GoFundMe se reinventa: ¿estamos ante una revolución en la filantropía digital?

La famosa plataforma de recaudación entra al mundo de los fondos asesorados por donantes (DAF), buscando democratizar la generosidad y competir con gigantes financieros tradicionales

¿GoFundMe solo para emergencias médicas? Ya no más

GoFundMe, la reconocida plataforma que ha ayudado a miles a cubrir gastos médicos, desastres naturales y causas sociales, quiere reformular su imagen y ampliar su funcionalidad con su más reciente apuesta: Giving Funds, su versión propia de los donor-advised funds (DAFs). Esta iniciativa no solo representa una estrategia de expansión corporativa, sino también un intento ambicioso por transformar la manera en que los ciudadanos comunes realizan donaciones caritativas en Estados Unidos y, potencialmente, en el resto del mundo.

“Queremos ayudar a la gente a ayudar a otros,” declaró el CEO de GoFundMe, Tim Cadogan, al anunciar los Giving Funds. Con esta frase resume el propósito de una plataforma que busca volverse el eje central de la filantropía digital cotidiana.

¿Qué son los Donor-Advised Funds (DAFs)?

Los DAFs son vehículos de inversión especializados en donaciones caritativas. Funcionan como cuentas de fondos administrados que permiten a los usuarios hacer contribuciones deducibles de impuestos, invertir ese dinero en fondos indexados mientras decide a qué ONG u organización lo quiere donar definitivamente. Este concepto ha sido popularizado entre personas de altos ingresos gracias a los beneficios fiscales que ofrece: se pueden desgravar los aportes inmediatamente, aunque no se distribuyan de inmediato a causas benéficas.

Según el National Philanthropic Trust, en 2023 los DAFs en Estados Unidos acumularon más de $250 mil millones en activos, distribuidos entre más de mil instituciones que operan este tipo de fondos. Entre las más grandes destacan Fidelity Charitable, Schwab Charitable y Vanguard Charitable.

GoFundMe entra al juego, pero con un nuevo enfoque

A diferencia de los gigantes financieros, GoFundMe apuesta por accesibilidad total: sin saldo mínimo, sin comisiones por administración y con donaciones que inician desde apenas cinco dólares. Las contribuciones pueden realizarse mediante transferencias bancarias o depósitos directos sin costo, y hasta el fin de 2024 incluirán pagos por tarjeta de crédito sin cargos adicionales.

Una vez cargada, la cuenta puede invertirse en fondos cotizados indexados de empresas como Vanguard, BlackRock y State Street Global Advisors, lo que permite que incluso pequeñas cantidades vean un rendimiento con el tiempo.

Más que una cuenta de ahorro caritativo: un portafolio de impacto

“Esto no es solo un producto financiero, es una herramienta para la acción,” argumenta Cadogan. Parte del atractivo de Giving Funds es su capacidad para crear una experiencia personalizada que motive y oriente a los donantes. Por ejemplo:

  • Los usuarios reciben sugerencias de ONG basadas en sus intereses (medioambiente, salud mental, derechos humanos, etc.).
  • Se les anima a establecer un objetivo anual de donación basado en un porcentaje de su ingreso o una cantidad fija.
  • El historial de donaciones puede visualizarse en tiempo real, facilitando la planificación fiscal al cierre del año.

Además, GoFundMe utilizará su gigantesca base de datos de más de 1.5 millones de organizaciones benéficas ya registradas en la plataforma para conectar a los usuarios con causas relevantes en sus comunidades y redes sociales.

Un mercado en expansión (y cada vez más competitivo)

Desde hace más de una década, los DAFs han registrado un crecimiento constante, especialmente después de la crisis financiera de 2008. De acuerdo con Giving USA, en 2023 el 13% de toda la ayuda caritativa en EE. UU. vino de DAFs. La simplicidad, beneficios fiscales y flexibilidad los han convertido en una opción cada vez más popular. Algunas cifras lo demuestran:

  • Fidelity Charitable recaudó más de $11 mil millones en donaciones en 2023;
  • El total de contribuciones activas desde DAFs superó los $52 mil millones ese mismo año.

La innovación de GoFundMe busca competir no solamente con estas cifras, sino con su propia narrativa: pasar de ser “solo una plataforma de crowdfunding” a un ecosistema integral de ayuda mutua.

¿El fin del elitismo en la filantropía?

Una de las críticas más frecuentes a los DAFs tradicionales es su uso casi exclusivo por parte de los ultra-ricos como una herramienta de planificación patrimonial más que de altruismo inmediato. Por ello, figuras como Amy Weaver, actual directora de Direct Relief y ex CFO de Salesforce, alabaron la entrada de GoFundMe:

“Creo que GoFundMe podría ser un verdadero catalizador de la democratización de los DAFs. Es una marca reconocida, familiar y que ya atrae a donantes más pequeños.”

Weaver señaló que, solo en los últimos cinco años, su organización recibió más de 18,000 donaciones a través de DAFs por un total conjunto de $116 millones. La expectativa ahora es que Giving Funds pueda repetir ese impacto, pero con un público mucho más amplio.

¿Qué piensa el regulador? ¿Habrá consecuencias?

La popularidad de los DAFs no ha pasado desapercibida en Washington. En 2023, el IRS propuso sanciones para quienes abusen del sistema, reteniendo fondos indefinidamente sin transferirlos a causas benéficas. Asimismo, hay iniciativas en el Congreso que buscan imponer plazos máximos entre la donación al DAF y su distribución a ONGs.

Actualmente, los DAFs no están obligados a distribuir un porcentaje anual como sí lo están las fundaciones privadas (que deben donar al menos el 5% de sus activos anualmente), lo que ha generado controversia y acusaciones sobre ser “bodegas fiscales”.

GoFundMe, sin embargo, busca combatir esta percepción ofreciendo un entorno dinámico impulsado por algoritmos sociales y donativos visibles al instante — características ausentes en los offerings tradicionales del sector financiero.

El verdadero desafío: la cultura de la donación

Desde hace décadas, el total de donaciones en EE.UU. ha rondado el 2% del PIB. Más allá de plataformas innovadoras, el verdadero reto será que los estadounidenses —y en el futuro, usuarios globales— adopten una mentalidad de planificación y compromiso filantrópico a largo plazo.

Para Cadogan, el camino está claro: “Queremos que Giving Funds sea como una cuenta de ahorros para hacer el bien”. Una forma simple, visible y colectiva de promover el altruismo cotidiano.

Ahora queda ver si este nuevo modelo logra realmente inspirar a las masas y transformar una estructura históricamente elitista en una herramienta accesible, social y empoderadora. Lo cierto es que, por primera vez en mucho tiempo, la filantropía digital se hace menos fría, menos financiera y mucho más humana.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press