El auge de los centros de datos de IA en EE.UU. y la lucha por el control de sus costos energéticos
Mientras Carolina del Norte celebra una inversión de $500 millones en una nueva planta de Jabil, Georgia debate cómo frenar el impacto de la creciente demanda energética impulsada por la inteligencia artificial
La inteligencia artificial no solo está reformando industrias, automatizando procesos y transformando la vida cotidiana; también está provocando una reconfiguración del mapa energético y económico de Estados Unidos. En este blog analizamos cómo el crecimiento de los centros de datos asociados a la nube e IA está impactando a dos estados: Carolina del Norte y Georgia.
El anuncio de Jabil Inc.: Carolina del Norte como nodo tecnológico
La multinacional Jabil Inc., con sede en Florida y presencia en más de 30 localidades en todo Estados Unidos, ha confirmado una inversión colosal de $500 millones en el condado de Rowan (a unos 72 kilómetros al noreste de Charlotte, Carolina del Norte).
El proyecto tiene como objeto la construcción de una instalación de fabricación para apoyar centros de datos enfocados en computación en la nube e inteligencia artificial. La decisión, impulsada por la creciente demanda de infraestructura de datos, traerá consigo la creación de 1,181 empleos para el año 2030, con salarios promedio de $62,000 anuales.
Matt Crowley, vicepresidente ejecutivo de Jabil, explicó en un comunicado: “El impulso por construir centros de datos de IA solo se está acelerando en Estados Unidos. Estamos emocionados por satisfacer esa demanda, escalar capacidades y empoderar las soluciones del futuro.”
La carrera por atraer inversiones: Carolina del Norte vs. Florida
Según el Departamento de Comercio estatal, Carolina del Norte tuvo que competir con Florida para albergar el nuevo centro. El incentivo total que el estado y gobiernos locales ofrecieron supera los $21 millones, y de cumplirse las metas de empleo e inversión, Jabil podrá recibir hasta $11.3 millones en pagos directos en un plazo de 12 años, a través del programa Job Development Investment Grant.
Este impulso confirma que estados con terrenos disponibles, incentivos regulatorios y una red eléctrica robusta están convirtiéndose en polos cruciales del crecimiento tecnológico.
Georgia y su dilema energético: ¿Quién paga la revolución digital?
Mientras Carolina del Norte celebra, en Georgia la historia toma otro rumbo. Compañías como Georgia Power, la principal proveedora de electricidad del estado, enfrentan presión por responder a la creciente demanda provocada por este mismo auge de centros de datos.
Esta semana, los reguladores aprobaron un plan para congelar las tarifas eléctricas base hasta 2028, una medida celebrada por políticos en campaña como Tim Echols: “Congelar estas tarifas demuestra que estamos escuchando a los usuarios”.
Pero dicha decisión tiene matices. Las preocupaciones se centran en los $2,600 millones que Georgia Power podría necesitar para mejorar infraestructura y atender a centros de datos en expansión. Aunque la empresa asegura que no desplazará esos costos a los usuarios regulares, hay críticos que dudan de esa promesa.
Datos detrás del conflicto energético
- Georgia Power atiende a 2.3 millones de clientes, y en 2023 reportó ingresos de $11,300 millones y utilidades por $2,500 millones.
- Sus clientes residenciales ya pagan más de $175 al mes en promedio, alcanzando niveles récords debido a proyectos como los nuevos reactores nucleares en Plant Vogtle.
- Registros de la Comisión de Servicio Público de Georgia indican que las operaciones futuras relacionadas con centros de datos podrían provocar incrementos adicionales si no se manejan con cuidado.
Comisionados como Lauren McDonald intentaron sin éxito limitar el retorno sobre el capital al 11.5%, que actualmente se ubica en 11.9%, una pequeña diferencia de porcentaje que representa millones en beneficios para la empresa.
Resistencia política y social
Grupos ambientalistas y defensores del consumidor acusan que el congelamiento de tarifas es un aumento de tarifas en las sombras. Al no haber reducciones a pesar de las proyecciones positivas de ingresos, el acuerdo permite mantener altas ganancias sin mayor escrutinio sobre las operaciones.
Uno de los testigos expertos, John Wilson de la Southern Alliance for Clean Energy, dijo sin rodeos que hay una desconexión entre el crecimiento del sector energético y el bienestar del ciudadano promedio: “La promesa era presionar las tarifas hacia abajo, no congelarlas mientras el consumo aumenta.”
Incentivos versus impactos a largo plazo
Georgia Power ha conseguido usar créditos fiscales y otras estrategias financieras para evitar subir tarifas... por ahora. Pero los expertos advierten que después de 2028, podría darse una transferencia de costos dramática hacia los usuarios si el crecimiento de la demanda sigue desbordando la capacidad eléctrica actual.
La fase 3 del plan de generación de electricidad de Georgia aún se encuentra pendiente, y se proyecta una necesidad de ampliar significativamente la oferta. Esto pondrá a prueba las promesas hechas hoy.
La paradoja de la IA y el medio ambiente
Los centros de datos son los cerebros del nuevo orden digital, pero también consumen cantidades exorbitantes de energía. Un estudio de la Agencia Internacional de Energía (IEA, 2023) estimó que los centros de datos a nivel global consumieron alrededor del 1% de la electricidad mundial, pero esa cifra podría elevarse al 3% en 2030
En Estados Unidos, este crecimiento está ligado a la expansión del aprendizaje profundo, modelos lingüísticos y la necesidad de procesar exabytes de datos. Empresas como Amazon, Microsoft y Google lideran la construcción de nuevos centros de datos con demandas energéticas que superan ciudades enteras.
Este salto exponencial puede entrar en conflicto con los objetivos medioambientales, a menos que las fuentes renovables aumenten con la misma velocidad.
¿Es sostenible el crecimiento tecnológico?
Estados como Carolina del Norte parecen apostar por una estrategia de captación de inversiones tecnológicas agresivas, mientras que Georgia, aunque promueve crecimiento, trata de contenerlo con gestión fiscal predecible —al menos de cara a las elecciones.
Ambos modelos presentan fortalezas y riesgos. Uno prioriza el empleo y expansión industrial, el otro la estabilidad financiera inmediata. La incógnita es: ¿quién pagará el costo del crecimiento digital a largo plazo?
De lo que no cabe duda es que el mapa económico de EE.UU. se redibuja con chips, torres de enfriamiento, transformadores y nubes de datos. Y la inteligencia artificial no solo cambia industrias, también transforma paisajes, tarifas y elecciones.