Lee Jae Myung entre tarifas, Trump y Corea del Norte: ¿una nueva era para Corea del Sur?
A un mes de su toma de posesión, el presidente surcoreano enfrenta una tormenta geopolítica: las negociaciones comerciales con Trump, el desafío de Pyongyang y el equilibrio entre China y EE. UU.
Un nuevo presidente en medio de viejos conflictos
Lee Jae Myung, el recientemente investido presidente de Corea del Sur, asumió un cargo más complicado de lo que muchos preveían. En tan solo 30 días ha tenido que enfrentarse a desafíos que pondrían a prueba a cualquier veterano político: la renegociación de tarifas comerciales con Estados Unidos, las aún escarchadas relaciones con Corea del Norte, y una economía nacional que tiembla ante una potencial recesión.
El liberal Lee llegó al poder tras vencer en unas elecciones anticipadas provocadas por el controvertido mandato de su predecesor, Yoon Suk Yeol, quien fue destituido después de imponer sin éxito la ley marcial en diciembre pasado. Ahora, Lee promete un enfoque más pragmático en política exterior, sin abandonar la alianza con EE. UU., pero tratando de restablecer puentes con China, Rusia y, sobre todo, Corea del Norte.
Un pulso tarifario con Trump lleno de incertidumbres
Uno de los frentes que más dolores de cabeza da al nuevo presidente son las negociaciones con el gobierno de Donald Trump sobre nuevas tarifas a productos surcoreanos. Trump, retomando su vieja agenda de “America First”, ha establecido un plazo que culmina el 8 de julio para alcanzar un acuerdo que acrescente la participación militar y comercial de Corea del Sur.
Según el presidente Lee, estas conversaciones han sido “claramente difíciles”. Y no es para menos: Washington desea nuevas tarifas de hasta el 25% para productos clave surcoreanos como semiconductores y automóviles, en tanto que también se especula que Trump exigirá mayor financiamiento surcoreano para las bases militares estadounidenses en la península, que albergan unos 28,000 soldados.
“Es difícil decir con certeza si llegaremos a un acuerdo antes de la fecha límite”, confesó el presidente Lee en su primera conferencia de prensa, añadiendo que ambas partes aún tratan de entender lo que realmente quieren lograr.
¿Un socio o una amenaza? La posición de Corea del Norte
Ninguna presidencia surcoreana puede verse exenta de la cuestión norcoreana. Para Lee, el enfoque parece iniciar con la reanudación del diálogo, pero no sin asumir que hay niveles de desconfianza altísimos entre ambas Coreas.
“Debemos mejorar nuestras relaciones con Corea del Norte con base en una cooperación sólida y confiable con Estados Unidos”, señaló el nuevo mandatario.
Lee incluso ha parado las transmisiones de propaganda dirigidas al Norte desde zonas fronterizas, además de prohibir los globos con panfletos disidentes, enviados frecuentemente por activistas, lo cual había tensado aún más las relaciones intercoreanas.
Desde 2019, cuando fracasaron las conversaciones nucleares entre Trump y Kim Jong Un, Corea del Norte ha evitado cualquier diálogo, acercándose activamente en cambio a Rusia, en el marco de la guerra con Ucrania. Pyongyang ha ofrecido tropas y armamento a Moscú, recibiendo a cambio apoyo económico y militar.
Lee ha declarado que estaría dispuesto a apoyar una nueva iniciativa de Trump para reunirse con Kim Jong Un, si eso lograra devolver estabilidad a la región. Sin embargo, sus críticos temen que esta postura lo haga parecer ambiguo y débil, particularmente ante el régimen autoritario de Pyongyang.
Una tormenta económica avanza
Más allá de la política exterior, la economía surcoreana sufre fuertes sacudidas. La posibilidad de tarifas impuestas por EE. UU. podría minar significativamente el desempeño de las exportaciones, responsables de más del 40% del PIB nacional. Productos como los chips, automóviles y baterías de litio se encuentran en el ojo del huracán.
Al mismo tiempo, el índice KOSPI mostró una leve recuperación del 1%, señal de que los mercados también están atentos y reaccionando a las noticias que emanan de estos encuentros diplomáticos. Los corredores de bolsa siguen de cerca el comportamiento del won surcoreano, que también se juega su estabilidad ante movimientos monetarios derivados del proteccionismo norteamericano.
Mientras tanto, la visita del ministro de comercio surcoreano Yeo Han-koo a Washington marcará un momento de vital importancia. Las reuniones con representantes clave como Jamieson Greer y el Secretario de Comercio Howard Lutnick podrían definir no solo los próximos meses de economía, sino derechamente el futuro político del presidente Lee.
Geopolítica asiática en transformación
Mientras Corea del Sur lucha por mantener su competitividad, otros países asiáticos también se ven sacudidos por las decisiones comerciales de Trump. Vietnam, por ejemplo, logró un acuerdo gracias al cual los productos estadounidenses tendrán 0% de aranceles, mientras los vietnamitas pagarán 20% al ingresar a Estados Unidos.
El chantaje arancelario de Trump ha llevado a analistas como Mizuho Bank a advertir sobre una nueva presión geoeconómica que pone en riesgo a diversos países asiáticos, entre ellos Corea del Sur, excepcionalmente dependiente del comercio con EE. UU. y China simultáneamente.
“Una tarifa del 40% a productos sospechosos de ser reexportados desde China vía Vietnam podría multiplicar el riesgo regional”, afirmaron analistas del banco japonés.
La dualidad diplomática: ¿puede sobrevivir?
Lee Jae Myung busca reposicionar a Corea del Sur como un actor independiente y diplomáticamente versátil. Pero ¿es esto realista en un entorno internacional cada vez más polarizado?
El presidente ha intentado consolidar sus lazos con EE. UU. sin alejarse tanto de China y Rusia, una postura que muchos califican como una cuerda floja diplomática. En teoría, ofrece pragmatismo; en la práctica, podría generar desconfianza de todos los lados.
Según expertos del Instituto Sejong, uno de los think tanks más influyentes del país, lo fundamental será la capacidad de Lee para gestionar simultáneamente las crisis internas y externas. Su credibilidad está puesta a prueba no tanto por su pasado populista, sino por la necesidad de resultados rápidos ante un electorado escéptico y dividido.
Una encuesta reciente realizada por Gallup Korea indica que solo un 47% del público aprueba su desempeño hasta ahora, con una mayoría preocupada por la economía.
¿Y ahora qué?
Está claro que el primer mes del presidente Lee ha sido todo menos ceremonial. Su gestión está marcada por la urgencia de redefinir el lugar de Corea del Sur en el nuevo orden mundial post-pandemia y pre-electoral en los Estados Unidos. Su éxito o fracaso no solo dependerá de los tratados que firme o las cumbres que convoque, sino también de su capacidad para mantener la estabilidad social y económica dentro de sus fronteras, mientras Corea del Norte y el proteccionismo estadounidense elevan la tensión.
Lo que ocurra hasta el 8 de julio será clave. De no lograrse un acuerdo, los productos surcoreanos podrían ser golpeados con fuertes aranceles. El impacto en sus exportaciones será inmediato, y su impacto político, probablemente duradero.