Trump, deuda y recortes: La bomba fiscal del Senado que sacude a EE. UU.
La nueva propuesta fiscal de Trump enfrenta críticas por su impacto en el déficit y la cobertura médica, mientras se tejen polémicas negociaciones políticas. ¿Reforma o retroceso?
El plan fiscal de Trump: ¿una jugada maestra o un desastre anunciado?
Desde que Donald Trump regresó a la presidencia, uno de sus principales proyectos ha sido la ampliación y consolidación de sus recortes fiscales implementados en su primer mandato. Lo que sus seguidores llaman "una segunda revolución tributaria", sus detractores lo definen como "una catástrofe financiera". Esta vez, el foco no está solo en los beneficios impositivos para individuos y empresas, sino también en los mecanismos para financiarlos —o al menos, intentarlo.
Esta semana, la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) publicó un informe explosivo: el nuevo paquete fiscal aprobado por la Cámara Alta en una votación tensa de 51-49 aumentaría el déficit de Estados Unidos en cerca de $3.3 billones entre 2025 y 2034. Y eso no es todo: según las estimaciones, 11.8 millones de personas perderían su cobertura de salud si el proyecto se convierte en ley.
Un costo social elevado: ¿Salud a cambio de exenciones fiscales?
Uno de los aspectos más alarmantes del plan fiscal es su impacto en la sanidad pública. Como reporta el informe del CBO, el Senado ha optado por recortar programas sociales claves, como Medicaid y asistencia alimentaria, con la intención de "paliar parcialmente" los $3.8 billones que costará la extensión de los recortes fiscales.
Sin embargo, los recortes parecen desproporcionados frente a los beneficios fiscales que, según múltiples análisis, favorecerían en gran medida a los sectores más adinerados. Paul Krugman, premio Nobel de Economía, escribió en The New York Times: "Este plan no es una reforma, es simplemente un regalo multimillonario financiado por los más vulnerables".
El arte de ocultar el coste: "Matemáticas mágicas" y truco presupuestario
Los líderes republicanos han defendido el plan utilizando una estrategia controvertida: han cambiado la regla de cálculo del presupuesto. En lugar de utilizar la línea base presupuestaria tradicional, asumieron que los recortes fiscales ya habían sido extendidos, lo cual, en la práctica, elimina su impacto del cálculo. Bajo este criterio alternativo, el proyecto parecería reducir el déficit en $500 mil millones.
Demócratas y varios economistas han calificado este enfoque como "matemáticas mágicas". Phillip Swagel, director de la CBO, fue claro en una carta enviada al senador Jeff Merkley: "Bajo el sistema de puntuación tradicional, el proyecto incrementa el déficit después de 2034".
Un Senado dividido y negociaciones a puerta cerrada
La votación en el Senado del sábado fue una muestra del caos y la fragmentación interna del Partido Republicano. La sesión estuvo abierta durante horas, mientras el vicepresidente JD Vance y los líderes republicanos mantenían reuniones con senadores indecisos, tratando de asegurar su voto. Finalmente, con un margen mínimo, el proyecto avanzó. Pero aún quedan votaciones sobre enmiendas, y el camino hacia su aprobación definitiva sigue siendo incierto.
El senador Thom Tillis, republicano de Carolina del Norte, anunció que no se presentará a la reelección, en parte por su desacuerdo con el rumbo fiscal del partido. "No puedo apoyar una legislación que pone en riesgo la estabilidad fiscal y deja a millones sin cobertura médica", declaró.
Una bomba fiscal con reloj en cuenta regresiva
Trump ha impuesto como fecha límite el 4 de julio, en un intento de convertir la aprobación del proyecto en un símbolo de independencia fiscal. Sin embargo, incluso dentro de su partido hay preocupación. La regla Byrd del Senado prohíbe proyectos que aumenten el déficit después de 10 años. De validarse la puntación presupuestaria tradicional, el plan fiscal la incumpliría, complicando su paso.
El senador republicano Rand Paul ha señalado: "No podemos seguir ignorando las consecuencias de nuestras propias políticas fiscales. Esta deuda gigantesca es una amenaza real para la economía del país". Actualmente, la deuda nacional supera los $34 billones, y este proyecto podría añadir una presión todavía mayor.
Recortes sociales, salud y una visión polarizante de la economía
El mayor contraste entre partidos en este debate no radica solo en las cifras, sino en la filosofía económica subyacente. Mientras los republicanos apuestan por el crecimiento económico mediante recortes impositivos y reducción del tamaño del Estado, los demócratas defienden una red de protección social fuerte y una distribución más equitativa de la carga tributaria.
En palabras de la senadora demócrata Elizabeth Warren: "Estos recortes fiscales son una estafa. Benefician al 1%, incrementan el déficit y luego nos dicen que debemos recortar el Seguro Social y Medicare para compensarlo".
Un efecto dominó: del déficit a las tasas de interés y la inflación
El incremento proyectado en el déficit fiscal podría tener efectos prolongados. Expertos advierten que un aumento tan drástico de la deuda puede elevar las tasas de interés, lo que encarecería el crédito para hogares y empresas, y presionaría aún más la inflación.
- La Reserva Federal ya ha mostrado preocupación por el rol de la política fiscal expansiva en la reciente ola inflacionaria.
- Según el Instituto de Políticas Fiscales, cada punto porcentual extra en la deuda como proporción del PIB puede significar una décima más de inflación estructural.
A esto se suma la amenaza de una rebaja en la calificación de la deuda soberana. Moody’s y Fitch ya han advertido que una conducción fiscal irresponsable podría afectar la confianza de los mercados internacionales.
¿Y la opinión pública?
Según una encuesta reciente de Pew Research Center, un 61% de los estadounidenses cree que los ricos y las grandes corporaciones “no pagan lo que deberían” en impuestos y un 58% considera inaceptable recortar programas sociales para financiar nuevos estímulos fiscales. Estos números reflejan una creciente tensión entre la política impulsada desde Washington y la percepción de justicia económica entre la ciudadanía.
Donald Trump y su visión de poder: entre la economía y la geopolítica
Más allá del ámbito fiscal, Trump ha mostrado en esta etapa una combinación peculiar de decisiones económicas y posicionamientos geopolíticos. En paralelo con el debate fiscal, anunció el fin de la pausa de 90 días en los aranceles internacionales, una medida que podría detonar fricciones comerciales con más de 90 países.
Como él mismo dijo en una entrevista a Fox News: "Vamos a tratar con cada país dependiendo de cómo nos traten. Los buenos recibirán un 10% de arancel, otros pagarán el 35% o más". Es una visión transaccional y unilateral del comercio internacional que también tiene consecuencias económicas internas: sectores que dependen de cadenas globales de suministro podrían enfrentar más costos.
¿Qué viene ahora?
El proyecto debe pasar por pruebas adicionales tanto en el Senado como en la Cámara Baja, además de superar potenciales conflictos con el reglamento presupuestario del Congreso. Por ahora, la idea de un paquete de reducción de impuestos cubierto con recortes sociales y estimaciones presupuestarias creativas despierta una mezcla de admiración y alarma según del lado político desde el que se mire.
Lo que está claro es que esta versión fiscal de Trump será tan determinante para su legado como polémica ha sido su implementación. Ya sea que se convierta en ley o no, ha puesto nuevamente en el centro del debate la pregunta esencial para cualquier nación: ¿quién paga la deuda del progreso?