Desigualdad global en aumento: los países frágiles entre el conflicto y el olvido

Mientras el mundo avanza, casi 40 países atrapados entre guerras, pobreza extrema y crisis institucional están quedando peligrosamente rezagados

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Un panorama sombrío para los países más vulnerables

El nuevo informe del Banco Mundial ofrece una dosis de realidad a menudo ignorada en los discursos de optimismo económico global. Según su primer estudio integral sobre países en situación de fragilidad, conflicto o violencia (FCV), **39 naciones** están atrapadas en una espiral descendente desde el inicio de la pandemia de COVID-19 en 2020. Lejos de recuperarse, su situación ha empeorado, erosionando cualquier posibilidad cercana de desarrollo sostenible. “La estancación económica —más que el crecimiento— ha sido la norma en los países golpeados por el conflicto y la inestabilidad”, afirma Ayhan Kose, subdirector del Banco Mundial. El reporte revela que desde 2020, el producto interno bruto (PIB) per cápita de estos países ha caído un promedio de 1.8% anual. En contraste, en otras regiones en vías de desarrollo, ha crecido un promedio anual del 2.9%.

Un escenario de pobreza generalizada

Más de **420 millones de personas** viven con menos de $3 dólares al día en estas 39 naciones; eso representa **más que el resto del mundo combinado**, a pesar de que dichas naciones representan solo el 15% de la población global. Las causas son múltiples, pero una constante es la debilidad estructural. Estas poblaciones tienen en promedio apenas **seis años de educación** —tres menos que en países de ingresos bajos y medios—, una esperanza de vida cinco años más baja y una **mortalidad infantil** que se duplica frente a la de otros países en desarrollo.

Conflictos en aumento: más frecuentes, más letales

El informe advierte sobre un aumento desproporcionado en los conflictos armados. En los años 2000, el número promedio anual de conflictos activos era de poco más de 6,000. Hoy se ha triplicado, con más de **20,000 conflictos anuales**. Pero no solo son más: son más devastadores. La cifra de muertes por año asociadas a esos conflictos ha pasado de **menos de 42,000 en la década de los 2000**, a un promedio anual de **194,000 muertes entre 2000 y 2024**. De los 39 países analizados, 21 están involucrados en conflictos activos. Entre ellos figuran Ucrania, Sudán, Etiopía y la Franja de Gaza. En esas naciones, la violencia es tan severa que, según el Banco Mundial, aquellos involucrados en conflictos de alta intensidad (definidos como más de 150 muertes por cada millón de habitantes) ven una disminución acumulada de **20% en su PIB en un periodo de cinco años**.

La inseguridad alimentaria, otro efecto directo de la violencia

Los estragos del conflicto no se detienen en la economía o la estabilidad política. La **inseguridad alimentaria está alcanzando niveles catastróficos** en estos países. El informe estima que **200 millones de personas** —un 18% de la población en estos países— sufren de **inseguridad alimentaria aguda**. La cifra contraste significativamente con el 1% registrado en otras naciones de ingreso bajo o medio.

Factores estructurales que perpetúan la fragilidad

Muchos de estos países arrastran décadas —incluso siglos— de debilidad institucional, corrupción, infraestructuras obsoletas y sistemas educativos rezagados. A esto se suma una dependencia excesiva de recursos naturales como el petróleo, que, sin una gobernanza adecuada, solo refuerza los conflictos. Por ejemplo:
  • Mozambique: A pesar de tener reservas significativas de gas natural, ha visto múltiples conflictos armados que impiden el desarrollo pleno de estos recursos.
  • Haití: Sucesivas crisis políticas y sociales han convertido al país en uno de los más pobres del hemisferio occidental con instituciones completamente colapsadas.
  • Sudán: La guerra civil ha paralizado cualquier intento de reconstrucción nacional.

¿Existe una vía hacia la recuperación?

Sí, pero es una vía estrecha y llena de obstáculos. El informe del Banco Mundial identifica algunos países que han logrado escapar del ciclo de fragilidad:
  • Nepal: Supo consolidar una paz relativa después de años de guerra civil maoísta.
  • Rwanda: Pasó de ser escenario de uno de los genocidios más atroces del siglo XX a un modelo emergente de gobernanza y crecimiento controlado.
  • Sri Lanka: Aunque aún enfrenta tensiones étnicas, ha progresado en reconstrucción económica tras el fin de su guerra civil.
Según Kose, uno de los aspectos más prometedores es el capital humano que muchos de estos países todavía poseen. “Tienen poblaciones jóvenes, en edad laboral, justo cuando el resto del mundo envejece”, indica. También poseen riquezas naturales valiosas como petróleo, gas natural y enormes reservas turísticas sin explotar.

El turismo como motor bloqueado por la violencia

Kose fue enfático en este punto: “Algunos de estos lugares son paraísos naturales, ricos en cultura, biodiversidad y paisajes únicos… pero nadie quiere viajar a un destino que no ofrece seguridad.” Países como la República Centroafricana, Yemen o Mali cuentan con oportunidades únicas en términos turísticos o ecológicos, pero los constantes ataques armados o la presencia de grupos insurgentes impiden su desarrollo.

Una emergencia global, no local

Este no es un problema que pueda resolverse con intervenciones aisladas. La crisis en estos países frágiles representa un **riesgo sistémico global**. La migración forzada, el tráfico ilegal de armas y personas, y la propagación del extremismo violento son derivados directos que ya impactan otras regiones. Solo en 2023, más de **114 millones de personas fueron desplazadas forzosamente** según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), una cifra récord impulsada especialmente por los conflictos en estos 39 países.

Soluciones: ¿Qué puede hacer la comunidad internacional?

El Banco Mundial propone una estrategia centrada en:
  1. Reforzar los sistemas de educación primaria y salud básica.
  2. Impulsar programas de empleo juvenil sostenido.
  3. Inversiones en infraestructura con colaboración público-privada (PPP).
  4. Una integración comercial más coherente y menos punitiva.
  5. Alianzas diplomáticas para detener conflictos activos.
Pero sobre todo, insiste en la necesidad de actuar pronto. **Cuanto más vulnerables se vuelven estas sociedades, más difícil resulta romper el círculo vicioso de conflicto, pobreza e inequidad.** Como lo señalan los expertos, la **ventana de oportunidad no será eterna**.

Una tarea de todos

Este estudio del Banco Mundial no es solo una recopilación de cifras deprimente; es una llamada de atención. Mientras celebramos avances digitales, la expansión del comercio global o la conquista de industrias verdes, hay una parte significativa del planeta que vive estancada en condiciones infrahumanas. La historia nos ha enseñado que la desigualdad extrema no solo es inmoral, sino también peligrosa. Si el mundo sigue avanzando a dos velocidades tan dispares, el futuro será igual de inestable para todos. ¡Ignorar a los más frágiles hoy es comprometer la seguridad global del mañana!
Este artículo fue redactado con información de Associated Press