Orgullo en Resistencia: Cómo las Marchas LGBTQ+ se Convierten en Bastiones de Lucha en un Mundo que Retrocede

De Nueva York a San Francisco, el Mes del Orgullo culmina con desfiles masivos y mensajes contundentes en medio de desafíos políticos y pérdida de apoyo corporativo

La historia que lo inició todo: Stonewall, el punto de ignición

Corría el verano de 1969 cuando una redada policial en el bar gay Stonewall Inn en el barrio neoyorquino de Greenwich Village encendió la chispa de un movimiento que cambiaría la historia. Lo que comenzó como un momento de humillación para la comunidad LGBTQ+ se transformó en el Stonewall Uprising, una rebelión que marcó el inicio del activismo LGBTQ+ moderno. A raíz de esto, el 28 de junio de 1970 se celebró la primera marcha del Orgullo en Nueva York, y desde entonces, junio se reconoce como el Mes del Orgullo.

2024: Orgullo con tono de protesta

Este año las celebraciones tomaron un cariz más político y desafiante. Bajo el lema “Rise Up: Pride in Protest”, la ciudad de Nueva York fue escenario de un mega desfile por la Quinta Avenida con más de 700 grupos participantes y miles de asistentes ondeando banderas arcoíris. El recorrido culminó pasando por el mismo Stonewall Inn, convertido en monumento nacional, simbolizando la fuerza persistente del activismo LGBTQ+.

Ciudades como San Francisco, Chicago, Toronto y Seattle realizaron sus propios festejos multitudinarios. San Francisco eligió como lema “Queer Joy is Resistance”, mientras que Seattle optó por lo conciso y poderoso: “Louder”.

Entre el júbilo y el activismo: Una celebración cargada de simbolismo

Si bien el Orgullo es una ocasión para celebrar la diversidad, también lo es para resistir. A diferencia de años recientes marcados por festividades centradas en la inclusión y el marketing, el 2024 mostró una vuelta al mensaje original: resistencia. Patti Hearn, directora ejecutiva de Seattle Pride, lo resume mejor: “Este no es un momento para callar. Nos levantaremos, hablaremos y haremos ruido.”

Presiones políticas y retrocesos legislativos

El contexto político del evento no podía ser más relevante. Se cumplieron diez años de la histórica decisión del Tribunal Supremo de EE.UU. en el caso Obergefell v. Hodges con la que se legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país (26 de junio de 2015). Sin embargo, desde entonces, el péndulo ha oscilado de forma preocupante.

Bajo la administración de Donald Trump, se tomaron medidas para revertir varias políticas pro-LGBTQ+. Entre las más polémicas:

  • Prohibición de personas transgénero en el ejército.
  • Restricciones para seguros federales en procedimientos de afirmación de género.
  • Empuje por excluir a deportistas trans de competiciones femeninas.

Estas acciones han aumentado la tensión y fomentado la sensación de amenaza constante dentro de la comunidad, llevando a que las celebraciones del Orgullo se tiñeran de urgencia y protesta.

Menor apoyo corporativo: ¿Aliados temporales?

Junto a los desafíos políticos, las marchas enfrentaron otra pérdida significativa: el apoyo corporativo. Según la organización de NYC Pride, cerca del 20% de sus patrocinadores corporativos retiraron o redujeron su respaldo. Entre ellos, nombres de peso como PepsiCo y Nissan.

En San Francisco, cinco grandes patrocinadores como Comcast y Anheuser-Busch también se retiraron del evento. Este éxodo parece ser reflejo de una corriente nacional en la que los compromisos con la diversidad e inclusión corporativa están siendo reconsiderados.

La pregunta que ronda es inevitable: ¿fue ese apoyo alguna vez genuino? ¿O simplemente una estrategia de marketing durante el mes de junio?

Una celebración global: más allá de EE.UU.

Aunque el foco se encuentra con frecuencia en las celebraciones en ciudades como Nueva York o San Francisco, el Orgullo es verdaderamente global. Este año:

  • Tokio y São Paulo celebraron desfiles con semanas de anticipación.
  • París vivió su tradicional Marche des Fiertés.
  • En Budapest, más de 100,000 personas desafiaron las restricciones impuestas por el gobierno húngaro y marcharon con orgullo.
  • Londres se prepara para su desfile en julio, mientras que Río de Janeiro cerrará el año en noviembre.

Incluso en países donde ser LGBTQ+ puede representar riesgo para la vida, pequeños eventos o expresiones clandestinas se llevaron a cabo, recordando que la lucha por la visibilidad y el respeto no conoce fronteras.

Orgullo no es solo fiesta, también es memoria y lucha

El Orgullo no se trata únicamente de carrozas coloridas y conciertos. Existe una importancia simbólica y estratégica detrás del evento. Es un recordatorio de que la libertad conquistada puede retroceder. Que aún hoy, en el año 2024, hay personas en EE.UU. y el mundo que enfrentan violencia, discriminación y legislación hostil simplemente por ser quienes son.

La comunidad LGBTQ+ ha demostrado innumerables veces su resiliencia, su ingenio y su capacidad para convertir el dolor en arte, resistencia y celebración. El verdadero espíritu del Orgullo se encuentra en esa línea entre el amor radical y la acción política. Un ejemplo claro es la importancia de rescatar la memoria trans y no binaria, muchas veces invisibilizada incluso dentro del propio colectivo.

Una generación que no quiere retroceder

Las nuevas generaciones están tomando la posta con fuerza. En medio del retroceso político, jóvenes queer lideran colectivos, participan en campañas de concientización, educan en redes sociales y exigen un activismo más interseccional. El movimiento de hoy no se limita a cuestiones de orientación sexual, sino que entrelaza las luchas de raza, clase, discapacidad y género.

Como dijo la activista negra trans Miss Major Griffin-Gracy, sobreviviente de Stonewall: “No es suficiente que seamos visibles, tenemos que transformar.”

¿Qué viene después del desfile?

Las marchas tienen un impacto, pero el desafío está en lo que ocurre después. ¿Continuarán los avances legislativos? ¿Se detendrán los retrocesos? ¿Qué rol jugarán las elecciones de noviembre?

Organizadores y activistas insisten en que el Orgullo solo es el punto de partida. Lo que sigue es el trabajo diario en organizaciones barriales, en las aulas, en los hospitales, en los tribunales. La lucha por los derechos LGBTQ+ es permanente y requiere vigilancia constante.

Este 2024 dejó claro que el Orgullo no es solo celebración, es resistencia. Mientras existan amenazas a la libertad LGBTQ+, las calles seguirán viendo desfiles, pero también marchas, bailes, abrazos, pancartas, lágrimas y mucho, mucho ruido.

Y como dijo una pancarta en Manhattan: “No volveremos al clóset. No hoy. No mañana. Nunca.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press