La 'Alcatraz de los Aligátores': un ataque al ecosistema bajo el pretexto de frenar la inmigración

Florida convierte el corazón de los Everglades en un polémico centro de detención migratoria, entre intereses políticos, donaciones millonarias y un frágil equilibrio ambiental

Una prisión entre aligátores y panteras: el nacimiento de “Alligator Alcatraz”

En menos de dos semanas, un aeropuerto de entrenamiento abandonado en medio de los Everglades de Florida se ha transformado en uno de los experimentos más arriesgados y polémicos dentro de la política migratoria estadounidense: el centro de detención “Alligator Alcatraz”. Bautizado en alusión a la famosa prisión en la Bahía de San Francisco, esta nueva instalación busca disuadir la inmigración mediante su misma ubicación: aislada, húmeda, con fauna peligrosa y sin condiciones de vida a largo plazo.

Una tormenta llamada inmigración

“Estamos enfrentando una tormenta, y su nombre es inmigración”, dijo Jae Williams, portavoz del fiscal general de Florida, James Uthmeier, principal ideólogo del proyecto. Bajo esa lógica de emergencia, el estado movilizó su aparato de gestión de desastres con una eficiencia asombrosa. En solo días, brigadas instalaron tiendas, baños portátiles, asfalto y sistemas de seguridad como si se tratara de un huracán. Pero no había una catástrofe natural: había personas.

Naturaleza sacrificada: ¿cuál es el costo ecológico?

El terreno elegido para construir el centro está dentro de la Reserva Nacional Big Cypress, hábitat del puma de Florida, especie en peligro de extinción, y zona clave para muchos otros animales y plantas endémicas. La construcción supone un giro preocupante en décadas de esfuerzos ambientales.

Desde 2000, Florida ha recibido más de $3,900 millones en fondos estatales y federales para restaurar los Everglades, un ecosistema vital que fue dañado históricamente por la carretera Tamiami en 1928. Pese a ello, el estado asegura que el centro no tendrá impacto ambiental, por ser “temporal” y no contar con sistema de drenaje.

Grupos como Friends of the Everglades y el Center for Biological Diversity han demandado al estado. “Nuestros temores son grandes ahora y solo aumentarán si este proyecto se vuelve permanente”, afirmó Elise Bennett, abogada y activista ambiental.

Una prisión ‘exprés’, una fortuna millonaria

El centro consta de carpas y remolques rodeados por más de 8.5 kilómetros de alambre de púas, vigilados por personal de seguridad y cámaras. Costará al erario estatal $450 millones operar la instalación, una cifra que levanta cejas entre analistas y opositores políticos, especialmente al conocer que varias de las empresas contratadas tienen nexos estrechos con el Partido Republicano.

Entre ellas están CDR Companies, dirigida por Carlos Duart, un prolífico donante que ha dado millones a campañas de Ron DeSantis, Donald Trump y otros republicanos. “Nos contratan por hacer un trabajo excepcional”, dijo Duart, negando favoritismos. Sin embargo, para cinco legisladores estatales demócratas, esta acción no es más que “un esquema de pago por favores para enriquecer a donantes del GOP bajo el disfraz de control fronterizo”.

¿Detención o táctica de miedo?

Donald Trump visitó el centro esta semana acompañado por DeSantis, y su equipo no tardó en capitalizar la imagen: publicaron en redes un gráfico del expresidente junto a aligátores con gorras de ICE (Agencia Migratoria) bajo el eslogan “Make America Safe Again”.

Para activistas de derechos humanos, esta instalación refleja el uso de tácticas de miedo para presionar la autodeportación o desalentar la llegada de migrantes. “Esto no es una tormenta. Son personas”, puntualizó un representante de Amnistía Internacional. La instalación está ubicada a 72 kilómetros al oeste de Miami, con acceso limitado, sin transporte masivo ni opciones legales visibles.

El ‘know-how’ de huracanes aplicado a personas

El director de gestión de emergencias de Florida, Kevin Guthrie, aseguró que su equipo transfirió su experiencia en respuesta a huracanes para construir el centro: generadores portátiles, cocinas móviles, baños temporales, iluminación de campo y hasta una pista de aterrizaje de 3,200 metros: “Sabemos actuar sin burocracia ante cualquier emergencia”, dijo Guthrie.

Pero expertos indican que tratar una crisis humanitaria como un desastre natural es una receta para la tragedia. “La diferencia es que los damnificados por huracanes no están esposados ni tienen concertinas rodeándolos”, dijo Andrea Patiño Contreras, investigadora de migración.

El argumento de seguridad: ¿realidad o excusa?

El fiscal Uthmeier defendió el lugar por ser geográficamente inhóspito, rodeado de humedales y fauna peligrosa, lo que reduciría escapes. “No es amable para vivir, y eso es parte de su funcionalidad”, dijo. Pero esta declaración ha sido señalada como inhumana e incluso como una trampa legal basada en el aislamiento.

El senador demócrata Jason Pizzo denunció que tratar a los migrantes como si fueran prisioneros de alta peligrosidad distorsiona el principio legal de presunción de inocencia, ya que muchos no han cometido delitos sino faltas administrativas.

Detrás del telón: contratos, favores y millones

  • CDR Companies: implicada en logística, salud y emergencia. Inversión estatal: no revelada.
  • Granny’s Alliance Holdings Inc.: contrato por $3.3 millones para comida.
  • IRG Global Emergency Management: acuerdo por $1.1 millones para transporte y soporte operativo.

Todos estos contratos están ligados a empresas que han contribuido fuertemente a campañas del GOP. Según registros federales, Duart y sus compañías han apoyado a DeSantis desde su gubernatura hasta su intento presidencial.

¿Proyecto temporal o caballo de Troya de largo aliento?

DeSantis asegura que el centro es temporal y no se harán instalaciones permanentes como alcantarillado o cimientos. Sin embargo, precedentes históricos muestran que este tipo de proyectos rara vez se desmantelan. El campo de detención de Homestead, también en Florida, abrió como instalación temporal en 2014… y permaneció hasta 2020 bajo distintas administraciones.

“Una vez que se construye, es mucho más fácil simplemente justificar su continuidad”, señala Elise Bennett del Center for Biological Diversity. “No se trata solo de carpas y jaulas. Se trata de cómo normalizamos lo inaceptable.”

La narrativa de campaña: migración convertida en espectáculo

La instalación de “Alligator Alcatraz” se produce en pleno año electoral, con Trump buscando regresar a la Casa Blanca y DeSantis fortaleciendo su plataforma de ley y orden. Ambos han utilizado el tema migratorio como eje retórico, vinculando migración a delincuencia, drogas y caos.

Para muchos votantes conservadores, esto representa una acción firme. Para otros, es una cortina de humo que oculta problemas estructurales como la necesidad de reforma migratoria, desarrollo económico en países emisores de migrantes y cooperación internacional.

¿Qué sigue?

Mientras los primeros detenidos ya han sido recluidos, las demandas avanzan en cortes federales. El gobierno de EE. UU. aclaró que no autorizó ni financió la obra, pero Florida planea solicitar reembolso. Este vacío legal deja el proyecto en una zona gris, operativa pero cuestionada.

Con la batalla legal en curso y la presión política creciendo, queda claro que “Alligator Alcatraz” no es solo una instalación, sino el símbolo de una nueva etapa de criminalización de la migración en Estados Unidos. Y en el fondo de la ecuación, un ecosistema milenario y vulnerable podría pagar el precio más alto.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press