Batalla por la energía limpia en Georgia: ¿un progreso amenazado por la política?

La revolución industrial verde toma fuerza en zonas conservadoras del sur estadounidense, pero la amenaza de eliminar subsidios federales podría truncar su impulso

Cartersville, Georgia: del algodón a la energía del futuro

Cartersville, una pequeña ciudad en el noroeste de Georgia, está experimentando una transformación industrial que promete sacar a la región de su pasado agrícola e industrial tradicional para posicionarse como un nodo clave en la economía de energía limpia de Estados Unidos. Con la construcción en curso de dos inmensas plantas —una de baterías para automóviles eléctricos de Hyundai Motor Group y SK On, y otra de paneles solares de Qcells, por un total combinado de más de $7.300 millones—, el condado de Bartow parecía encaminarse hacia un futuro más resiliente, tecnificado y sostenible. Pero justo cuando los frutos de esta transición empiezan a hacerse visibles, un giro político amenaza con manchar este panorama optimista.

¿Subsidios federales en peligro?

Las plantas de energía limpia en Georgia se beneficiaron ampliamente de los incentivos fiscales federales establecidos bajo la Ley de Reducción de la Inflación (Inflation Reduction Act o IRA) firmada por el presidente Joe Biden en 2022. Estos subsidios incluyen desde créditos fiscales para la producción hasta beneficios para compradores de productos fabricados con contenido nacional. Sin embargo, la posibilidad de que el Congreso, liderado por Republicanos, elimine gran parte de estos incentivos en su próxima legislación fiscal—apelando a una supuesta liberación del mercado energético estadounidense de las "trabas verdes demócratas"— ha generado una tormenta política y empresarial en el estado.

Un estado republicano con sueños verdes

Georgia, con una predominante inclinación republicana, ha abrazado silenciosamente la revolución industrial verde. Un informe de Atlas Public Policy reveló que el 77% de todas las inversiones planeadas en energía limpia están localizadas en distritos controlados por Republicanos. Georgia, en particular, es el epicentro de esa ola: cuenta con más de $20 mil millones en proyectos anunciados y más de 25.000 empleos prometidos, según Environment America y E2. Las cifras hablan por sí solas:
  • $5,000 millones están destinados para la planta de baterías eléctricas en Cartersville, que promete generar cerca de 3.500 empleos.
  • $2,300 millones irán a la planta de paneles solares de Qcells, con 1.900 empleos y un salario promedio de $53,000 anuales por trabajador.
  • Qcells ofrece un 40% de crédito fiscal federal a compradores de sus paneles nacionales, incluyendo un 10% adicional por contenido nacional.

Qcells y la cadena de suministro solar 100% estadounidense

Uno de los elementos más destacados del proyecto de Qcells es que busca tener una cadena de suministro completamente integrada: desde el procesamiento del polisilicio hasta la producción final de las celdas solares. Esto no solo representa un hito industrial, sino que también le otorgaría a la compañía beneficios fiscales adicionales por cada paso de manufactura localizado en territorio estadounidense. Scott Moskowitz, vicepresidente de estrategia de mercado en Qcells, fue claro: "Una eliminación abrupta de los subsidios federales contradice la visión de fortalecer la manufactura nacional". Además, apuntó que la empresa construyó su primera planta en Dalton durante la administración Trump por las medidas arancelarias a productos chinos. "Hoy se nos piden compromisos que podrían cambiarse a la mitad del camino", añadió.

Republicanos divididos: ¿lealtad a Trump o realidad económica local?

Quien en teoría debería ser el principal defensor de estas inversiones—el Partido Republicano, históricamente proempresarial—ahora muestra una postura ambigua. Aunque todos los congresistas republicanos de Georgia votaron en mayo a favor de recortar los incentivos de la ley IRA, muchos líderes locales del mismo partido se oponen. “Las empresas nos dieron una diversidad industrial que nunca habíamos tenido”, dijo Steve Taylor, único comisionado electo del condado de Bartow. Mientras tanto, 16 legisladores republicanos estatales escribieron una carta al Congreso afirmando: “Recortar los créditos fiscales solo perjudicaría el renacimiento manufacturero en Georgia y entregaría el mercado a China”.

Una paradoja política

Cartersville, donde Donald Trump obtuvo más del 75% de los votos en todas sus candidaturas, podría ser una de las mayores afectadas por decisiones promovidas por legisladores leales al expresidente. El congresista Barry Loudermilk, representante del distrito, celebró estos ajustes diciendo que liberarían la energía estadounidense de "la estafa verde demócrata". Jon Ossoff, senador demócrata de Georgia, fue categórico: “Un voto a favor de esta ley es un voto en contra de la economía de Georgia”. Señala que los republicanos prefieren mantener lealtad política a Trump antes que defender los intereses económicos de su estado.

El boom de la energía limpia no es solo político: es transformador

Brian Kemp, el gobernador republicano del estado, ha evitado posicionarse sobre la posible derogación de los beneficios fiscales, pero ha dicho que quiere que Georgia sea la "capital de la movilidad eléctrica de Estados Unidos". No obstante, también ha restado mérito a la ley IRA argumentando que muchas inversiones verdes ya estaban planificadas previamente. Esta postura ilustra la tensión interna dentro del partido sobre qué narrativa predominará. Hay motivos para pensar que las consecuencias serían graves si se concretan los recortes. Especialmente porque, según proyecciones de E2 y otras fuentes, Georgia ha liderado el país en número de proyectos de energía limpia desde la aprobación de la IRA con 33 nuevas inversiones industriales.

¿Qué hay detrás de las decisiones empresariales?

El caso de Hyundai también resalta esta tensión. La firma surcoreana planea invertir miles de millones para fabricar baterías y vehículos eléctricos en Georgia. Sin embargo, la parte más atractiva para los consumidores —un crédito fiscal de $7,500 por vehículo— podría desaparecer seis meses después de ejecutada la ley. Esto ha forzado a Hyundai a diversificar su producción e incluir vehículos híbridos en su planta de Ellabell, que originalmente estaba dedicada solo a modelos eléctricos. “Seguimos enfocados en la electrificación porque creemos que representa una gran oportunidad a largo plazo”, dijo el vocero Michael Stewart.

¿Quién pierde si los subsidios desaparecen?

Empresarios, líderes locales, trabajadores e incluso pequeños agricultores esperan que el modelo que se está implementando en Georgia no se desvanezca por cálculos políticos de corto plazo. El alcalde de Cartersville, Matt Santini, lo resume como un asunto de sentido común: “Desde una perspectiva empresarial, cuando se tienen acuerdos establecidos, es lógico cumplirlos”. La economía verde está empezando a generar empleos, estabilidad y futuro en comunidades rurales y suburbanas que nunca soñaron con ser epicentros tecnológicos. Tirar del cable de manera abrupta pondría en riesgo no solo miles de puestos de trabajadores locales altamente calificados, sino también la recuperación económica que tanto se ansiaba tras décadas de estancamiento industrial. Mientras tanto, hay una verdad que se impone: esta transición energética y manufacturera ha calado profundamente en el sur republicano, y enfrentarse a ella podría costarles más de lo que planean ahorrar en el Congreso. Planta solar de Qcells cerca de Cartersville, Georgia
Este artículo fue redactado con información de Associated Press