Siria pos-Asad: ¿Renacimiento democrático o lavado político occidental?
La caída de Bashar al-Asad, el ascenso de Ahmad al-Sharaa y una revocación de estatus terrorista que reconfigura el tablero geopolítico de Medio Oriente
Durante más de una década, Siria fue el símbolo del colapso estatal, la guerra civil más sangrienta del siglo XXI y el epicentro de los dilemas éticos y estratégicos de Occidente en Medio Oriente. Pero tras la inesperada caída del régimen de Bashar al-Asad y el ascenso de un nuevo liderazgo encabezado por Ahmad al-Sharaa, uno de los actores rebeldes que combatieron contra el dictador, el tablero diplomático comienza a moverse a gran velocidad.
El reciente anuncio del gobierno de Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, de revocar la designación de grupo terrorista a la organización liderada por al-Sharaa (anteriormente conocida como Frente al-Nusra y luego rebautizada como Hayat Tahrir al-Sham) ha generado fuertes reacciones en la comunidad internacional. ¿Estamos ante un renacimiento democrático real o frente a una peligrosa legitimación de actores con pasados cuestionables?
Del enemigo al aliado: la metamorfosis de Hayat Tahrir al-Sham
En 2012, el Frente al-Nusra apareció como la rama oficial de al-Qaida en Siria. Como parte activa del conflicto contra el régimen de Bashar al-Asad, adoptó tácticas yihadistas, incluso cometiendo atentados suicidas. En 2017, anunciaron su ruptura con al-Qaida y crearon Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Pese al cambio de nombre, reconocidas agencias de inteligencia internacionales mantuvieron su alerta, apuntando que era más un lavado de cara que una verdadera transformación ideológica.
La designación como Organización Terrorista Extranjera (FTO, por sus siglas en inglés) por parte de EE.UU. pesaba sobre ellos desde 2012. Sin embargo, con la reciente caída del régimen autoritario de al-Asad en 2024 tras una ofensiva relámpago liderada por HTS y otras brigadas, la situación cambió radicalmente. Ahmad al-Sharaa emergió como el líder del nuevo gobierno interino sirio, atrayendo la atención de países occidentales que, desde hacía años, habían buscado la forma de poner fin al conflicto sirio sin sostener a Asad ni fortalecer al Estado Islámico.
Rubio y Trump: la nueva estrategia siria de Washington
El actual secretario de Estado, Marco Rubio, firmó el 23 de junio la orden de revocación del estatus terrorista de HTS, en consulta con el fiscal general y el secretario del Tesoro. Finalmente, el presidente Donald Trump firmó pocos días después una orden ejecutiva que elimina la mayoría de las sanciones económicas impuestas durante el régimen de Asad, oficializando así el acercamiento a la nueva administración siria.
Rubio justificó la decisión afirmando que “reconoce las acciones positivas tomadas por el nuevo gobierno sirio bajo Ahmad al-Sharaa”. Se trata, según dijo, de “un paso importante hacia la estabilidad, unidad y paz en Siria”.
Pero, ¿puede una organización con un historial ligado a al-Qaida realmente transformarse en un gobierno democrático reconocido?
Las sombras detrás de Ahmad al-Sharaa
Ahmad al-Sharaa no es un desconocido. En su juventud fue portavoz del Frente al-Nusra, aunque siempre se presentó como la “cara dialogante” del grupo. Desde 2020, promovió una línea más política, distanciada del extremismo salafista clásico, y se convirtió en el rostro más visible de los esfuerzos por crear una “oposición responsable” dentro de los territorios en Idlib.
Varios analistas ven su ascenso como el resultado pragmático de una guerra imposible de ganar militarmente. Con el colapso final de Damasco a finales de 2024, y el retiro de Rusia y Hezbolá del conflicto, al-Sharaa logró articular un frente amplio para tomar el poder sin controversialmente utilizar la bandera yihadista. Su gobierno ha comenzado reformas institucionales, colaborado con la ONU para el retorno de refugiados e incluso nominado a mujeres en puestos clave.
Sin embargo, organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han advertido que existen aún reportes de represión a minorías religiosas y disidentes políticos en las zonas controladas por las nuevas autoridades. La memoria todavía pesa: el pasado del grupo como brazo armado de al-Qaida no se borra con una firma ni con relaciones públicas.
¿Una nueva Siria o un nuevo Irak?
Para algunos observadores, este cambio recuerda a los errores cometidos en Irak tras la caída de Saddam Hussein, cuando Estados Unidos promocionó como socios a actores cuestionables solo por no pertenecer al régimen anterior. El resultado: caos sectario, guerra civil y el surgimiento del Estado Islámico.
“La historia no perdona la ingenuidad geopolítica”, declara Charles Lister, analista del Middle East Institute. “La rehabilitación de HTS no es simplemente un acto técnico. Es una apuesta muy arriesgada que redefine quién puede formar parte del sistema internacional.”
La percepción en la región también está dividida. Arabia Saudita y Catar, que dieron apoyo a diversos grupos de la oposición durante años, celebran el giro hacia la estabilidad. Irán, por otro lado, denuncia un “golpe occidental encubierto” y mantiene sus sanciones contra al-Sharaa.
La geografía de la reconciliación y el mapa diplomático
Desde enero, delegaciones europeas han visitado Siria para explorar posibles mecanismos de cooperación técnica: reconstrucción de hospitales, entrenamiento de personal judicial, y supervisión del retorno de desplazados internos. La UE aún no ha eliminado sus sanciones, pero varios miembros presionan por un proceso de revisión progresivo.
En el Consejo de Seguridad de la ONU, la votación para reconocer oficialmente al nuevo gobierno sirio como sucesor del anterior se prevé para finales de 2025. Rusia probablemente se abstenga o bloquee, mientras que Estados Unidos, Reino Unido y Francia darán su respaldo. En ese contexto, la decisión de Trump de revocar la FTO representa una jugada anticipada para liderar el proceso de legitimación internacional.
La cruda realidad sobre el terreno
A pesar de los avances diplomáticos, la situación humanitaria sigue siendo crítica. Más de 500.000 muertos, más de 6 millones de refugiados y ciudades enteras aún destruidas. La economía está prácticamente colapsada y la lira siria necesita urgentemente estabilización. El levantamiento parcial de sanciones podría permitir el ingreso de ayuda sin restricciones, pero no solventará los déficits estructurales de corto plazo.
“Ya no se trata solo de política”, señala Lina Khatib, investigadora del Chatham House. “Hay toda una generación que ha crecido en campos de refugiados sin conocer su tierra natal. Ahora se enfrentan al dilema de volver a un país que sigue luchando por definirse.”
¿Qué sigue?
- Próximas semanas: el Congreso estadounidense podría cuestionar la decisión de Trump si se presentan nuevos informes sobre violaciones de derechos humanos por parte del régimen de al-Sharaa.
- Finales de año: habrá elecciones en Siria bajo supervisión internacional. Será la primera vez en más de 50 años que se realizarán sin control del partido Baaz.
- 2026: se espera la implementación de políticas de retorno seguro con apoyo del ACNUR y países como Turquía, Alemania y Canadá.
El proceso se encuentra en una delicada cuerda floja. Si funciona, Siria podrá convertirse, contra todo pronóstico, en el primer caso de transición pacífica tras un conflicto sectario tan devastador. Si fracasa, el vacío de poder podría abrir las puertas a nuevos extremismos.
Occidente, por su parte, empieza a entender que la guerra contra el terrorismo no siempre termina con drones, sino con una dura reflexión sobre el precio de la estabilidad.