impulsada por la administración de Trump, que desde su regreso a la arena política ha promovido la eliminación de referencias a diversidad, equidad e inclusión (DEI) en instituciones federales, incluyendo el ejército.
En palabras de Hegseth: “No estamos rebautizando el barco con fines políticos. Esto no trata sobre activistas”. Sin embargo, el contexto y la elección del momento —justo durante el Mes del Orgullo— contradicen en apariencia esta afirmación. Además, la decisión sigue la línea de restauraciones impulsadas por el expresidente Trump, que incluyeron la derogación de políticas pro-transgénero en el ejército y la eliminación de cursos relacionados con justicia racial en academias militares.
Reacciones encontradas
Activistas y veteranos LGBTQ+ expresaron profunda decepción. La organización Modern Military Association of America calificó la acción como “un intento descarado de borrar la historia LGBTQ+ del ejército y del país.” Sarah Kate Ellis, presidenta de GLAAD, declaró en redes sociales: “Quitarle su nombre a un barco que él mismo no vivió para ver es una herida simbólica que reabre el rechazo sistémico hacia nuestra comunidad.”
Por otra parte, sectores conservadores aplaudieron la medida. El senador de Texas Ted Cruz dijo en X (antes Twitter): “Harvey Milk puede haber sido importante para algunos, pero Estados Unidos necesita héroes que murieron defendiendo nuestra libertad, no políticos icónicos de agendas divisivas.”
Una historia de renombramientos y su carga simbólica
Este no es el primer ejemplo de renombramiento controversial de instalaciones militares. Bajo la administración Biden, se renombraron bases y navíos que llevaban nombres de confederados o figuras controvertidas del pasado. El general Lloyd Austin, secretario de Defensa en ese entonces, promovió una modernización simbólica dentro del Pentágono como forma de reparar heridas históricas.
Ejemplos como Fort Bragg (ahora Fort Liberty) y el cambio de bases aéreas han generado tanto apoyo como oposición. La discusión se centra no solo en los nombres, sino también en qué narrativas el país elige honrar.
¿Revisión histórica o politización?
El acto de nombrar —o renombrar— una nave militar no es una mera formalidad; lleva implícito un mensaje sobre los valores que el Estado busca destacar. En este caso, la decisión del Pentágono en 2016 destacaba la inclusión y el reconocimiento de minorías históricamente marginadas. Revertir ese gesto, aunque reivindique un acto heroico militar legítimo, también transmite una orientación política clara.
Como dijo el historiador militar William Yancey en un artículo de Foreign Policy: “El campo de batalla simbólico importa porque construye el relato nacional. Cada nombre de base, cada medalla otorgada, cada barco en el mar es una piedra en la narrativa colectiva del país.”
¿Qué representa un barco?
Los barcos de guerra —especialmente aquellos de apoyo logístico como los replenishment oilers— rara vez captan la atención del debate público. Sin embargo, en una época de polarización, su nombre puede ser suficiente para empezar una batalla cultural.
El USNS Harvey Milk era parte de una clase de barcos bautizados en honor a personalidades defensoras de la justicia social, como John Lewis, congresista afroamericano ícono del movimiento por los derechos civiles. El gesto reflejaba, en su concepción, una voluntad institucional de abrazar la diversidad como fuerza del tejido militar moderno.
Impacto a largo plazo
Más allá del cambio de nombre, la acción podría tener repercusiones más profundas. Abre la puerta a más revisiones de decisiones pasadas motivadas por ideales de inclusión. Y si estos precedentes se multiplican, podría haber una ola de regresiones simbólicas similares en otras instituciones civiles y militares.
¿Será esto parte de una estrategia política intencionada para debilitar la influencia de movimientos sociales dentro del aparato estatal? ¿O es, como sostienen quienes la impulsan, una restauración de valores tradicionales necesarios en una institución de combate?
Lo que está claro es que la batalla por el relato nacional no se libra solo en congresos o redes sociales. También ocurre en los astilleros, en los nombres grabados en acero, y en la historia que decidimos contar y honrar.