El despertar del Monte Lewotobi: Crónica de un volcán en llamas y una comunidad en alerta
Dos días de erupciones intensas convierten el paisaje de Flores en un infierno gris, pero también en un símbolo de preparación y resiliencia comunitaria
Una amenaza desde las entrañas de la Tierra
El Monte Lewotobi Laki Laki, un volcán ubicado en la isla de Flores, Indonesia, ha vuelto a rugir. Durante dos días consecutivos, el volcán ha lanzado lava incandescente, ceniza y materiales volcánicos a alturas de hasta 18 kilómetros, una actividad eruptiva que ha dejado atónita a la comunidad científica y ha puesto en máxima alerta a más de 10.000 residentes en su área de influencia.
La erupción más reciente, ocurrida el martes al amanecer, fue precedida por un estallido masivo el lunes, que envió una columna de ceniza visible desde más de 90 millas de distancia. Esta actividad ha reconfigurado por completo el paisaje en aldeas como Nawakote, Hokeng Jaya y Boru, donde los verdes arrozales se convirtieron en desiertos grises de lodo y piedra volcánica.
Un volcán con historia
Lewotobi Laki Laki no es un desconocido para los habitantes de Flores. Con una altura de 1.584 metros, este gigante forma parte de una cadena de volcanes en el Cinturón de Fuego del Pacífico, una de las zonas de mayor actividad sísmica del planeta. Desde finales de 2023, ha mostrado signos crecientes de actividad, obligando a las autoridades a mantener su nivel de alerta en el máximo desde el 18 de junio de este año.
No es la primera vez que causa destrucción: en noviembre de 2024, una erupción similar causó la muerte de nueve personas y dejó decenas de heridos. Las lecciones aprendidas de aquel episodio parecen haber dado sus frutos, pues esta vez, pese a la magnitud del evento, no se han reportado víctimas fatales.
Aire irrespirable y escuelas cerradas
La nube de ceniza generada por la última erupción ha tenido consecuencias inmediatas: las escuelas en las zonas afectadas han sido cerradas y se han distribuido 50.000 mascarillas a la población. Según Very Awales, funcionario de información de la administración del distrito de Sikka, "el olor a azufre y la ceniza en el aire eran tan densos que respirar se volvía doloroso".
Las autoridades también han alertado sobre la posibilidad de flujos de lava durante lluvias intensas, un fenómeno conocido como lahares, que podría empeorar la situación en las regiones cercanas a los ríos que nacen en el cráter.
Evacuaciones y respuesta logística
El portavoz de la Agencia Nacional de Mitigación de Desastres, Abdul Muhari, informó que la zona de exclusión fue ampliada a un radio de 7 kilómetros. Las evacuaciones se desarrollaron con orden y rapidez, fruto de una creciente conciencia colectiva sobre riesgos volcánicos.
“Las personas alrededor del volcán han ido entendiendo cada vez más cómo minimizar el impacto de los riesgos de desastre”, comentó Muhari en su comunicado.
Además, se cerraron temporalmente los aeropuertos de Maumere y Larantuka, afectando decenas de vuelos desde y hacia la isla turística de Bali, aunque el aeropuerto de Ngurah Rai se mantiene operativo, según detalló el portavoz Ahmad Syaugi Shahab.
Un vistazo desde el cielo
Imágenes captadas por drones han revelado el poder destructivo de este volcán: nubes ardientes de gas y roca descendieron hasta 5 km desde el cráter, mientras que grava de tamaño similar a un pulgar fue expulsada hasta 8 km en la atmósfera. Esta combinación de calor, azufre, y presencia de lava en el cráter indica una presencia masiva de magma en movimiento, una señal clara de actividad sísmica e inestabilidad geológica.
La intensidad del evento lo ha posicionado como el más potente desde la erupción del Mount Merapi en 2010, que dejó 353 muertos y obligó a evacuar a más de 350.000 personas.
La ciencia detrás del miedo
Indonesia alberga 120 volcanes activos, siendo el país con la mayor cantidad en el mundo. Su ubicación sobre el Anillo de Fuego del Pacífico, rodeado de fallas tectónicas, lo convierte en una zona predispuesta a movimientos telúricos y erupciones explosivas.
Según datos de la Smithsonian Institution, el Monte Lewotobi ha tenido erupciones documentadas desde el siglo XIX, aunque con menor frecuencia e intensidad que otros gigantes indonesios como el Merapi o el Krakatoa.
¿Preparados para el futuro?
El caso de Lewotobi Laki Laki es un claro ejemplo del equilibrio entre la furia de la naturaleza y la capacidad humana de respuesta. La rápida actuación de las autoridades, junto con la preparación comunitaria, ha evitado lo que podría haber sido una catástrofe mayor.
Sin embargo, los desafíos apenas comienzan. Con la ceniza transformando campos de cultivo en terrenos infértiles y carreteras inutilizables, los próximos días serán clave para determinar el verdadero impacto de esta erupción en la vida económica y social de la región.
¿Puede Indonesia resistir la próxima gran erupción? La respuesta puede estar en cómo hoy, comunidades como las de Flores están aprendiendo no solo a sobrevivir, sino a adaptarse en un país donde la tierra respira, tiembla y, a veces, escupe fuego.
Lo que el mundo puede aprender de Flores
Las erupciones volcánicas no son exclusivas de Indonesia, aunque rara vez se manifiestan con esta fiereza. Pero el aprendizaje que deja esta situación trasciende fronteras: preparación, acceso a información, disciplina ciudadana y planificación local efectiva son herramientas cruciales para enfrentar desastres naturales.
En un contexto global marcado por el cambio climático y sus efectos en los fenómenos naturales, lo vivido en Flores es también una lección universal sobre convivencia con lo impredecible.
Sea cual sea el futuro eruptivo del Lewotobi Laki Laki, la comunidad de Flores parece haber desarrollado algo más que estrategias de evacuación: ha sembrado una cultura de resiliencia y adaptación que merece reconocerse.
Sigamos atentos
A medida que avanza la actividad del Monte Lewotobi, los ojos del mundo se vuelven hacia este pequeño punto en el mapa del sudeste asiático. Desde allí, entre ceniza, lava y humo, renace también la esperanza de que la preparación humana puede aún convivir con los rugidos de la Tierra.