Vacunas bajo amenaza: el regreso de enfermedades prevenibles y las lecciones del dolor
A medida que cae la confianza en las vacunas, enfermedades como el sarampión, la tos ferina y la polio vuelven a aparecer. Historias reales revelan las consecuencias de olvidar nuestra historia médica.
“Cuando olvidas los horrores del pasado, estás condenado a repetirlos”. Esta frase suena más real que nunca cuando se habla de vacunas. Durante más de un siglo, estas herramientas médicas han salvado millones de vidas, erradicando o controlando enfermedades que antes eran mortales o discapacitantes. Sin embargo, en la era de las redes sociales, la desinformación y el auge del escepticismo médico, estamos viendo un preocupante repunte de enfermedades prevenibles.
Un viaje al pasado: cuando los virus mandaban
En el año 1900, aproximadamente un 20% de los niños en Estados Unidos moría antes de los cinco años, principalmente debido a enfermedades infecciosas como la poliomielitis, el sarampión, la rubéola y la tos ferina. No había vacunas efectivas, y las tasas de mortalidad eran escalofriantes.
La llegada de vacunas como la de la polio (1955), el sarampión (1963), la rubéola (1969) y la combinación MMR (measles, mumps, rubella – sarampión, paperas y rubéola) revolucionó la salud pública. Cada una de ellas representó una victoria épica contra enfermedades que, hoy en día, parecen casi anecdóticas.
Pero la eficacia de estas vacunas ha provocado una ironía trágica: al no ver las secuelas físicas de estas enfermedades, muchos ya no las temen. “Si no estás familiarizado con la enfermedad, no la respetas ni la temes. Por lo tanto, no valoras la vacuna”, explica el doctor William Schaffner, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt.
Rubéola: dos vidas marcadas
Janith Farnham, hoy de 80 años, recuerda perfectamente cuando contrajo rubéola en los primeros meses de embarazo. Era 1964 y aún no existía vacuna contra esta enfermedad en EE. UU. Su hija Jacque nació con el síndrome de rubéola congénita, una condición devastadora que puede causar desde ceguera hasta defectos cardíacos, pasando por daño cerebral y sordera.
Para Jacque, hoy con 60 años, la vida ha sido una constante cadena de desafíos: intervenciones quirúrgicas, pérdida auditiva, diabetes, glaucoma y, más recientemente, artrosis. Pero también hay resiliencia. Jacque es una mujer afectuosa, risueña, que adora compartir tiempo con su madre y ver partidos de béisbol.
Janith, quien ha sido su cuidado constante, se desespera al ver cómo tantos padres hoy rechazan la vacunación. “Me da rabia. Yo sé lo que puede pasar. No quiero que nadie más tenga que pasar por lo mismo”, dice.
Measles encephalitis: un final silente
La historia de Karen, hermana de Patricia Tobin, también ilustra el precio de la indecisión. En 1970, Karen tenía 6 años y no había sido vacunada contra el sarampión porque no se requería para asistir a la escuela en Miami. Su madre pensaba, como muchos, que todavía había tiempo. Pero llegó un brote, y en cuestión de semanas, Karen enfermó de manera fulminante. Colapsó en el baño de su casa, cayó en coma por encefalitis y murió sin despertar.
Hoy, Patricia siente profunda frustración al ver cómo se normalizan las exenciones escolares por motivos religiosos o filosóficos. La cobertura vacunal en EE. UU. ha caído por debajo del umbral de inmunidad colectiva (95% en el caso del sarampión), lo cual abre las puertas a nuevos brotes, como el ocurrido en Ohio en 2022, con más de 80 casos documentados.
Polio: una pesadilla con secuelas crónicas
Lora Duguay fue hospitalizada a los 3 años por una alta fiebre y parálisis súbita. Era 1959. Recuerda estar en una sala de aislamiento, con su cuerpo cubierto de hielo, y ver a sus padres llorando a través de un cristal. Tenía poliomielitis, una de las enfermedades más temidas del siglo XX.
A pesar del pronóstico sombrío – “Nunca volverá a andar” –, Duguay desafió las expectativas con rehabilitación intensiva. Caminó, tuvo un hijo, trabajó y hasta corrió. Pero en la adultez, la polio volvió a atacarla, esta vez con el síndrome post-polio, que afecta los nervios y los músculos décadas después de la infección inicial. Actualmente usa silla de ruedas y ha encontrado una nueva pasión en el arte.
La poliomielitis ha sido eliminada en EE. UU. gracias a campañas masivas de vacunación. Pero países como Pakistán o Afganistán aún reportan casos. En Nueva York, se detectó un caso de polio derivado de la vacuna en 2022, lo que demuestra que el virus sigue buscando brechas donde las personas no están protegidas.
Tos ferina: un adiós demasiados temprano
Callie Grace Van Tornhout nació el 24 de diciembre de 2009. A sus 37 días de vida, murió víctima de la tos ferina, también conocida como pertussis. Su madre, Katie, aún frota cada noche un molde de yeso con la forma de su pequeño pie. Callie era demasiado pequeña para recibir su primera dosis de la vacuna Tdap, y fue expuesta a alguien que no tenía su refuerzo al día.
Katie recuerda con angustia cómo, tras una súbita enfermabilidad, Callie perdió el color y el tono en sus brazos en la sala de urgencias: “Dentro de minutos, se había ido”. Hoy, la familia honra su memoria incluyendo su nombre en cada conversación familiar, destacando su existencia corta pero impactante. Katie se ha convertido en una activa defensora de las vacunas infantiles y comparte su historia cada vez que tiene oportunidad.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
Una causa clave en la caída de la confianza en las vacunas fue el estudio fraudulento de 1998 publicado en The Lancet que sugería una relación entre la vacuna MMR y el autismo. Aunque este estudio fue retractado en 2010 y su autor descalificado, el daño ya estaba hecho. Movimientos antivacunas utilizaron esta publicación como artillería contra décadas de evidencia científica.
Hoy, figuras públicas como Robert F. Kennedy Jr., que sostiene posturas antivacunas, representan una grave amenaza a la salud pública. No es solo una discusión de libertad personal: se trata de salvar vidas humanas, especialmente de personas que, como Callie Grace, aún no pueden protegerse por sí solas.
El efecto de la inmunidad colectiva
Vacunarse no solo protege a quien recibe la dosis. Cuando una comunidad alcanza altos niveles de inmunización – generalmente más del 90% para la mayoría de enfermedades contagiosas –, se genera lo que se conoce como “inmunidad de grupo”. Esto significa que incluso quienes no pueden vacunarse (recién nacidos, personas inmunodeprimidas) están protegidos indirectamente.
Pero al descender las tasas, este escudo comunitario se rompe. Según los CDC, en el año escolar 2022-2023, más del 10% de los niños en EE. UU. asistían a clases sin estar completamente vacunados, lo cual deja a todos más expuestos.
La vacuna como acto de amor
Cada persona entrevistada en esta historia vive con las secuelas, el dolor o el recuerdo de una enfermedad prevenible. Muchos han transformado ese dolor en activismo, en pedagogía, en decisión política. El mensaje es claro: vacunarse es un acto de responsabilidad y amor colectivo.
- Janith lo vive con cada dificultad de su hija Jacque.
- Patricia recuerda a Karen con dolor y frustración.
- Lora convive con la polio día a día, aún décadas después de haberse contagiado.
- Katie lleva en su corazón y cuerpo cada recuerdo de Callie, una vida fugaz que pudo ser salvada con una simple dosis.
Ante el riesgo de repetir los errores del pasado, optar por la vacunación es más que una decisión médica. Es un compromiso con la vida.
Fuentes adicionales:
- CDC - Centers for Disease Control and Prevention: https://www.cdc.gov/
- WHO - World Health Organization: https://www.who.int/
- Vaccine Education Center - Children’s Hospital of Philadelphia: https://www.chop.edu/centers-programs/vaccine-education-center