Tesla, política y caída en bolsa: ¿Elon Musk está jugando con fuego?
El enfrentamiento entre Musk y Trump desata una tormenta entre inversores, políticos y usuarios, mientras Tesla pierde valor y credibilidad en un mercado cada vez más competitivo
Una rivalidad inesperada: Musk vs Trump
Elon Musk, el magnate tecnológico detrás de Tesla, SpaceX y la red social X (antes Twitter), está demostrando que no teme entrar en el campo político con todo. Sin embargo, su último movimiento ha generado una tormenta que podría afectarle mucho más que sus relaciones personales: el mercado ha reaccionado con una fuerte caída de acciones de Tesla, y el futuro político del empresario parece estar en juego.
Durante el fin de semana, Musk anunció que está formando un tercer partido político como protesta contra un paquete de gastos aprobado recientemente por el Partido Republicano. Esta decisión, lejos de ser meramente simbólica, representa un quiebre definitivo entre Musk y Donald Trump, con quien había sido aliado e incluso un importante donante en elecciones pasadas.
La reacción de Trump: "Musk ha perdido el rumbo"
La respuesta del expresidente Trump no se hizo esperar. A través de su red Truth Social, Trump publicó que Musk ha "perdido el rumbo" en las últimas semanas. También dejó entrever que esta disputa podría escalar, especialmente si Musk continúa desafiando al Partido Republicano. Con las próximas elecciones de medio mandato en 2026 acercándose, el ambiente político ya está suficientemente cargado.
Estas declaraciones trajeron consecuencias inmediatas en los mercados financieros. Las acciones de Tesla cayeron un 7% el lunes, perdiendo cerca de 26 dólares por acción, situándose en torno a los 289.75 dólares. Desde su máximo histórico de 479.76 dólares en diciembre pasado, Tesla ha perdido ya más del 40% de su valor.
Un impacto económico real: subsidios, mercados y elecciones
La caída de las acciones no se explica únicamente por la disputa con Trump. Tesla también enfrenta desafíos estructurales: la compañía depende en gran medida de los subsidios estatales estadounidenses para impulsar la transición hacia vehículos eléctricos (EV).
Según el analista Dan Ives de Wedbush Securities:
"Con el futuro autónomo y la revolución de la IA en marcha, Musk/Tesla no necesitan seguir provocando al oso. Trump puede crear más obstáculos para Musk/Tesla/SpaceX en los próximos años si esta batalla política se intensifica".
Además, en los dos primeros trimestres del año, Tesla ha registrado una caída del 13% en ventas en cada uno, mientras que rivales como General Motors y Ford han visto crecer su cuota en el segmento EV.
Competencia feroz: El ascenso imparable de China
A la creciente inestabilidad en EE. UU. se suma otro problema: la competencia china. Empresas como BYD y Great Wall Motors están ampliando su presencia global, ofreciendo vehículos eléctricos más asequibles y con tecnologías avanzadas de carga ultra-rápida.
China, que ya es el principal mercado de vehículos eléctricos, también está ganando terreno en Estados Unidos y Europa. De acuerdo con un informe de Bloomberg, BYD ha aumentado sus exportaciones un 79% en el último año, con modelos como el Seal y el Dolphin ganando popularidad.
De triunfos pasados a desaciertos políticos
Elon Musk no es ajeno a la controversia política. Su compromiso con causas libertarias y su simpatía por líderes de extrema derecha, como los del partido alemán AfD, han tensado aún más las relaciones con aliados tradicionales de Tesla.
Cuando Musk respaldó públicamente a Trump en la última campaña presidencial, muchos inversores advirtieron que este gesto podría enajenarlo de una parte significativa de su base de consumidores, especialmente en mercados progresistas como California y Europa.
Y al parecer, estaban en lo cierto.
Musk, la nueva política y... ¿una plataforma independiente?
El anuncio de un tercer partido político —aún sin nombre oficial— ha despertado inquietudes no solo por sus implicaciones directas, sino por su potencial para fragmentar aún más el escenario político estadounidense. Algunas fuentes cercanas a Musk sugieren que el partido se centrará en la "innovación económica", la inteligencia artificial y la libertad empresarial.
Rumores indican que figuras como Andrew Yang o incluso inversores del entorno Silicon Valley podrían unirse a esta nueva formación. Sin embargo, crear una opción viable en el sistema bipartidista de EE. UU. es uno de los desafíos más complejos a nivel político. Desde 1854, ningún partido nuevo ha conseguido consolidarse allí.
Tesla y su identidad en crisis
La marca Tesla, durante años un símbolo del futuro limpio, tecnológico e independiente, se ha convertido en un espejo de las contradicciones de su fundador. Mientras otras compañías buscan proyectar neutralidad política para no alienar clientes, Tesla se ha convertido en una extensión de la identidad política de Musk.
Y esto tiene consecuencias visibles: numerosos consumidores han comenzado a boicotear Tesla por considerarla ahora asociada a agendas conservadoras. En redes sociales se han viralizado etiquetas como #NoCompresTesla o #MuskMustGo.
¿Puede recuperarse Tesla?
El futuro de Tesla parece depender más que nunca de las decisiones personales de Elon Musk. Sus innovaciones técnicas —como el avance en baterías de estado sólido o la conducción autónoma— quedan oscurecidas por las polémicas políticas.
Algunos analistas creen que una rectificación pública o un paso atrás en el ámbito político podría estabilizar la situación y atraer de nuevo a inversores. Otros opinan que la marca ya está muy ligada a la figura polarizadora de Musk, y que su curso actual es irreversible.
Redefiniendo las reglas del juego: Musk y la política moderna
Más allá de su impacto bursátil, lo que Musk está haciendo tiene implicaciones mayores: está fundiendo el poder empresarial con el político, algo que preocupa a muchos observadores. El hecho de que una sola figura —no electa— pueda influir en políticas públicas y alterar el curso del país genera debate sobre el rol ético y social de los megamillonarios.
En un mundo donde la confianza pública en las instituciones democráticas se tambalea, el surgimiento de figuras como Musk como actores políticos directos redefine las reglas del juego.
¿Y qué pasa con SpaceX y sus contratos con el gobierno?
No es menor el hecho de que SpaceX tiene múltiples contratos con la NASA y el Departamento de Defensa. Si la relación entre Musk y el gobierno federal continúa deteriorándose —especialmente con Trump de regreso en el poder—, SpaceX podría enfrentarse a revisión o cancelación de contratos.
Actualmente, SpaceX maneja misiones claves para el programa Artemis (vuelos tripulados a la Luna) y gestiona cerca del 60% de los lanzamientos de satélites militares de EE. UU. Según cifras del Congreso, más del 25% del financiamiento de SpaceX proviene de fondos públicos.
¿Hacia una fragmentación ideológica digital?
También hay que considerar el rol de Musk al frente de la red social X, que ha sido acusada de permitir desinformación y discursos extremistas. En su intento por presentarse como adalid de la libertad de expresión, Musk ha alienado a decenas de grandes anunciantes.
Además, su plataforma ha comenzado a parecerse más a un espacio de echo chamber conservador, que a la plaza pública digital que fue Twitter. Esto podría tener implicaciones a largo plazo para la democracia digital.
¿Inicio del fin o reinvención radical?
El momento actual de Elon Musk y Tesla podría interpretarse como una crisis existencial. Podría ser el preludio de una caída estrepitosa impulsada por errores políticos, o el punto de partida para una reinvención de cómo se conectan la tecnología, negocios y política en la era moderna.
Lo cierto es que en este tablero multipolar, donde los intereses geopolíticos se cruzan con decisiones bursátiles, las acciones de un solo hombre pueden tener consecuencias que afectan millones.
Musk ha demostrado una y otra vez que no teme arriesgarlo todo. Pero esta vez, el precio podría ser muy alto.