Crisis solar: ¿el fin del incentivo fiscal amenaza el futuro de la energía limpia en EE. UU.?

El recorte de créditos fiscales renovables podría destruir miles de empleos y frenar una industria en auge

Un duro golpe a la industria solar residencial

En medio del debate legislativo en el Congreso estadounidense, un nuevo proyecto de ley propuesto por los republicanos amenaza con cortar de raíz las bases del crecimiento exponencial del sector de energías limpias: la eliminación del crédito fiscal del 30% para sistemas solares residenciales.

Este incentivo, extendido por la famosa Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) del presidente Joe Biden, se había convertido en una piedra angular del desarrollo renovable en Estados Unidos. La posible eliminación del mismo, estipulada en el nuevo plan económico presentado por legisladores republicanos, ha generado alarma tanto entre expertos como entre empresarios del sector energético.

Una industria en crecimiento amenazada

De acuerdo con datos del grupo empresarial E2 (Environmental Entrepreneurs), más de $20 mil millones en inversiones en energía limpia han sido anunciadas en Carolina del Norte en los últimos años. Sin embargo, incluso antes del debate del nuevo proyecto de ley, se había reportado la cancelación o el retraso de inversiones por un valor mayor a $14 mil millones este mismo año.

La medida más criticada por empresarios del sector es el fin anticipado del crédito fiscal residencial, el cual, según la legislación actual, estaba destinado a continuar hasta principios de la próxima década.

Empresarios en alerta ante el impacto laboral

Will Etheridge, CEO de Southern Energy Management en Raleigh, Carolina del Norte, alertó a sus 190 empleados en una carta interna: “La pérdida de este crédito fiscal significaría, casi con certeza, la pérdida de empleos en nuestro equipo”. Etheridge estima que entre 50 y 55 personas podrían quedar desempleadas en su compañía.

Este no es un caso aislado. Karl Stupka, presidente de NC Solar Now, empresa con 100 trabajadores, también ha advertido que más del 85% de su negocio proviene de instalaciones solares residenciales, y que el impacto en su empresa sería dramático: “Esperamos tener que despedir a la mitad de nuestro equipo”, declaró.

Una tendencia nacional bajo amenaza

Según la Asociación de Industrias de Energía Solar (SEIA), hay más de 263,000 personas empleadas en el sector solar en Estados Unidos, y muchas de esas posiciones están directamente vinculadas a la instalación de paneles solares en hogares.

La industria ha mostrado un crecimiento acelerado en la última década, duplicando su capacidad instalada cada 3-4 años. Esto ayudó no solo a reducir los costos de la energía solar —que se han desplomado más del 70% desde 2010— sino también a estabilizar redes eléctricas en zonas rurales, urbanas y suburbanas.

¿Subsidios o motor económico?

Los detractores del crédito fiscal, como Adam Michel del Cato Institute, lo ven como una dependencia innecesaria de recursos federales: “Si tu empresa necesita un grifo de dinero desde Washington para sobrevivir, entonces probablemente esa empresa no debería existir”.

Pero defensores como Etheridge retrucan esta postura. “Tomé la decisión de dejar mi empleo y endeudarme con mi abuela para fundar esta empresa, motivado por la estabilidad que brindaban estos créditos. Esto ahora parece una traición”, lamentó.

Política, mercado y daño colateral

El ex presidente Donald Trump calificó estos créditos como parte de un “engaño verde globalista”, y su propuesta —bautizada como el “Big Beautiful Bill”— busca recortar ampliamente los estímulos a la energía solar y eólica en favor de los combustibles tradicionales.

En un ejemplo de la presión política, el senador republicano Thom Tillis, de Carolina del Norte, votó contra la propuesta, a pesar del dominio conservador, luego de intensas conversaciones con empresarios. “La medida equivale a quitar estos beneficios al ciudadano común para dárselos únicamente a empresarios poderosos”, denunció Karl Stupka.

Una industria descentralizada, pero económica

La energía solar residencial no sólo ha beneficiado a empresas instaladoras, sino también a compradores particulares que buscan independencia energética. Según el Departamento de Energía de EE. UU., más de 3.4 millones de viviendas ya cuentan con sistemas solares instalados, con un ahorro promedio de entre $10,000 y $30,000 durante la vida útil del sistema.

Además, la mayoría de estas instalaciones son posibles gracias a la combinación de créditos fiscales, opciones de financiamiento y decrecientes costos tecnológicos.

El ángulo social del cambio climático

Eliminar estos incentivos no solo tendría repercusiones económicas. Desde una perspectiva social, podría acentuar desigualdades. “Estamos restringiendo el acceso a la energía solar limpia justo cuando más personas pueden beneficiarse de ella, especialmente en comunidades de bajos recursos”, afirmó Bob Keefe, director ejecutivo de E2.

Keefe añade: “Es una decisión regresiva. La energía solar se estaba democratizando. Ahora, volvemos a elitizarla”.

¿Qué vendrá después?

Si bien aún restan trámites legislativos antes de que el proyecto se convierta en ley definitiva, muchas empresas ya se preparan para cambios drásticos. Algunos empresarios planean acelerar contratos de instalación antes del final del año, en un intento desesperado por cumplir con clientes antes de que los créditos expiren.

“Veremos una ola desesperada de instalación de sistemas solares este otoño”, dijo Stupka. “La demanda por adelantar las instalaciones será brutal antes de que se cierren las oportunidades”.

¿Estrategia de descarbonización en riesgo?

La Casa Blanca y agencias como la EPA (Agencia de Protección Ambiental) han reiterado que alcanzar los objetivos del Acuerdo de París requiere apoyar el crecimiento de energías renovables. El plan planteado por los republicanos pone en duda seriamente la capacidad de EE. UU. para alcanzar la neutralidad de carbono para 2050.

La discusión sobre estas políticas no se ciñe únicamente al Congreso, sino que empieza a permear la vida diaria de miles de estadounidenses, desde inversionistas hasta trabajadores técnicos y amas de casa interesadas en reducir su factura energética.

Como dijo Etheridge con evidente frustración: “Esta no es solo una cuestión financiera, es también una cuestión de valores y futuro. ¿Estamos dispuestos a retroceder cuando todo el mundo está avanzando?”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press