Gaza bajo fuego: hambre, esperanza y una tregua en juego

Mientras los civiles palestinos claman por paz y alimento, las negociaciones internacionales enfrentan obstáculos entre demandas políticas y realidades humanitarias

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Una nueva tregua en el horizonte... ¿o sólo otra ilusión?

En medio de un verano abrasador y una devastadora crisis humanitaria, Gaza vuelve a estar en el ojo del huracán. Con más de 2 millones de habitantes atrapados en una franja asediada, la reciente respuesta ‘positiva’ de Hamas a una propuesta de alto al fuego de 60 días ofrece una tenue luz de esperanza tras casi 21 meses de guerra constante. Pero tanto civiles como actores internacionales se preguntan: ¿puede esta tregua realmente llegar a buen puerto o es simplemente otra pausa fugaz en una tragedia prolongada?

La tragedia diaria: cifras que estremecen

Los recientes bombardeos israelíes han dejado al menos 14 palestinos muertos en diversos puntos de Gaza, mientras que otros 10 perdieron la vida buscando comida, según informaron funcionarios hospitalarios. Estas muertes elevan aún más el catastrófico saldo del conflicto: desde el inicio de las hostilidades el 7 de octubre de 2023, más de 57,000 palestinos han fallecido, más de la mitad de ellos mujeres y niños, según el Ministerio de Salud de Gaza. Del lado israelí, el ataque inicial de Hamas provocó la muerte de unas 1200 personas y la toma de 251 rehenes.

Palabras desde el sufrimiento

Jamalat Wadi, una de las cientos de miles de personas desplazadas dentro de Gaza, resumió el sentir colectivo: “Estamos cansados. Basta de hambre, basta de cierre de cruces. Queremos dormir en paz, sin escuchar aviones de guerra o drones o bombardeos.”

El calor asfixiante, que supera los 30º C, sólo agrava la situación de quienes acampan en condiciones precarias o se agolpan alrededor de camiones de ayuda humanitaria.

El papel de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF): ¿solución o provocación?

En medio de esta tragedia, la GHF, una organización respaldada por EE.UU. e Israel, ha generado controversias tanto por su sistema de distribución de ayuda como por su relación con las autoridades israelíes. Según informes, el acceso a los cuatro sitios de distribución de la GHF implican atravesar áreas controladas militarmente por Israel, separadas por cientos de metros.

A pesar de que las autoridades de la organización niegan que haya habido tiroteos en sus instalaciones, usuarios y funcionarios señalan que al menos 613 palestinos han muerto intentando obtener ayuda en el último mes, según la ONU. Además, dos trabajadores humanitarios estadounidenses resultaron heridos en un ataque con granadas en una de estas instalaciones, un incidente que GHF atribuye sin pruebas a Hamas.

Hambre como arma de guerra

La comunidad internacional ha puesto en duda la eficacia —e imparcialidad— del modelo de ayuda de la GHF. Naciones Unidas y otras ONG humanitarias lo acusan de violar principios humanitarios y de utilizar la ayuda alimentaria como arma política. Israel alega por su parte que Hamas desvía recursos proporcionados por la ONU, hecho que esta última desmiente rotundamente.

Mientras tanto, en Gaza se vive una catástrofe alimentaria. Desde el colapso de la agricultura local y otras fuentes de alimentos, los habitantes de la franja dependen casi exclusivamente de la asistencia internacional. Las imágenes de centenares de personas tratando de interceptar camiones de ayuda antes de que lleguen a los puntos oficiales son prueba de la desesperación.

Una historia repetida: de treguas y traiciones

Las negociaciones entre Hamas, Estados Unidos e Israel enfrentan varios escollos clave. Mientras Hamas exige que cualquier tregua inicial se transforme en una retirada militar israelí completa y un fin total de la guerra, el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu ha insistido en que la lucha continuará hasta lograr la “destrucción de Hamas”.

Las palabras optimistas de Washington contrastan con la tensa realidad sobre el terreno. Estados Unidos ha sido el principal mediador en las negociaciones de tregua desde hace meses, pero hasta ahora todas las propuestas se han derrumbado por falta de garantías.

Se espera que Netanyahu se reúna el lunes en Washington con el presidente Donald Trump —uno de los principales promotores del acuerdo más reciente—, en un intento por cerrar filas ante las presiones internacionales y las divisiones internas en el gobierno israelí.

Una tregua de 60 días: ¿bastará?

La propuesta estadounidense contempla una pausa de dos meses, durante los cuales se facilitaría el ingreso de ayuda y el retorno de decenas de rehenes. La respuesta de Hamas ha sido calificada como “positiva”, pero queda aún mucho por negociar sobre los mecanismos de implementación.

Lo cierto es que ningún alto al fuego tiene posibilidades de éxito si la población civil no percibe un cambio tangible. El hambre, la inseguridad y la desconfianza minan cualquier intento de pacificación real. Como dijo un enfermero en Khan Younis, tras ver caer bombas sobre los campamentos de desplazados: “¿De qué sirve una tregua si seguimos enterrando a nuestros hijos?”

Un médico, sus hijos y una historia truncada

Uno de los ataques más impactantes de los últimos días ocurrió en Muwasi, una zona costera supuestamente “segura” donde miles de habitantes se refugiaban en tiendas de campaña. Un bombardeo mató a un médico palestino y a sus tres hijos. El drama humano trasciende lo militar y abate incluso a los pocos profesionales de la salud que aún pueden ejercer en Gaza.

El hospital Nasser, en Khan Younis, confirmó también la muerte de al menos ocho personas en otro sitio de distribución de ayuda en Rafah. No está claro si las víctimas se hallaban próximas a la GHF, pero la masacre refuerza el clamor sobre los peligros que representa actualmente cualquier intento de obtener comida o agua.

¿Hay futuro para Gaza?

La guerra entre Israel y Hamas ha alcanzado nuevas cimas de destrucción, y con cada semana que pasa, la esperanza se hace más lejana. Pero incluso en la oscuridad más absoluta, hay quienes siguen buscando soluciones: voluntarios que reparten bolsas de harina bajo el fuego, madres que acunan a sus hijos entre escombros, jóvenes que escriben mensajes de paz en redes sociales.

En palabras de una cooperante extranjera evacuada tras el ataque en Khan Younis: “No vinimos aquí por política. Vinimos aquí por humanidad. Gaza no necesita más armas. Necesita agua, pan y compasión.”

La historia sigue escribiéndose. Y con cada línea de dolor, se espera que también haya espacio para la justicia, la verdad y finalmente, la paz.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press