Desplazamiento forzado en Tulkarem: el drama silencioso del pueblo palestino bajo asedio

Más de 1,000 familias enfrentan el desarraigo en la mayor ola de desplazamientos en Cisjordania desde 1967

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Un éxodo anunciado: la tragedia en números

Más de 1,000 familias palestinas han sido desplazadas en lo que va del año solo en Cisjordania, como resultado directo de las operaciones militares israelíes en campos de refugiados. El caso más reciente es el del campo de refugiados de Tulkarem, donde al menos 400 familias se han visto obligadas a abandonar sus hogares tras recibir órdenes de demolición que afectan a 104 edificaciones.

Los residentes, con apenas horas de anticipación, se vieron forzados a empacar sus pertenencias —colchones, electrodomésticos, ropa— en vehículos improvisados, y huir hacia lo desconocido. La situación se suma a un fenómeno devastador para la población civil de los territorios palestinos ocupados: el desplazamiento forzado.

La justificación israelí y la respuesta judicial

El ejército israelí argumenta que estas demoliciones son una “necesidad operativa” para garantizar la libertad de movimiento de sus fuerzas en zonas “con alto nivel de terrorismo”. Añaden que se consideraron otras opciones antes de aprobar las demoliciones.

Pese a la intervención de la Corte Suprema de Israel, que congeló temporalmente las demoliciones tras una petición presentada por el grupo de derechos humanos Adalah, los habitantes desplazados no han regresado a sus hogares por temor y desconfianza. La fecha límite otorgada al ejército para responder es el 2 de septiembre, lo que deja a cientos de familias en un limbo legal y humanitario.

La mayor ola de desplazamiento en la región desde 1967

Esta operación militar forma parte de una ofensiva más amplia lanzada tras el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023, y que ha tenido como uno de sus principales frentes varios campos de refugiados en el norte de Cisjordania, incluyendo Tulkarem y Nur Shams.

Según datos de OCHA (Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU), más de 60,000 palestinos han sido desplazados en 2024 por las operaciones militares israelíes, consolidando así la mayor ola de éxodo forzado en Cisjordania desde la Guerra de los Seis Días en 1967, cuando Israel ocupó el territorio.

El impacto humano: historias desde el exilio forzado

Subhi Hamdan, de 65 años, es uno de los expulsados. Narra con desesperación que le dieron solo un día para marcharse. Se había registrado para recibir ayuda económica de la Autoridad Nacional Palestina, pero hasta ahora no ha visto ningún tipo de asistencia. “No tenemos opción. No sabemos a dónde ir. No hay alquileres accesibles, y ni siquiera sabemos si alguien podrá ayudarnos”, lamentó.

Otro líder local, Faisal Salama, declaró que los desalojos siguen un patrón de sistematización. “¿Dónde vivirán estas familias? ¿A dónde irán? Su destino es incierto y desconocido”, dijo. Este tipo de declaraciones reflejan una profunda preocupación por un colapso humanitario prolongado en la zona.

Israel y la política de permanencia militar prolongada

Las fuerzas israelíes han anunciado que su presencia se mantendrá por lo menos un año en varios de los campos de refugiados intervenidos. Esta estrategia prolonga el sufrimiento de la población civil, ya que impide el regreso y la reconstrucción, al mismo tiempo que refuerza un ambiente permanente de vigilancia y tensión.

Diversas organizaciones de derechos humanos, tanto israelíes como internacionales, han criticado esta política. B’Tselem, una ONG israelí que documenta violaciones de derechos humanos en territorios ocupados, ha denunciado que la demolición de viviendas como castigo o medida preventiva constituye una violación del Derecho Internacional Humanitario.

Silencio de la comunidad internacional

Aunque algunas voces se han alzado contra estas medidas, como el Reino Unido y algunos países europeos que sancionaron recientemente a ministras israelíes de línea dura por incitar a la violencia, la respuesta global continúa siendo ampliamente tibia.

La Autoridad Palestina ha expresado sus deseos de revivir el proceso de paz desde Naciones Unidas, pero esto ocurre en un contexto donde la realidad diaria respira guerra y desplazamientos. Mientras los organismos internacionales emiten comunicados, las familias palestinas continúan perdiendo hogares construidos con años de esfuerzo.

Una tragedia con raíces históricas

El conflicto en Cisjordania y Gaza no es reciente. Desde la creación del estado de Israel en 1948, más de 5 millones de palestinos viven como refugiados, muchos en campos como Tulkarem, fundados tras la nakba (catástrofe) que acompañó la fundación del estado israelí.

Estos campos se diseñaron inicialmente como soluciones temporales, pero se han convertido en perpetuos centros de pobreza y marginación. Las recientes demoliciones no hacen más que profundizar décadas de desarraigo e incertidumbre.

Reflexiones finales: ¿qué futuro para Tulkarem?

El caso de Tulkarem no es un incidente aislado; es la manifestación concreta de una política sostenida que empuja a los palestinos al límite. Las demoliciones, bajo justificaciones de seguridad, operan como mecanismo efectivo de limpieza territorial. Y lo más grave es que esto ocurre con un eco global que apenas alcanza a un murmullo.

En palabras del escritor palestino Ghassan Kanafani: “Un pueblo sin tierra es un pueblo condenado a caminar eternamente”. Y eso es lo que hacen hoy los pobladores de Tulkarem: caminan entre escombros, cargando su historia, su esperanza y sus pertenencias sobre sus espaldas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press