La inflación escala en EE. UU. mientras Apple enfrenta presión regulatoria y Alemania eleva su salario mínimo

Un análisis de cómo las economías avanzadas lidian con precios altos, nuevas reglas digitales y reformas laborales

En un momento de gran agitación económica global, tres noticias aparentemente desconectadas revelan una narrativa común: los desafíos de las principales economías para equilibrar el poder corporativo, la estabilidad macroeconómica y la equidad social. Desde el aumento inesperado de la inflación en Estados Unidos, los cambios históricos en la política digital de Apple en la UE hasta los avances laborales en Alemania, lo que estamos presenciando es un reacomodo de prioridades en medio de tensiones crecientes.

Estados Unidos: un rebrote inflacionario pone en jaque el consumo

Según el Departamento de Comercio de EE. UU., el indicador de inflación preferido por la Reserva Federal —el índice de gastos de consumo personal (PCE)— mostró un aumento del 2,3% en mayo de 2024 respecto al mismo mes del año anterior. Esto representa una aceleración respecto al 2,1% reportado en abril. Más preocupante aún, el indicador que excluye alimentos y energía —conocido como inflación subyacente— se situó en 2,7%.

“Es una señal clara de que la inflación no ha sido completamente domada y de que persisten presiones estructurales en los precios”, indicó Jason Furman, exasesor económico de la Casa Blanca.

En paralelo, el gasto de los consumidores se redujo un 0,1% mensual, el primer retroceso desde enero. Este dato se alinea con la teoría de que los hogares están posponiendo compras importantes —como automóviles y tecnología— tras un inicio de año marcado por renovados temores arancelarios.

¿Influye la política de tarifas de Trump?

Muchos analistas han especulado sobre el posible impacto de los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump. Aunque estos gravámenes han encarecido productos como juguetes y artículos deportivos, su efecto en la inflación general ha sido menor, según los economistas de JPMorgan.

En contraste, artículos como vehículos nuevos, billetes de avión y alquileres residenciales han mostrado caída de precios, lo que sugiere un cambio en el patrón de gasto del consumidor estadounidense, cada vez más sensible al precio.

Europa y Apple: el pulso por el control digital

Mientras EE. UU. enfrenta las secuelas inflacionarias, en Europa, la Comisión Europea ha obligado a Apple a modificar las reglas de su App Store. Esta presión regulatoria surge del nuevo marco de competencia digital, conocido como Digital Markets Act (DMA).

La comisión multó a Apple en abril con 500 millones de euros (unos 585 millones de dólares) por restringir que los desarrolladores informaran a los usuarios sobre otras opciones de pago fuera del ecosistema Apple. Con el vencimiento del plazo legal, Apple introdujo cambios que permiten a los desarrolladores redirigir a los usuarios hacia plataformas externas —incluidos sitios web y tiendas alternativas— donde podrían encontrar precios más competitivos.

La empresa californiana adoptó también un sistema de tarifas en dos niveles para las aplicaciones que quieran utilizar métodos de pago externos. Sin embargo, Apple dejó en claro que discrepa con el fallo del organismo europeo y que “planea apelar” la decisión.

Un desafío a la hegemonía digital

Esto marca un precedente para otras empresas tech. La intención del DMA es clara: limitar el poder de los gigantes tecnológicos, obligándolos a ofrecer un campo de juego más parejo para competidores más pequeños.

Empresas como Spotify han aplaudido esta reforma. El popular servicio de streaming retiró hace años su sistema de pagos dentro de la app para evitar el 30% de comisión que Apple cobraba por cada suscripción. La nueva política podría permitir su regreso, o al menos promover una mayor transparencia para los usuarios.

“Esta es la primera victoria real contra los jardines cerrados de las Big Tech”, declaró Margrethe Vestager, vicepresidenta de la Comisión y responsable de la cartera digital de la UE.

Alemania: subidas salariales pese a la desaceleración económica

En Alemania, país que comanda la economía de la eurozona, la cuestión salarial ganó protagonismo tras meses de estancamiento económico. Una comisión bipartita —que incluye representantes de empresas y sindicatos— acordó un aumento escalonado del 14% en el salario mínimo legal entre principios de 2026 y comienzos de 2027.

  • El salario mínimo actual es de 12,82 euros por hora.
  • Subirá a 13,90 euros en enero de 2026.
  • Luego aumentará a 14,60 euros en enero de 2027.

La presidenta de la comisión, Christiane Schönefeld, reconoció que las conversaciones fueron particularmente difíciles debido a un entorno macroeconómico incierto y la presión mediática.

Una historia de avances laborales

Alemania implementó su primer salario mínimo en 2015, tras una intensa campaña de los socialdemócratas. En 2022, el entonces canciller Olaf Scholz intervino para elevarlo a 12 euros como parte de una promesa electoral.

En vísperas de las elecciones de 2024, su partido había propuesto un aumento hasta 15 euros, pero encontró una férrea oposición del bloque conservador liderado por el nuevo canciller Friedrich Merz. El consenso alcanzado ahora parece desactivar parcialmente esa tensión política.

“Por supuesto, queríamos más para los trabajadores”, admitió Bärbel Bas, ministra de Trabajo. “Pero celebro que se haya llegado a un acuerdo, porque parecía que íbamos hacia un estancamiento.”

¿Qué une a estas historias?

Estos tres episodios, separados geográficamente y en enfoque, revelan tendencias convergentes:

  1. Una economía global aún volátil: El resurgimiento inflacionario estadounidense, combinado con la debilidad del consumo, demuestra que el equilibrio postpandemia todavía no llega.
  2. Reconfiguración regulatoria: La UE, con decisiones como la que afecta a Apple, está reescribiendo las reglas del siglo XXI para contener el dominio de las Big Tech.
  3. Avances por vía institucional: En Alemania, el proceso de establecer aumentos salariales mediante consenso multipartito funciona como modelo para otras democracias.

No hay una receta única. Pero lo que estas noticias dejan en claro es que economía, tecnología y derechos sociales están profundamente entrelazados y que su equilibrio constituye uno de los mayores retos del presente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press