Tailandia recula: de paraíso del cannabis a estricta regulación médica
Tres años después de la despenalización, el país asiático impone restricciones al cannabis tras aumento de adicciones y controversias políticas
Por años, Tailandia fue el faro verde en Asia, el primer país del continente en despenalizar el cannabis. Ahora, en una sorprendente marcha atrás, los ciudadanos y turistas solo podrán adquirirlo bajo prescripción médica. ¿Qué ocurrió con la utopía cannábica tailandesa?
Un cambio radical: de la despenalización al control estricto
En 2022, Tailandia se convirtió en pionera en Asia al retirar el cannabis de su lista de narcóticos. La medida desató un boom económico: más de 18,000 tiendas obtuvieron licencias para vender productos derivados, y muchos agricultores encontraron en la marihuana una nueva fuente de ingresos.
La capital, Bangkok, y sitios turísticos como Chiang Mai y Phuket, se llenaron de dispensarios con luces de neón, cafés temáticos y hasta spas que ofrecían tratamientos a base de CBD (cannabidiol). Sin embargo, la falta de regulación llevó a una proliferación caótica y sin control del consumo recreativo, especialmente entre los jóvenes.
El giro de 180°: nueva normativa desde julio de 2025
El nuevo decreto, firmado por el ministro de Salud Somsak Thepsutin, entró en vigor este 4 de julio de 2025. Este decreto establece que solo se podrá vender cannabis a quienes presenten una prescripción médica y declara los cogollos de cannabis como “hierba controlada”.
De acuerdo al Acta de Protección y Promoción de la Sabiduría Médica Tradicional Tailandesa de 1999, violar esta regulación puede implicar hasta un año de prisión y una multa de 20,000 baht (614 dólares).
Además, se prevé el cierre de establecimientos que violen estas disposiciones y el fortalecimiento en la emisión de nuevas licencias.
La otra cara del éxito: auge del turismo, pero también de la adicción
Durante los tres años de liberalización, el turismo cannábico creció significativamente. Según datos del Ministerio de Turismo y Deportes, solo en 2023, Tailandia atrajo a más de un millón de turistas interesados en el consumo recreativo de cannabis.
Sin embargo, datos menos alentadores provienen desde el Departamento de Control de Narcóticos, según los cuales el número de adicciones relacionadas al cannabis se disparó tras la despenalización. Aunque los defensores de la planta culpan a las fallas regulatorias, lo cierto es que el vacío legal generó un mercado prácticamente sin reglas.
“El uso del cannabis en Tailandia se orientará completamente al ámbito médico”, declaró Treechada Srithada, vocera del Ministerio de Salud.
El conflicto político detrás de la ley
El viraje en la política cannábica no es solo una reacción sanitaria o social, sino también profundamente política.
El partido gobernante, Pheu Thai, había hecho campaña prometiendo volver a criminalizar el consumo de cannabis. Sin embargo, su coalición con el Partido Bhumjaithai —protagonista de la despenalización en 2022— le impedía cumplir del todo esta promesa.
Todo cambió en junio de 2025, cuando Bhumjaithai abandonó la coalición tras la filtración de una conversación entre la primera ministra Paetongtarn Shinawatra y el exlíder camboyano Hun Sen. Esta ruptura política dejó la puerta abierta para que Pheu Thai impulsara su endurecimiento de la ley.
Reacciones sociales: indignación y movilización
Las asociaciones de cultivadores, vendedores y activistas del cannabis no tardaron en responder. El Colectivo Cannábico Tailandés anunció movilizaciones frente al Ministerio de Salud y denunció que la nueva normativa no es basada en evidencias, sino en “jugadas políticas”.
“No vamos a permitir que el esfuerzo de miles de pequeños empresarios se borre por decisiones arbitrarias. El futuro de la medicina natural no puede estar en juego por intereses de poder”, declaró el activista Juti Charoen.
Cannabis medicinal: ¿promesa o maquillaje legal?
¿Qué significa concretamente el uso exclusivamente médico? Según el Ministerio, los pacientes podrán adquirir cannabis con receta, pero los médicos deben justificar claramente la necesidad terapéutica.
Las farmacias autorizadas serán las encargadas de vender los productos, que abarcan desde aceites de CBD hasta cogollos con bajo contenido de THC, orientados al tratamiento de afecciones como epilepsia, cáncer, dolores crónicos o ansiedad severa.
Sin embargo, muchos especialistas indican que este modelo restrictivo elimina un mercado legal que podría haber sido administrado eficazmente con medidas reguladoras, en lugar de prohibiciones.
Turismo cannábico en jaque
Uno de los sectores más afectados será el turismo. La industria hotelera bajo marca “verde” creció a una velocidad vertiginosa desde 2022. Muchos hoteles incluso ofrecían paquetes con experiencias de cultivo, masajes a base de cannabis o cenas ‘infusionadas’.
Con este nuevo giro, los turistas quedarán excluidos del acceso a cannabis salvo que cuenten con una receta médica emitida por profesionales locales, un trámite a todas luces engorroso.
Los mismos funcionarios reconocieron un problema creciente de contrabando de cannabis hacia el exterior del país, especialmente entre turistas extranjeros. Algunos aeropuertos registraron un aumento significativo de decomisos en 2024 y principios de 2025.
¿Fin del experimento o nuevo comienzo?
El mismo Ministro Somsak dejó entrever que, a largo plazo, busca volver a listar al cannabis como una sustancia narcótica, lo cual marcaría un retorno completo al paradigma prohibicionista antes de 2022.
Este escenario generó inquietud tanto en la sociedad civil como en el mundo empresarial. Diversos informes económicos advirtieron que un retroceso violento podría destruir miles de empleos y afectar al PIB.
Comparativa regional: ¿Qué hace el resto de Asia?
Mientras tanto, otros países del sudeste asiático se mantienen en extremos opuestos:
- Filipinas mantiene una fuerte política antidrogas. La posesión mínima puede conllevar penas severas.
- Malasia ha hecho ensayos con el cannabis medicinal, pero sigue penando el recreativo.
- Japón y Corea del Sur prohíben estrictamente la sustancia, incluso para turistas con prescripción extranjera.
Esto posicionaba a Tailandia como un centro de innovación y turismo alternativo. La pregunta ahora es si renunciará a ese liderazgo, o solo busca establecer reglas más sólidas para reconducir el experimento.
Guerra cultural en el horizonte
La controversia en torno al cannabis en Tailandia no es solo una cuestión política, médica o económica: es también cultural. A pesar de que sus usos medicinales eran parte del saber tradicional tailandés, el uso recreativo sigue generando rechazo en sectores más conservadores.
Esta “guerra cultural” podría definir el próximo lustro en el país: ¿libertades personales o salud pública?, ¿libre mercado o moral tradicional?
Por ahora, los dispensarios neonizados de Bangkok han cubierto sus escaparates con cortinas. Las luces siguen encendidas, pero el futuro de la marihuana tailandesa está más opaco que nunca.