El ocaso del bipartidismo: La salida de Thom Tillis y el giro radical del Partido Republicano
La renuncia a la reelección del senador republicano de Carolina del Norte marca un nuevo capítulo en la transformación ideológica del GOP bajo la sombra de Donald Trump
Una decisión inesperada, pero predecible
El senador Thom Tillis, republicano por Carolina del Norte, sorprendió al anunciar que no buscará la reelección en 2026. Sin embargo, quienes siguen de cerca la política estadounidense sabían que la relación de Tillis con su partido había sido cada vez más tensa. Esta decisión parece el corolario lógico del proceso de radicalización del Grand Old Party (GOP), impulsado por la figura omnipresente de Donald Trump.
“En Washington se ha vuelto cada vez más evidente que los líderes dispuestos a abrazar el bipartidismo y el pensamiento independiente son una especie en extinción”, declaró Tillis en su comunicado. Con esta sentencia, no sólo se despide de su cargo, sino que deja claro cómo ve el panorama político de su partido: sin espacio para voces moderadas o disidentes.
El enfrentamiento con Trump: ¿Punto de quiebre?
El detonante final parece haber sido el voto de Tillis en contra del nuevo paquete de recortes fiscales y de gasto impulsado por Trump, particularmente por su impacto negativo en programas de salud como Medicaid. Con 11.8 millones de estadounidenses potencialmente afectados por los recortes, Tillis optó por ir contra la corriente en una votación crucial.
Donald Trump aprovechó la oportunidad para lanzar dardos contra él en su red Truth Social, llamándolo "hablador y quejoso, NO UN HOMBRE DE ACCIÓN". La tensión escaló al punto de que el expresidente amenazó con impulsarle una competencia en las primarias del partido, dejando claro que hay un precio a pagar por desafiarlo.
Un senador moderado en tiempos extremos
Tillis siempre fue una figura particular dentro del Partido Republicano. Proveniente del ámbito empresarial, con una carrera inicial en IBM, llegó al Congreso estatal en Carolina del Norte en 2003 y cuatro años después se convirtió en presidente de la Cámara de Representantes. Fue arquitecto de la estrategia que llevó al GOP a tomar el control de ambas cámaras legislativas del estado por primera vez en 140 años.
Más tarde, en el Senado federal, mantuvo su tendencia moderada, promoviendo políticas enfocadas en salud mental, recuperación de adicciones, expansión de Medicaid y apoyo a veteranos. También fue uno de los pocos republicanos dispuestos a trabajar con demócratas en temas sensibles como inmigración y control de armas.
Estas posturas lo colocaron en la mira de su base más conservadora, y en 2023 fue censurado por el Partido Republicano de Carolina del Norte por su “herejía” en temas de inmigración y armas.
Una oportunidad para los demócratas
El retiro de Tillis deja abierta una valiosa oportunidad para los demócratas en un estado que ha sido campo de batalla en las últimas elecciones. El exrepresentante Wiley Nickel ya ha anunciado su candidatura y declaró: “He dado vuelta una elección difícil antes y vamos a hacerlo de nuevo”.
Además, el liderazgo del Senate Majority PAC, el comité político alineado con los demócratas, ve la decisión de Tillis como una muestra más del extremismo del GOP. Su portavoz, Lauren French, afirmó: “Esto prueba que no hay lugar en el Partido Republicano para disentir si implica oponerse a quitarle acceso a salud a millones”.
El verdadero rostro del Partido Republicano actual
Bajo el liderazgo de Trump, el GOP ha dejado atrás los pilares tradicionales del conservadurismo—disciplina fiscal, política exterior cautelosa, respeto institucional—para abrazar una agenda populista que premia la lealtad ciega al líder y castiga la independencia.
Senadores como Mitt Romney y Lisa Murkowski han sido voces aisladas de disenso. Tillis, aunque menos mediático, entra en ese pequeño grupo de disidentes que han pagado el precio político por no alinearse automáticamente con Trump.
De hecho, según el Center for Effective Lawmaking, Tillis fue uno de los senadores republicanos más activos en proponer legislación bipartidista en los últimos tres años. Sin embargo, eso ya no suma puntos dentro de su partido. Lo que pesa hoy es la fidelidad al exmandatario.
El control sobre las primarias: un arma letal
La amenaza de Trump de promover un candidato en contra de Tillis en las primarias no es una fanfarronada sin peso. En varios estados, ha logrado derrocar a republicanos moderados con sólo apoyar a candidatos más alineados con su visión del mundo.
En Carolina del Norte, Trump ha sido siempre una figura divisiva pero poderosa. Ganó el estado en tres elecciones presidenciales consecutivas y sigue teniendo una base muy activa. El Partido Republicano estatal, por su parte, ha demostrado estar dispuesto a seguirle el paso.
Un legado complejo
En sus más de 10 años como senador, Tillis dejó una huella que no puede subestimarse, incluso con posturas polémicas como su apoyo inicial a la enmienda constitucional que prohibía el matrimonio igualitario en Carolina del Norte, finalmente anulada por los tribunales federales.
También ayudó a que el GOP conquistara una mayoría en el Senado federal en 2014 tras una reñida victoria contra la demócrata Kay Hagan, estructura que después sería clave para nombrar a jueces y aprobar legislaciones fundamentales durante la era Trump.
El futuro del Senado y de la política estadounidense
Con su retiro, Tillis deja a los republicanos de Carolina del Norte con el reto de encontrar un candidato que pueda mantener el escaño y, al mismo tiempo, satisfacer a la base trumpista. Para los demócratas, se abre la ventana para recuperar terreno en un estado crucial.
Pero más allá del impacto inmediato en las próximas elecciones, el anuncio de Tillis es sintomático de una democracia que se polariza con rapidez. La salida de voces moderadas y constructivas reduce el espacio para acuerdos, para la gobernabilidad compartida, para legislar en tiempo de crisis.
El Senado —cámara tradicionalmente vista como espacio deliberativo y más sensato— parece encaminarse también por la senda de la confrontación a ultranza. En palabras del propio Tillis: “A veces esas iniciativas bipartidistas me costaron caro dentro de mi partido, pero no cambiaría ni una sola”.
¿Una señal de alerta?
Con la salida de Tillis, se confirma lo que muchos analistas ya han advertido: el Partido Republicano está cerrando sus puertas a quienes promueven la ética del diálogo. En su lugar, se premia la agresividad, la lealtad doctrinaria y la voluntad de entrar en combate político constante, incluso con compañeros de partido moderados.
Si el fenómeno sigue profundizándose, podría vaciar al Senado de su rol moderador y dinamitar cualquier intento futuro de consensos. En ese mapa, la política ya no es el arte de lo posible, sino de lo imposible... cuando imperan solo los extremos.