‘Alcatraz de los Cocodrilos’: el polémico centro de detención migratoria en los Everglades que divide a Florida
Una instalación construida en tiempo récord, bajo el liderazgo del gobernador Ron DeSantis, desata críticas por su ubicación, condiciones y motivaciones políticas
Una cárcel en medio del pantano: ¿disuasión o deshumanización?
La construcción de un nuevo centro de detención para migrantes en Ochopee, Florida, ha causado una tormenta política, mediática y social. Conocido informalmente como “Alligator Alcatraz” (o “El Alcatraz de los Cocodrilos”), este complejo ha puesto a los Everglades de nuevo en el centro del debate migratorio en Estados Unidos.
Impulsado por el gobernador Ron DeSantis y presentado como una medida de disuasión frente a la migración irregular, el centro fue erigido en apenas ocho días. Su construcción responde a una política estatal paralela a la del gobierno federal, que aún intenta marcar distancia frente a esta iniciativa. ¿Estamos ante una solución a la inmigración irregular o presenciamos un experimento extremo que pisotea los derechos humanos y ambientales?
Detalles del centro: tecnología, seguridad y simbolismo
La instalación está ubicada en el aeropuerto de entrenamiento Dade-Collier, en pleno corazón de los Everglades. Tiene capacidad inicial para 3,000 detenidos, pero se prevé alcanzar los 5,000 para julio. Entre sus llamativas características se incluyen más de 200 cámaras de seguridad, 28,000 pies (8,500 metros) de alambre de púas y 400 agentes de seguridad.
En redes sociales, perfiles y representantes conservadores han promovido el sitio con humor negro: imágenes de cocodrilos con gorras de “ICE” (Immigration and Customs Enforcement) patrullando los perímetros. Por si fuera poco, la filial republicana de Florida lanzó una campaña de merchandising vendiendo camisetas y enfriadores de cerveza con el distintivo "Alligator Alcatraz".
Inspiración carcelaria: Alcatraz como mensaje
El nombre informal del centro no es casualidad. Hace alusión directa a la penitenciaría de Alcatraz, célebre prisión ubicada en una isla de San Francisco, conocida por su dureza y su aparente imposibilidad de escape. Esta asociación simbólica refuerza lo que DeSantis y aliados quieren proyectar: un mensaje disuasorio ‘fuerte y claro’ para los migrantes: No son bienvenidos.
"Próxima parada: de regreso a donde vinieron", escribió James Uthmeier, fiscal general del estado, en la red social X. La retórica es clara y concisa, pero también despierta preocupaciones éticas. ¿Detener seres humanos en condiciones infrahumanas es una respuesta legítima al desafío migratorio?
Presión política y el programa 287(g)
Los detenidos en esta instalación provienen de arrestos realizados por policías locales bajo el programa 287(g). Este controversial acuerdo permite que autoridades estatales actúen con poderes federales para detener e interrogar migrantes en nombre de ICE. Es decir, Florida asume funciones de inmigración sin supervisión directa del gobierno federal.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ha sido enfático: “DHS no ha implementado, autorizado, dirigido ni financiado el centro temporal de detención de Florida”. Esto establece una línea divisoria fundamental: el gobierno de Biden no quiere responsabilidades en los posibles abusos que puedan surgir del experimento floridano.
Preocupaciones ambientales: los Everglades bajo amenaza
Las críticas por la ubicación del centro no han tardado en llegar. Activistas ambientales, defensores de derechos humanos y naciones tribales han alzado la voz: el centro se encuentra en una zona ecológica frágil y representa una amenaza directa al equilibrio medioambiental de los Everglades. Hay denuncias sobre las consecuencias del tráfico de camiones, la construcción improvisada y los residuos generados por el centro.
Además, se han reportado inundaciones en las tiendas del complejo, justo durante la visita inaugural del expresidente Donald Trump. La zona es propensa a fuertes lluvias, y aunque el gobierno asegura que puede resistir huracanes de categoría 2, los incidentes tempranos hacen pensar lo contrario.
Para las tribus originarias, el terreno donde se erige el complejo es tierra sagrada. La falta de consulta o consentimiento representa una agresión a sus derechos y creencias culturales. Esto ha fomentado protestas y campañas legales paralelas.
Condiciones humanas: calor, insectos y aislamiento
Detener seres humanos en un pantano subtropical plantea desafíos significativos. Altas temperaturas, humedad extrema e insectos son parte del entorno habitual de los Everglades. Según grupos de derechos humanos, mantener personas detenidas en tiendas de campaña bajo estas condiciones es simplemente inhumano.
No existen informes detallados sobre servicios sanitarios, acceso a salud, alimentación ni asistencia legal dentro del centro. La rapidez con la que fue construido (apenas ocho días) genera dudas legítimas sobre protocolos y estándares mínimos.
¿Una herramienta de campaña?
Para muchos analistas, “Alligator Alcatraz” representa también un movimiento político de DeSantis y Trump rumbo al 2024. Ambos usan la retórica antiinmigrante como estandarte electoral y han hecho del centro un símbolo propagandístico: orden, fortaleza, soberanía estatal.
Durante su visita, Trump aplaudió el centro, aunque el DHS buscó marcar distancia con declaraciones cuidadosamente redactadas. Al mismo tiempo, ambos líderes usan imágenes del centro en sus plataformas de campaña, refuerzan el miedo y llaman a la base conservadora a apoyarlos contra un supuesto “caos fronterizo impuesto por los demócratas”.
Reacciones y protestas
La oposición no se ha hecho esperar. Desde organizaciones nacionales como ACLU hasta comunidades indígenas locales, muchos han condenado la instalación como un precedente peligroso. Es una tendencia preocupante: estados que operan de forma autónoma medidas migratorias sin rendición de cuentas al gobierno federal.
Las protestas frente al centro, demandas judiciales para paralizar su funcionamiento y campañas en redes sociales marcan la resistencia de diversos sectores. Entre los argumentos principales están: violaciones a los derechos humanos, falta de transparencia, impacto ecológico e instrumentalización política del sufrimiento migrante.
Florida como laboratorio antiinmigrante
Desde hace años, Florida ha sido un estado clave en las batallas por el control migratorio. Bajo DeSantis, se han incrementado las deportaciones, eliminado protecciones para migrantes sin papeles y creado leyes específicas para disuadir la llegada de inmigrantes irregulares.
En 2022, el gobernador pagó vuelos para trasladar a migrantes desde Texas hasta Martha’s Vineyard en Massachusetts, un gesto político ampliamente criticado. El “Alcatraz de los Cocodrilos” podría considerarse otro capítulo de esta ofensiva estatal, convertida ahora en megaoperación simbólica.
¿Hacia dónde vamos?
Las preguntas fundamentales se acumulan: ¿Es legítimo construir centros de detención masivos con fondos estatales y sin supervisión federal? ¿Puede un estado erigirse en actor principal de la política migratoria nacional? ¿Dónde quedan los derechos de las personas detenidas, en su mayoría solicitantes de asilo?
Mientras los medios conservadores celebran el ingenio logístico y la dureza del centro, activistas y expertos denuncian un preocupante deterioro del Estado de derecho, los principios humanitarios y el equilibrio ambiental.
La batalla apenas comienza. “Alligator Alcatraz” promete ser más que un centro de detención transitorio: se perfila como uno de los símbolos más controversiales del nuevo giro punitivo en la política migratoria estadounidense.