Choque diplomático entre Rusia y Azerbaiyán: represión, medios y tensiones latentes

Redadas policiales, detenciones y censura a medios rusos reflejan una nueva era de tensiones entre Moscú y Bakú tras muertes de ciudadanos azeríes bajo custodia rusa

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Un conflicto diplomático en ascenso

El conflicto entre Rusia y Azerbaiyán ha alcanzado un nuevo nivel de tensión, revelando grietas profundas en una relación que históricamente ha oscilado entre la cooperación y la desconfianza. En las últimas semanas, una serie de eventos —incluyendo muertes de ciudadanos azeríes en custodia rusa, redadas policiales en ambos países y la detención de periodistas de medios financiados por el Kremlin— ha encendido las alarmas diplomáticas.

Redada en Sputnik Azerbaiyán

El lunes, las autoridades azeríes llevaron a cabo una redada en las oficinas de Sputnik Azerbaiyán, un medio respaldado por el Kremlin. La operación culminó con la detención de siete personas, incluyendo al editor en jefe Yevgeny Belousov y al director del consejo editorial Igor Kartavykh. Las acusaciones incluyen fraude, emprendimiento ilegal y adquisición ilícita de propiedades.

Lo que hace especial esta redada es su trasfondo político: Sputnik ya había perdido su acreditación en febrero de este año y, según el Ministerio del Interior de Azerbaiyán, continuaba operando mediante “financiamiento ilegal”.

La empresa matriz, Rossiya Segodnya, se declaró "profundamente preocupada" por el operativo. Afirmaron que las autoridades azeríes bloquearon completamente las operaciones del medio, y que no se permitió el acceso consular ruso a los detenidos, lo cual representa una grave violación del derecho internacional en cuestiones de asistencia consular.

Muertes bajo custodia y represalias diplomáticas

El origen de esta nueva etapa del conflicto puede situarse en las muertes de dos ciudadanos azeríes, los hermanos Ziyaddin y Huseyn Safarov, quienes fallecieron mientras estaban bajo custodia de la policía rusa en Yekaterimburgo. Se reportó que tanto ellos como otros compatriotas fueron golpeados durante una redada, como parte de una investigación relacionada con asesinatos ocurridos décadas atrás.

El hecho indignó a la sociedad y al gobierno de Azerbaiyán, que lanzó su propia investigación criminal y consideró las muertes como producto de torturas, describiendo a sus ciudadanos como “prácticamente indefensos”. Según la Fiscalía General de Azerbaiyán, ambos murieron por choques postraumáticos y múltiples heridas internas.

El Kremlin responde y se defiende

Pese a las fuertes acusaciones, el Comité de Investigación de Rusia se ha mantenido al margen, limitándose a decir que una de las muertes fue causada por insuficiencia cardíaca y que se están llevando a cabo autopsias para determinar la causa de la otra. El Kremlin, por su parte, ha calificado las detenciones de periodistas como una medida "que no se ajusta al espíritu de cooperación ruso-azerí".

Mientras tanto, las represalias diplomáticas de Bakú no se hicieron esperar. Canceló una esperada visita de funcionarios a Moscú, suspendió eventos culturales rusos en su territorio y mostró signos de acercamiento estratégico a Ucrania. Esto último quedó evidenciado tras la visita de un alto diplomático ucraniano a Bakú en mayo, así como en la decisión del presidente Ilham Aliyev de no asistir al desfile del Día de la Victoria en Moscú.

Una tensión que viene de lejos: el accidente aéreo

Las tensiones entre ambos países no son nuevas. Ya en diciembre de 2024, se produjo un grave incidente cuando un avión de pasajeros de Azerbaiyán fue objeto de un ataque inadvertido cerca de Grozni, capital de Chechenia, y posteriormente se estrelló en Kazajistán. El presidente Aliyev culpó directamente a Rusia y sostuvo que las defensas antiaéreas rusas intentaban interceptar un posible ataque ucraniano, generando confusión electrónica que “descontroló” la aeronave.

Putin, en un movimiento poco habitual, pidió disculpas a Aliyev calificando el incidente como una “tragedia”, pero sin asumir responsabilidad directa. Aquella señal fue el preludio del enfriamiento progresivo de las relaciones bilaterales.

Los medios como campo de batalla

En el contexto actual, los medios se han convertido en una pieza clave en la batalla por el relato. Sputnik Azerbaiyán, como órgano de propaganda rusa, ha sido uno de los más agresivos en criticar a las autoridades azeríes en los últimos meses, lo que aumentó su persecución tras la retirada de la acreditación oficial. Para Azerbaiyán, controlar este tipo de narrativas extranjeras se ha vuelto crucial en una época de tensión.

“Todos estos actos carecen de fundamento legal y representan una clara censura de prensa”, declaró Rossiya Segodnya. La empresa también acusó a Bakú de actuar con hostilidad contra una prensa extranjera que debería estar protegida por convenios internacionales.

Contexto geopolítico: Rusia pierde terreno en el Cáucaso

Este conflicto no debe verse de modo aislado. Tras el debilitamiento estratégico de Rusia debido a su guerra en Ucrania, varias exrepúblicas soviéticas han comenzado a alinearse con potencias alternativas. Azerbaiyán es uno de los países más proactivos en esta “reorientación geopolítica”.

Desde 2022, Bakú ha reforzado su relación con Turquía y ha buscado ampliar vínculos con Occidente y con Ucrania, planteando un dilema para Moscú, que históricamente veía en Azerbaiyán una esfera de influencia estable y aliada.

Históricamente, Rusia ejerció una influencia significativa en los conflictos regionales del Cáucaso Sur, como en el caso de Nagorno-Karabaj entre Azerbaiyán y Armenia. Pero ahora, con su presencia militar debilitada, su eficacia como mediador ha caído, y sus aliados comienzan a buscar caminos alternativos. Una señal clara fue el anuncio de Azerbaiyán el pasado abril de que retiraría algunas de las competencias del contingente de paz ruso en Karabaj.

¿Qué está en juego?

Lo que está en juego en esta crisis es más que un conflicto mediático o diplomático. Se trata de una lucha por la narrativa, por la soberanía informativa y por el posicionamiento estratégico en una región clave. Rusia, debilitada internacionalmente, responde con inercia e intimidación; Azerbaiyán, fortalecido económicamente por su energía y políticamente por nuevas alianzas, intenta sacudirse la sombra rusa.

Pero en el centro de todo están las vidas humanas: las de los hermanos Safarov, las de periodistas detenidos y, en el trasfondo, las de miles de migrantes del Cáucaso que son víctimas de discriminación racial y religiosa en territorio ruso.

Como dijo Sayfaddin Huseynli, hermano de los muertos en custodia, “fue una acción cruel e inhumana contra los migrantes por parte de Rusia, un acto de intimidación”. Y esta cita encapsula el corazón moral del conflicto.

¿Un punto de no retorno?

Mientras continúa el conflicto ruso-ucraniano, y a medida que más exrepúblicas soviéticas reclaman autonomía estratégica, las tensiones entre Rusia y Azerbaiyán podrían marcar un nuevo patrón en el deterioro de la influencia rusa en el espacio postsoviético. Una influencia otrora política y militar, que hoy va cuesta abajo, enfrentando desafíos diplomáticos y simbólicos como la redada a un medio financiado por el propio Kremlin.

Este episodio podría ser tan solo el primer paso de una fractura mayor que reconfiguraría las relaciones de poder en toda la región del Cáucaso, con efectos que resuenen en la política global.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press