Drones en Guerra: Cómo Ucrania y Rusia Están Redefiniendo el Conflicto con Tecnología No Tripulada

El conflicto entre Rusia y Ucrania se ha convertido en un campo de pruebas para la guerra del futuro, donde los drones son protagonistas de una escalada sin precedentes

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Una guerra que se libra en el aire

Desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, el conflicto se ha transformado en un terreno fértil para la innovación bélica. Drones de ambos bandos vuelan los cielos no solo como instrumentos de observación, sino como armas de precisión que están marcando el rumbo de una guerra que va más allá de trincheras y misiles convencionales.

En junio de 2024, Rusia alcanzó un nuevo récord al lanzar 5,438 drones en un solo mes contra el territorio ucraniano, según datos oficiales recopilados por diversas fuentes. Mientras tanto, Ucrania intensifica su producción nacional de drones, con el presidente Volodímir Zelensky priorizando esta tecnología como armamento estratégico.

Zelensky: "La prioridad son los drones de largo alcance"

"La prioridad son los drones, los drones interceptores y los drones de ataque de largo alcance", afirmó Zelensky en una publicación en Telegram a finales de junio. El mandatario reconoció que Rusia está invirtiendo fuertemente en capacidades no tripuladas y que Ucrania debe incrementar su capacidad de respuesta.

La evidencia de esta intensificación cruzada se materializó con el ataque exitoso de un dron ucraniano a una planta industrial en Izhevsk, Rusia, a unos 1,000 km al este de Moscú. El objetivo fue la Planta Electromecánica Kupol, que fabrica sistemas de defensa aérea y drones para el ejército ruso. El ataque causó varios heridos y un incendio, obligando a evacuar a los trabajadores.

La evolución tecnológica en tiempo real

Ambos países han transformado el campo de batalla en un laboratorio para el desarrollo de tecnología no tripulada. Desde drones kamikazes —que explotan al impacto— hasta modelos de reconocimiento con inteligencia artificial integrada, esta guerra introduce una nueva era de guerra automatizada.

En el pasado, los drones eran utilizados principalmente por potencias como Estados Unidos para misiones de vigilancia o ataques contra objetivos designados con precisión quirúrgica. Hoy, Ucrania ha demostrado que incluso una nación bajo asedio puede innovar en su producción de armamento no convencional.

¿Una Guerra de Industrias?

En muchos sentidos, esta guerra se está convirtiendo en una contienda entre complejos militares-industriales. Mientras Rusia recurre a industrias como la planta Kupol para sustentar su ofensiva, Ucrania ha incentivado su propio ecosistema militar.

El ataque a la planta rusa recuerda que las infraestructuras críticas también son objetivos prioritarios. De hecho, Ucrania ha venido ejecutando ataques con drones a sitios como depósitos de armas, centros logísticos y radares de alerta temprana en el interior del territorio ruso, incluso a más de 1,800 kilómetros de distancia.

Rusia responde con los drones Shahed

La contraparte rusa —más poderosa en términos de recursos militares— ha desarrollado una adaptación de los drones Shahed de origen iraní que sigue causando estragos. En solo una noche, Rusia lanzó 52 drones Shahed y modelos señuelo contra Ucrania, según informes de la fuerza aérea ucraniana.

Uno de los ataques más recientes con drones Shahed afectó a la ciudad sureña de Zaporizhzhia, dejando a más de 1,600 hogares sin electricidad. Estas acciones demuestran que los civiles continúan siendo víctimas de este conflicto deshumanizado, donde las máquinas muchas veces deciden más rápido que los humanos.

¿Dónde queda la diplomacia?

El teniente general retirado de EE. UU., Keith Kellogg, condenó en la plataforma X los ataques rusos sobre zonas civiles, criticando la negativa del Kremlin a negociar un cese al fuego. "Rusia no puede seguir ganando tiempo mientras bombardea zonas civiles", declaró.

Sin embargo, el avance diplomático sigue siendo minimalista. Entre marzo y abril de 2024, Estados Unidos no otorgó nueva ayuda militar a Ucrania, lo que incrementó la incertidumbre sobre el futuro del apoyo occidental. Europa, por su parte, superó por primera vez a EE. UU. en ayuda total al conflicto desde junio de 2022, según el Instituto de Kiel, con 72 mil millones de euros frente a 65 mil millones de dólares proporcionados por EE.UU.

La geografía del conflicto: sin lugar seguro

El hecho de que un dron ucraniano pueda impactar en Izhevsk, y otro en Orsk —a 1,800 kilómetros de la frontera ucraniana—, refleja que esta guerra ha borrado los límites geográficos del peligro. Ningún lugar en Rusia parece estar completamente fuera del alcance del nuevo poderío aéreo de Ucrania.

Se trata de una cacería tecnológica, donde el que se adapta más rápido, sobrevive y golpea con mayor precisión. Los mapas de combate ya no solo muestran territorios ocupados, sino líneas de vuelo de aparatos no tripulados que definen la estrategia del día.

La guerra del mañana, hoy

La evolución de esta guerra podría sentar las bases de doctrinas bélicas para las próximas décadas. Ya no se trata solo de número de tropas o tanques, sino de quién tiene más capacidad autónoma y fabricación escalable de drones.

  • Israel, por ejemplo, ha implementado sistemas de interceptación autónomos en conflictos previos.
  • Turquía se hizo célebre por sus drones Bayraktar TB2, que fueron claves para Ucrania en fases iniciales de la guerra.
  • China ha invertido fuertemente en desarrollo de enjambres de drones con capacidades coordinadas.

Estos países, entre otros, observan atentamente el conflicto como un manual práctico de estrategia futurista.

Una moral en zona gris

Pese a la eficacia tecnológica, estas herramientas también plantean preguntas éticas inquietantes: ¿Quién responde cuando un dron falla? ¿Qué principios guían un ataque autónomo? ¿Dónde queda la rendición o el valor del combate directo?

El creciente apoyo popular a herramientas "infalibles" podría provocar una erosión paulatina del juicio moral en los conflictos armados. Como ya señalaba el politólogo P. W. Singer: "Las guerras del mañana podrían ser las menos humanas de todas".

Una guerra sin fecha de caducidad

Con cada nuevo modelo de dron desplegado, y cada fábrica alcanzada en el interior enemigo, el conflicto se aleja más de una solución negociada. Ni Rusia ni Ucrania —al menos por ahora— parecen dispuestos a retroceder en una carrera tecnológica que cada vez les exige más.

Mientras tanto, Europa y EE.UU. debaten el nivel de compromiso que deben asumir. Las industrias armamentistas y las startups de defensa viven una bonanza sin precedentes. Al mismo tiempo, miles de civiles pierden electricidad, hogares o la vida bajo el zumbido de un artefacto invisible.

El campo de batalla ha cambiado, y con él, el alma de la guerra.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press