Brote de sarampión en EE. UU. y el giro antivacunas bajo la administración de Robert F. Kennedy Jr.
Mientras aumentan los contagios en Nuevo México, las decisiones del nuevo Secretario de Salud despiertan preocupación entre epidemiólogos y expertos en salud pública
Un brote que crece sin freno
El sarampión ha vuelto a convertirse en una amenaza significativa para la salud pública en Estados Unidos. Con más de 1,227 casos confirmados a nivel nacional en lo que va del año, incluyendo 86 en Nuevo México, los expertos alertan sobre el riesgo de una expansión aún mayor. Uno de los brotes más severos está ocurriendo en el Centro de Detención del Condado de Luna, donde cinco reclusos dieron positivo al virus.
Este centro ubicado en Deming, Nuevo México, alberga a unas 400 personas privadas de libertad y emplea a 100 trabajadores. De inmediato se suspendieron las visitas y se pasó al formato de audiencias virtuales mientras los pacientes infectados permanecen en cuarentena. Lo preocupante es que según las autoridades sanitarias locales, el virus podría estar circulando en las aguas residuales desde hace semanas.
La situación pone en evidencia el peligro de la baja cobertura de vacunación, justo cuando se vive un aumento en movimientos antivacunas impulsados por figuras políticas.
El cambio ideológico en el Departamento de Salud de EE. UU.
Desde su asunción como Secretario de Salud el pasado 13 de febrero, Robert F. Kennedy Jr. —una figura célebre por sus posturas críticas ante las vacunas— ha dado un giro sustancial a la política federal en torno a la inmunización. Aunque en sus audiencias de confirmación prometió no imponer opiniones personales y dejar que "la ciencia ser la guía", sus decisiones han contradicho esta promesa repetidamente.
Decisiones polémicas que contravienen el consenso científico
- 18 de febrero: Kennedy anuncia una revisión del calendario de vacunación infantil que protege contra enfermedades como sarampión y poliomielitis.
- 9 de abril: Declara en CBS que la vacuna contra el sarampión "debería ser tomada por las personas, pero no ser obligatoria".
- 22 de mayo: Publica un informe cuestionando los mandatos de vacunación escolar, que luego tuvo que ser corregido por citar investigaciones inexistentes.
- 11 de junio: Nombra un nuevo panel asesor sobre vacunas, compuesto por críticos acérrimos a la política de inmunización y algunos conocidos por difundir desinformación en la pandemia de COVID-19.
A esto se suma la decisión del 25 de junio de retirar el apoyo estadounidense a Gavi, la alianza que trabaja con la OMS para garantizar el acceso equitativo a vacunas en países de bajos ingresos, acusándola de "silenciar opiniones disidentes".
¿Qué tan eficaz es la vacuna contra el sarampión?
La vacuna MMR (sarampión, paperas y rubéola) ha sido una de las más efectivas en la historia de la medicina. Según los CDC, dos dosis proporcionan un 97% de protección contra el sarampión. Desde su implementación masiva en la década de 1970, los casos en EE. UU. disminuyeron drásticamente, al punto de declarar la erradicación endémica nacional en el año 2000.
Pero con la proliferación de desinformación y la propagación de posturas antivacunas, la cobertura ha caído peligrosamente en algunos estados. En Nuevo México, sin embargo, la crisis ha generado una respuesta positiva: desde febrero se han aplicado más de 37,500 dosis, casi el doble que en el mismo período del año anterior (19,300).
Kennedy y el retiro progresivo de recomendaciones clave
Lo más alarmante para la comunidad científica han sido las medidas progresivas tomadas en el último mes:
- El 27 de mayo, se anunció que las vacunas contra COVID-19 ya no son recomendadas para niños sanos ni mujeres embarazadas.
- El 26 de junio, su panel recomendó eliminar un ingrediente de la vacuna contra la gripe que ha sido erróneamente relacionado con el autismo por grupos antivacunas, pese a estudios ampliamente revisados que rechazan dicha conexión.
Estas decisiones han sido tomadas sin aval científico directo del CDC y han generado preocupación entre expertos como el Dr. Peter Hotez (Baylor College of Medicine), quien señaló: “Estamos viendo el colapso del consenso científico desde dentro del propio gobierno.”
Un retroceso en salud pública: ¿adónde vamos?
Estados Unidos está viviendo una paradoja peligrosa. A pesar de tener la infraestructura, los recursos y los medios para erradicar enfermedades prevenibles, está retrocediendo hacia escenarios ya superados, todo esto de la mano de decisiones administrativas sin respaldo científico.
El caso de una muerte por sarampión en marzo —un adulto no vacunado que tampoco buscó atención médica— subraya cuán mortales pueden ser estas enfermedades si no se toman medidas preventivas. Casos como ese eran virtualmente inexistentes en las últimas dos décadas.
Kennedy ha defendido su postura afirmando que solo busca más "ensayos clínicos con placebos" para vacunas, lo cual los expertos consideran innecesario y poco ético, ya que muchas de estas vacunas ya pasaron por rigurosas fases de evaluación décadas atrás.
La advertencia desde Nuevo México
El Dr. Chad Smelser, epidemiólogo del Departamento de Salud de Nuevo México, ha sido categórico: “Los casos en el centro de detención son un recordatorio lúgubre de que el brote de sarampión no ha terminado. Urgimos a todos los residentes a asegurarse que estén completamente vacunados.”
Mientras tanto, el sistema carcelario ha actuado de manera rápida, proporcionando pruebas y aislando a los casos positivos. Pero la preocupación se mantiene: se trata de un entorno cerrado con alta probabilidad de contagio.
Un país dividido entre la evidencia y la ideología
El avance de los movimientos antivacunas ha cobrado fuerza política y finalmente ha alcanzado el corazón institucional de la política sanitaria nacional. A medida que se disparan los casos de sarampión, los cambios impulsados por Kennedy podrían desencadenar nuevas olas de enfermedades perfectamente evitables.
“No es aceptable que en pleno siglo XXI, con acceso gratuito a vacunas seguras, la gente siga muriendo de sarampión en Estados Unidos”, dijo el Dr. Anthony Fauci en una entrevista reciente. Y parece tener razón: los datos muestran que el ataque a la ciencia no solo es ideológico, sino que tiene consecuencias en la vida real.
La ciencia y la salud pública enfrentan uno de sus mayores desafíos desde la pandemia: mantener la confianza en la inmunización, un pilar que ha salvado millones de vidas en los últimos 100 años. Desmantelarlo no solamente pone en riesgo a quienes optan por no vacunarse, sino que afecta la protección colectiva de toda la sociedad.
La historia ha demostrado una y otra vez que cuando la política interfiere en la ciencia, el precio puede ser demasiado alto. El brote de sarampión en Nuevo México podría ser solo el inicio de un retroceso mucho más amplio si no se revierte el curso.