La gran apuesta de Trump: recortes fiscales, recortes sociales y una batalla política en puerta
La legislación estrella del expresidente promete alivios impositivos, pero también dispara controversias sobre salud y desigualdad social
Donald Trump firmó el pasado 4 de julio, entre aplausos republicanos y críticas encendidas de la oposición, una de las leyes fiscales y presupuestarias más ambiciosas y polarizantes en la historia reciente de Estados Unidos. Bautizada por él mismo como “One Big, Beautiful Bill”, esta legislación extiende sus recortes fiscales de 2017, recorta $1,2 billones en programas sociales, como Medicaid y cupones de alimentos, y deroga beneficios clave en políticas climáticas del gobierno anterior.
Una jugada de marca registrada
Al estilo clásico de Trump, la campaña para aprobar el proyecto se enfocó tanto en retórica como en presión política. Con un Congreso bajo control republicano, el expresidente logró alinear casi en su totalidad a su partido, apelando a la fidelidad y al temor de represalias electorales. Así, se repitió el patrón que lo acompañó desde sus días como empresario: branding agresivo, promesas populistas y confrontación abierta.
El presidente no dudó en bautizar la legislación con un nombre atractivo y simplista, reforzando consistentemente su mensaje de que esta ley es una forma de hacer justicia económica a los "olvidados" por Washington. “Es nuestra respuesta a las personas reales, a los que cargan el país sobre sus hombros: los camareros, los que trabajan horas extra, los jubilados”, dijo Trump en Iowa tras la aprobación.
¿Alivio fiscal para quién?
La piedra angular del proyecto es la extensión de los recortes impositivos de 2017, que estaban a punto de expirar. Esto permite a los republicanos sostener que han evitado subidas de impuestos sobre millones de estadounidenses. Sin embargo, los beneficios más sustanciales continúan orientados a las rentas más altas y a las corporaciones, según análisis del Centro de Políticas Fiscales.
Una de las novedades del nuevo paquete fiscal es la exención de impuestos a las propinas y al pago por horas extras, una medida seductora pero simbólica. Estos grupos representan una fracción reducida de la fuerza laboral, lo que ha llevado a la oposición a catalogarlo de gesto superficial más que de medida estructural.
Los costes ocultos: Salud y desigualdad
El costo político real, opinan los demócratas, recae sobre los recortes a Medicaid y programas alimentarios. La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) estima que 11,8 millones de personas perderán cobertura de salud para 2034 debido a esta ley.
“Los hospitales cerrarán, la gente morirá, el costo de electricidad aumentará y millones quedarán sin comida”, advirtió el senador Brian Schatz, demócrata por Hawái.
Trump ha prometido que las personas no se verán afectadas por estos recortes, sólo lo harán los "abusos" del sistema. No obstante, la magnitud de los recortes presupuestarios contradice este discurso.
Un patrón electoral repetido
El historial de grandes reformas legislativas impulsadas por presidentes muestra que pocas veces resultan en dividendos electorales. Barack Obama pagó caro por la aprobación del Affordable Care Act en 2010, perdiendo la mayoría legislativa ese mismo año. Biden, por su parte, apostó a que sus leyes de recuperación pospandemia y transición energética impulsarían su aprobación, pero no logró convencer en las urnas.
Trump vivió una historia similar: sus recortes fiscales de 2017 no lo salvaron de perder la Cámara de Representantes en 2018 ni la presidencia en 2020. Hoy, los republicanos parecen celebrar en solitario, mientras los demócratas preparan una ofensiva discursiva para las elecciones de medio término en 2026.
Un compromiso endeble con la red de seguridad social
En enero, Trump prometió “amar y proteger el Seguro Social, Medicare y Medicaid”. No obstante, la nueva legislación socava directamente Medicaid y debilita también los programas de cupones de alimentos (SNAP).
“Ese compromiso quedó en papel mojado”, ironizó el representante demócrata Jim McGovern, quien advirtió que los efectos serán más dolorosos en comunidades rurales y en estados inclinados al Partido Republicano, incluso electorados que han apoyado a Trump previamente.
Fracturas internas en el Partido Republicano
No todo es armonía entre las filas conservadoras. El senador Thom Tillis (R-N.C.) advirtió que la ley haría perder cobertura médica a miles en Carolina del Norte, catalizando un potencial “efecto Obamacare inverso”. Finalmente se negó a presentarse a la reelección. “El costo político será alto en distritos azules de estados rojos como California o Nueva York”, dijo Tillis.
Incluso Lisa Murkowski (R-Alaska), quien ofreció el voto decisivo para la aprobación, admitió que la legislación “requiere mejoras” y urgió a la Cámara a revisarla, cosa que nunca ocurrió.
¿Y la economía?
Los republicanos sostienen que los recortes impulsarán el crecimiento económico, pero la incertidumbre geopolítica y posibles conflictos comerciales a futuro ponen dudas sobre dichas proyecciones. El debate sigue abierto: ¿el sacrificio en lo social valdrá la pena si la economía crece? Los analistas no están convencidos.
“No hay evidencia contundente en la historia reciente que indique que leyes aprobadas con apoyo exclusivo de un solo partido generen beneficios electorales consistentes”, sostiene Kyle Kondik, del centro de políticas de la Universidad de Virginia.
Un escenario listo para 2026
Todo apunta a que la ley será uno de los puntos de batalla más abrasivos en las legislativas de noviembre de 2026. Los demócratas plantarán bandera con la narrativa de que Trump elige a los ricos sobre los pobres. Trump, por su parte, ya se adelanta con una táctica que le ha funcionado antes: redoblar la apuesta, polarizar, y hacer de la elección un referéndum sobre su figura más que sobre políticas específicas.
“Los demócratas se oponen sólo porque me odian”, dijo Trump en un mitin reciente. “Y yo los odio a ellos también”, remató, dejando claro que su estrategia no será de conciliación.
En los próximos meses, asistiremos no sólo a un test de política fiscal y sanitaria, sino a uno de cohesión nacional. En medio de un clima electoral tenso, la “One Big, Beautiful Bill” podría pasar a la historia como una jugada maestra o un bumerán político.