Moldavia y su camino hacia la Unión Europea: ¿Una esperanza firme o un sueño comprometido?

En medio de tensiones con Rusia y una crucial elección parlamentaria, el país más pequeño fronterizo con Ucrania trata de afianzar su candidatura a la UE con respaldo de Bruselas

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

CHISINAU, Moldavia – En una muestra de respaldo político sin precedentes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, António Costa, viajaron el viernes a la capital moldava, Chisináu, donde se reunieron con la presidenta Maia Sandu y el primer ministro Dorin Recean. Este encuentro bilateral cobra una importancia crítica pocas semanas antes de unas elecciones parlamentarias que podrían definir el futuro geopolítico de Moldavia.

Una visita con simbolismo geopolítico

El viaje de los principales líderes de la Unión Europea (UE) a Moldavia tiene como principal objetivo enviar un mensaje claro: Bruselas está firmemente comprometida con el futuro europeo de este país de 2.6 millones de habitantes. Desde su independencia tras la disolución de la URSS en 1991, Moldavia ha estado atrapada entre dos esferas de influencia: Rusia y Occidente.

En 2022, Moldavia recibió el estatus oficial de país candidato a la Unión Europea, el mismo día que su vecino en conflicto, Ucrania. La Comisión Europea ha insistido en que los dos procesos de adhesión son técnicamente independientes, pero se desarrollan en paralelo y comparten ciertas condiciones.

Camino hacia la UE: promesas y obstáculos

Moldavia se encuentra en el estadio más avanzado de integración europea de toda su historia moderna”, aseguró Daniel Voda, portavoz del Gobierno moldavo. Voda recalcó que la integración europea es ahora un camino irreversible y abrazado políticamente por las más altas instituciones del Estado.

Sin embargo, el camino hacia Bruselas no será ni corto ni sencillo. Para convertirse en miembro de pleno derecho de la UE, Moldavia debe cumplir una serie de reformas estructurales divididas en más de 35 capítulos que abordan temas que van desde la independencia judicial hasta la transparencia gubernamental, la economía de mercado y los derechos fundamentales.

Para apoyar estas reformas, la Unión Europea ha prometido hasta 1.900 millones de euros entre 2025 y 2027. Esta ayuda financiera se distribuirá para modernizar la administración pública, combatir la corrupción e impulsar sectores clave como la energía y las infraestructuras.

Elecciones parlamentarias claves y amenazas rusas

Pero más allá de las estadísticas y el papeleo comunitario, lo que realmente está en juego en Moldavia es su soberanía y su decisión sobre qué rumbo geopolítico seguir. Con unas elecciones parlamentarias pautadas para el próximo 28 de septiembre, la presión ha escalado.

El gobierno del Partido de Acción y Solidaridad (PAS), de orientación pro-europea, ha denunciado intentos constantes de interferencia por parte de Rusia a través de lo que se denomina una “guerra híbrida”: desinformación, ataques cibernéticos e injerencia electoral.

La agenda de la cumbre con la UE es una reafirmación del compromiso inquebrantable con la soberanía y la seguridad de Moldavia frente a los continuos ataques híbridos de Rusia”, se puede leer en una nota oficial del Gobierno moldavo.

Los analistas ya han advertido que Moscú ve estas elecciones como una oportunidad para revertir el rumbo pro-europeo del país. No es la primera vez que esto sucede: en las presidenciales de 2023, la presidenta Sandu fue reelegida apenas con una estrecha ventaja sobre una contrincante apoyada por sectores cercanos al Kremlin.

¿El talón de Aquiles? La candidatura de Ucrania

Radu Magdin, analista político de la firma Smartlink Communications, advirtió que una posible oposición europea a la adhesión de Ucrania podría terminar afectando seriamente las aspiraciones de Moldavia.

La mayoría parlamentaria del PAS o una coalición dirigida por ellos es esencial para convencer a Bruselas del compromiso genuino con la reforma”, explicó Magdin. “Pero si algún Estado miembro bloquea el proceso de Ucrania, eso puede trabar inevitablemente el de Moldavia.”

Ese riesgo se ve reflejado especialmente en países como Hungría, cuyo gobierno ha mantenido una posición ambigua respecto al conflicto ucraniano-ruso y ha obstruido decisiones favorables hacia Kiev.

El factor Transnistria: un polvorín congelado

Cualquier conversación sobre Moldavia y la UE está incompleta sin mencionar a Transnistria, una región separatista prorrusa que declaró unilateralmente su independencia en 1990. Aunque no está reconocida internacionalmente, cuenta con el respaldo económico y militar del Kremlin. Para Bruselas, la existencia de este "conflicto congelado" representa un factor de riesgo en la integración de Moldavia.

La UE ha hecho hincapié en soluciones pacíficas y el respeto de las fronteras internacionales, pero el caso transnistrio podría convertirse en un obstáculo si la situación estalla o si Moldavia decide forzar una reintegración en plena negociación de adhesión.

El mensaje de la delegación europea

Durante el encuentro en Chisináu, Ursula von der Leyen dejó claro el respaldo político: “Estamos aquí no solo para apoyar sino para acompañar a Moldavia en su camino hacia una pertenencia plena a la Unión.” Por su parte, António Costa reforzó el mensaje al afirmar que “la UE no puede permitirse tener vacíos geopolíticos en su vecindario inmediato.”

Este respaldo político se transforma también en diplomacia preventiva, dado el creciente temor de la UE a perder influencia en la región este de Europa ante una Rusia cada vez más autoritaria y expansionista.

¿Qué piensan los moldavos?

La opinión pública en Moldavia está dividida. Según una encuesta del Instituto Republicano Internacional publicada en mayo de 2024, un 58% de los ciudadanos apoya la adhesión a la UE, mientras que un 35% preferiría alinearse con la Unión Económica Euroasiática liderada por Rusia.

Entre los jóvenes y habitantes urbanos, el entusiasmo por la integración europea es mayor. Sin embargo, las áreas rurales y de mayoría rusoparlante muestran reticencia, temiendo pérdidas culturales y económicas. Para muchos, Bruselas aún es una promesa lejana frente a las necesidades inmediatas del día a día.

El largo camino aún por recorrer

El proceso de adhesión podría durar varios años, posiblemente una década o más. La experiencia de países como Croacia (que tardó 10 años en ingresar) o Turquía (candidato desde 1999 sin éxito) lo refleja con claridad. Moldavia necesita cambios profundos y sostenidos, no solo leyes, sino implementación efectiva y voluntad política duradera.

Como apuntó Daniel Voda, “La adhesión europea no es solo un destino, sino un proceso de transformación profunda para beneficiar a la población”.

Mientras tanto, la cumbre entre Moldavia y la UE ha servido para elevar el perfil internacional del país y enviar un mensaje claro: el lugar de Moldavia, para muchos de sus líderes y ciudadanos, está en Europa.

Queda por verse si las elecciones del 28 de septiembre mantendrán viva esa ambición o abrirán la puerta a nuevas turbulencias políticas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press