La Iglesia Católica frente al espejo: ¿Está cambiando realmente su respuesta contra el abuso clerical?

Con el nombramiento de Thibault Verny al frente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, el Vaticano busca retomar la credibilidad perdida en su lucha contra el abuso sexual clerical.

Un nuevo liderazgo en la lucha contra el abuso eclesiástico

El papa León XIV ha nombrado al obispo francés Thibault Verny como nuevo presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, en reemplazo del cardenal estadounidense Sean O’Malley. Con este movimiento, el Vaticano intenta revitalizar un órgano que ha atravesado altibajos desde su creación en 2014 por el Papa Francisco.

Este nombramiento no ocurre en un vacío. La Iglesia católica ha estado sumida durante décadas en una profunda crisis de credibilidad por los miles de casos de abusos sexuales cometidos por clérigos y encubiertos sistemáticamente por las jerarquías eclesiásticas. El problema no ha sido solo el acto criminal, sino la forma en la que fue manejado: encubrimiento, traslado de abusadores, silencio institucional y falta de reparación a las víctimas.

Thibault Verny: ¿el hombre adecuado en el momento correcto?

Verny, de 59 años, es obispo de Chambéry en Francia y ha sido parte de la comisión desde 2022. Antes de su nombramiento al frente del organismo, lideraba el consejo de protección infantil de la Conferencia Episcopal de Francia.

Francia ha sido uno de los países más golpeados por esta tragedia histórica. Un informe publicado en 2021 por la Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia (Ciase) estimó que más de 330,000 menores fueron abusados por miembros del clero o personal vinculado a la Iglesia desde 1950 en Francia. Un número estremecedor, que funcionó como catalizador para el replanteamiento del rol de esta institución hacia las víctimas y la prevención.

Verny fue pieza clave para la coordinación de auditorías anuales en los centros de acogida a víctimas en su país, y ha trabajado codo a codo con sobrevivientes, instituciones civiles y fuerzas de seguridad. Su enfoque ha sido el de una iglesia que ya no puede ampararse en el silencio.

El legado de Sean O’Malley: luces y sombras

El cardenal Sean O’Malley fue el primer presidente de la comisión, un cargo que asumió con el peso simbólico de haber sustituido al polémico cardenal Bernard Law en Boston, epicentro del escándalo que destapó el Boston Globe en 2002 y que inspiró la película ganadora del Oscar, Spotlight.

Si bien O’Malley fue firme vocero de la tolerancia cero y logró algunos avances como la concienciación y formación de obispos y sacerdotes, su gran proyecto —la creación de un tribunal canónico para juzgar obispos encubridores— no prosperó. Esto dejó una sensación de frustración entre muchas víctimas que esperaban una justicia más contundente.

Sin embargo, Verny no escatimó elogios hacia su predecesor: “Ha sido una brújula moral para la Iglesia”, declaró al asumir su nuevo cargo. Tal vez esa brújula necesite ahora recalibrar con nuevas herramientas.

¿Qué ha cambiado en estos años?

Desde el inicio del pontificado de Francisco, el Vaticano ha dado algunos pasos en la dirección correcta:

  • Creación de la Comisión Pontificia en 2014.
  • Expulsión de sacerdotes pederastas en más de 400 casos entre 2011 y 2015, según datos del Vaticano.
  • Establecimiento de guías obligatorias para que cada diócesis del mundo tenga protocolos contra el abuso.
  • Implementación en 2019 del motu proprio Vos Estis Lux Mundi, que obliga a denunciar casos de abuso o encubrimiento.

No obstante, estos avances han tenido implementaciones desiguales a nivel local, muchas veces según el grado de voluntad del obispo local, restando efectividad a iniciativas que deberían ser universales.

El escándalo que no cesa

Aunque cada nuevo caso sea un recordatorio del horror, muchos quedan invisibilizados o mal gestionados. En muchos países de América Latina, Asia y África, el estigma, la falta de acceso a recursos legales y el peso cultural de la Iglesia dificultan que las víctimas hablen.

La Organización de Naciones Unidas ha criticado al Vaticano en repetidas ocasiones, incluso en un informe de 2014 del Comité de los Derechos del Niño, que denunció que la Iglesia había “adoptado políticas y prácticas que han llevado a la continuación del abuso”.

¿Un punto de inflexión con el Papa León XIV?

Las primeras decisiones tomadas por León XIV, electo recientemente tras la renuncia de Francisco, reflejan una intención clara de dar continuidad —y quizás nueva energía— a la lucha contra el abuso.

“Las palabras y actos del Santo Padre aseguran al mundo que la Iglesia no caerá en la complacencia”, afirmó el cardenal O’Malley. Es aún pronto para evaluar, pero la designación de Verny sugiere que se prioriza el perfil técnico, comprometido y cercano a las víctimas por encima del estatus clerical.

El futuro de la Comisión Pontificia

Uno de los mayores retos para Verny será convertir a la comisión no en un simple órgano consultivo, sino en uno con influencia real. Necesita tener acceso a las decisiones del Vaticano, forjar puentes más eficientes entre las víctimas y la cúpula eclesial, y sobre todo, establecer mecanismos vinculantes para que las recomendaciones se apliquen globalmente.

Además, deberá atender la necesidad de representación de las víctimas dentro del órgano, un punto siempre conflictivo. Muchos sobrevivientes han señalado como insuficiente la incorporación de su perspectiva en los procesos de toma de decisión.

El reconocimiento del dolor ajeno como punto de partida

Durante décadas, la protección de la institución primó sobre la protección de los inocentes. Si el nombramiento de Verny simboliza algo más que una rotación burocrática, debe empezar con un cambio narrativo: escuchar, pedir perdón, reparar y prevenir. Todo lo demás, aunque necesario, suena a retórica.

Como escribió el teólogo belga Hans Küng: “Una Iglesia que no aprende de su pasado, está condenada a repetirlo, aunque sea en silencio”.

¿Y ahora qué?

La Iglesia no solo está bajo escrutinio externo. También hay protestas internas, muchas de ellas susurradas desde dentro del clero, por miembros cansados de la impunidad y de ver cómo la fe queda manchada por los pecados que se buscaron esconder. Verny tiene una misión monumental: restaurar la confianza desde los hechos, no desde los púlpitos.

Este nuevo nombramiento puede marcar un antes y un después. Todo dependerá de si se logra pasar del “arrepentimiento institucional” a la acción real, firme y sin dobleces.

“No se trata de proteger a la Iglesia. Se trata de proteger a los niños”, sentenció una vez el cardenal O'Malley. La frase aún tiene eco. Pero ya es momento de que ese eco se transforme en resonancia concreta.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press