“Una Ley Hermosa” o una Amenaza Social: La Gran Apuesta Republicana que Podría Redefinir a Estados Unidos
Una mirada crítica sobre el gigantesco paquete legislativo impulsado por Trump: recortes de impuestos, gasto social podado y el fantasma de millones sin seguro médico
El contexto político: entre la urgencia y la crisis
Con una carrera contra el tiempo marcada por la fecha simbólica del 4 de julio, el Senado de los Estados Unidos se ha sumergido en una maratónica sesión para intentar aprobar lo que se ha denominado —con no poca ironía— el “One Big Beautiful Bill Act”. Detrás del título grandilocuente se esconde un ambicioso y polémico plan republicano que pretende extender los recortes fiscales de 2017 promovidos por Donald Trump, añadir nuevos beneficios fiscales, implementar duros recortes sociales y destinar fondos adicionales para seguridad fronteriza y deportaciones.
La actualidad política no puede ser más tensa. En un clima de división total, los demócratas han dado la batalla desde el Senado con enmienda tras enmienda, encabezados por el líder Chuck Schumer, quien advirtió: “Las decisiones más difíciles aún están por venir para los republicanos”. Entretanto, la pregunta fundamental persiste: ¿quién se beneficia realmente de este paquete de más de 900 páginas y por qué tantos senadores republicanos dudan en respaldarlo?
Los números detrás del proyecto de ley
Según un análisis de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), organismo no partidista encargado de estimar el impacto económico de la legislación federal, el proyecto de ley dejaría sin seguro médico a 11,8 millones más de estadounidenses para 2034. Además, añadiría casi 3,3 billones de dólares al déficit en la próxima década.
Entre las medidas incluidas se encuentran:
- 4 billones de dólares en recortes fiscales, incluidos los destinados a eliminar los impuestos sobre propinas.
- 1,2 billones de dólares en recortes al gasto social, especialmente a Medicaid y cupones alimentarios.
- Un aumento de 350 mil millones de dólares para seguridad fronteriza y deportaciones, parte de lo cual se financiaría con nuevas tarifas para inmigrantes.
- Eliminación de créditos fiscales para energías renovables, que podría traer como consecuencia la desaparición de miles de proyectos eólicos o solares en el país.
Todo ello bajo un agresivo marco de presión impulsado directamente desde la presidencia, donde Trump ha exigido resultados antes del Día de la Independencia. El frágil equilibrio de fuerzas ha llevado incluso a que el vicepresidente JD Vance esté presente en el Senado para, si es necesario, emitir un voto de desempate.
La rebelión interna: el caso del senador Thom Tillis
Uno de los episodios más significativos del fin de semana fue el anuncio del senador Thom Tillis (Carolina del Norte) de que no buscará la reelección, acusando al proyecto de traicionar las promesas de Trump de no quitarle a la gente su seguro médico. Tillis, un republicano moderado, votó en contra y declaró:
“Podríamos tomarnos el tiempo para hacer esto bien. Pero esta ley es una amenaza para los hospitales rurales y para millones de familias”.
Su decisión evidenció las profundas fisuras internas dentro del Partido Republicano, donde sectores ultraconservadores como el liderado por Rick Scott (Florida), Mike Lee (Utah) o Ron Johnson (Wisconsin) abogan por recortes incluso más radicales. Trump les advirtió desde redes sociales: “¡No se vuelvan locos! RECUERDEN, aún tienen que ser reelegidos.”
Los incentivos políticos: chantaje o negociación
Una de las prácticas más criticadas en Capitol Hill es lo que los demócratas llaman los “Payoffs Polares”, incentivos especiales insertados para atraer el voto de senadores renuentes. Tal es el caso de Lisa Murkowski (Alaska), quien fue cortejada con beneficios especiales como deducciones fiscales para los cazadores de ballenas nativos y posibles exenciones a las reformas de Medicaid y cupones de alimentos para su estado.
Al final, votó “sí”, pero varias de esas disposiciones fueron declaradas fuera de orden por parte del funcionario parlamentario del Senado.
Una jornada de resistencia: el filibusterismo demócrata
La resistencia demócrata, sin herramientas para frenar el paquete, se ha entregado a sus recursos más clásicos: el bloqueo, el retardo y la denuncia pública. El domingo, ocuparon toda la jornada con discursos, lecturas del texto de la ley (16 horas) y enmiendas consecutivas. Fue una jornada maratónica que colocó a figuras prominentes como Bernie Sanders o Patty Murray al frente del ataque.
Sanders calificó la ley como “un regalo para la clase multimillonaria”, mientras que Murray criticó duramente la lógica fiscal republicana al declarar:
“En mis 33 años en el Senado, nunca había visto algo así. Decir que estos recortes fiscales ya son ‘la política actual’ y no deben computarse es una matemática mágica que ningún ciudadano usaría para balancear su chequera.”
El impacto en la vida cotidiana: ¿quién sale perdiendo?
Más allá de los números, las consecuencias sociales podrían ser devastadoras. Los recortes más agresivos apuntan a Medicaid, el programa federal y estatal que da cobertura a personas de bajos ingresos y con discapacidad. Según CBO, los cambios propuestos harían que millones pierdan acceso por nuevos criterios de elegibilidad y requisitos de trabajo.
Además, la eliminación de incentivos a energías renovables impactaría directamente en sectores emergentes de la industria energética. La Asociación Estadounidense de Energía Limpia estima que perderían al menos 350,000 puestos de trabajo en la próxima década.
Un plan que busca consolidar una visión
Para Trump y sus aliados, este paquete no solo es una pieza legislativa más. Representa la cristalización de una visión de país: menos intervención estatal, más incentivos al “emprendimiento” (aunque se encubra bajo el privilegio de los ricos), un sistema de bienestar reducido al mínimo y una fuerza de seguridad fronteriza hiperactiva.
Para los demócratas, es una distopía neoliberal que empobrece, desprotege y divide.
La senadora Patty Murray resumió así lo que está en juego:
“Inténtenlo en casa. Díganles a sus electores que con una nueva forma de contabilidad, su presupuesto familiar puede simplemente ignorar gastos cruciales. Verán qué opinan.”
¿Y el pueblo estadounidense?
En este juego de poder, a menudo parece olvidarse que la gente común es quien pagará el precio —o la ganancia, según quién se mire— del nuevo paquete legislativo. Desde los inmigrantes que enfrentarán protocolos de deportación más agresivos financiados con sus propios pagos, hasta las madres solteras que podrían perder asistencia alimentaria, millones se verán afectados.
Como recordaba el senador demócrata Ben Ray Luján:
“Sigan lo que dice la Biblia: Haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti.”