Texas bajo el agua: la tragedia de Camp Mystic y una tormenta que expuso fallos en respuestas de emergencia
Casi 90 muertos, decenas de menores desaparecidos y preguntas sin respuesta tras una histórica inundación en la zona de “flash flood alley”
Una noche que cambió todo
El pasado fin de semana del 4 de julio de 2025, las lluvias torrenciales y el desbordamiento abrupto del río Guadalupe dejaron tras de sí un paisaje devastador en el corazón del Hill Country de Texas. Lo que comenzó como una tormenta fuerte típica de verano, terminó siendo una de las peores catástrofes naturales en la historia reciente del estado. Con al menos 87 víctimas mortales confirmadas y docenas de desaparecidos, las estadísticas no alcanzan para dimensionar el dolor que se vive en comunidades como Kerrville, Hunt e Ingram.
El caso más trágico tuvo lugar en Camp Mystic, un campamento cristiano de verano para niñas con más de un siglo de historia. A la fecha, el campamento ha confirmado la muerte de 27 niñas y consejeras. Al menos 10 personas siguen desaparecidas.
Flash floods: la amenaza constante ignorada
La zona donde se ubica Camp Mystic es conocida informalmente como “flash flood alley” —un corredor entre Austin, San Antonio y el Hill Country propenso a inundaciones repentinas debido a su topografía y patrones climáticos estacionales. Según datos del National Weather Service, solo entre 1950 y 2021, Texas registró más de 4.500 eventos de inundaciones repentinas, siendo esta región una de las más afectadas.
¿Por qué, entonces, un campamento junto a un río de crecida rápida no fue evacuado? Las preguntas abundan. A pesar de que el Servicio Meteorológico Nacional emitió advertencias el jueves anterior y alertas de emergencia durante la madrugada del viernes, muchos residentes y autoridades locales aseguran que nunca recibieron las notificaciones.
La falla de un sistema de alerta fragmentado
Uno de los mayores retos para las autoridades ha sido explicar por qué los sistemas de alerta no llegaron a todos los campamentos. Dalton Rice, administrador de la ciudad de Kerrville, reconoció que muchos de estos sitios tienen problemas de cobertura telefónica, un factor clave cuando se depende de alertas móviles para evacuar personas con poco margen de reacción.
“Definitivamente vamos a revisar todo eso una vez finalicen las tareas de rescate”, aseguró Rice. “Tenemos que preguntarnos cómo llegamos aquí”.
Este fenómeno fue considerado por expertos como una tormenta de “frecuencia centenaria”, es decir, un evento climático tan extremo que tiene solo 1% de probabilidad de ocurrir en un año dado. El volumen de lluvia equivale a varios meses concentrados en unas pocas horas, algo para lo que pocos estaban preparados.
Historias desgarradoras
Los relatos de supervivencia multiplican el peso emocional de la tragedia. Reagan Brown contó cómo sus padres de más de 80 años lograron escapar de su casa inundada en Hunt y rescatar a una vecina de 92 años atrapada en su ático. Juntos, resistieron en una caseta de herramientas ubicada en una colina cercana.
Elizabeth Lester, madre de dos niños que asistían a Camp Mystic y al vecino Camp La Junta, relató que su hijo tuvo que nadar por la ventana de su cabaña para sobrevivir. Su hija corrió colina arriba entre el lodo y el agua que crecía alrededor de sus piernas. “Pensé que los había perdido a los dos”, dijo entre lágrimas.
Los rostros de la tragedia
Entre los fallecidos se encuentran dos hermanas de 8 años originarias de Dallas y un exentrenador de fútbol junto con su esposa, quienes se hospedaban en una cabaña a orillas del río. Sus hijas aún están desaparecidas.
El sheriff Larry Leitha confirmó que Kerr County registró hasta ahora 75 muertos, incluyendo 27 menores de edad. Otras 14 muertes han sido reportadas en Travis, Burnet, Kendall, Tom Green y Williamson.
Cada cuerpo recuperado es cargado con solemnidad por miembros del Departamento de Seguridad Pública de Texas, quienes trabajan hombro a hombro con voluntarios, bomberos y socorristas, muchos cubiertos de lodo hasta las rodillas.
¿Se pudo evitar esta tragedia?
El senador texano Ted Cruz declaró que los recortes presupuestarios federales al sistema meteorológico y de emergencias no afectaron las advertencias emitidas. “Este no es el momento de peleas políticas. Primero debemos enfocarnos en los desaparecidos”, señaló antes de agregar que “habrá tiempo para aprender lecciones”.
Sin embargo, la comunidad científica no está de acuerdo. La Asociación Americana de Meteorología (AMS) ha advertido en repetidas ocasiones sobre los peligros de reducir el presupuesto del National Weather Service, el organismo encargado de monitorear fenómenos como tormentas, huracanes e inundaciones repentinas. De hecho, en su informe de 2024, la AMS señaló que las deficiencias en infraestructura tecnológica y en cobertura de personal podían poner vidas en peligro.
¿Advertencia ignorada o comunicación deficiente?
Testimonios encontrados siembran más duda que certeza. Algunos campamentos cercanos, como uno sin nombre citado por la prensa local, sí lograron evacuar decenas de niños a terreno elevado antes de la crecida, lo que sugiere que las advertencias, al menos en algunos puntos, sí llegaron. Otros acusan directamente la falta de protocolos de emergencia actualizados.
En medio del caos, 1.000 voluntarios se movilizaron a Kerr County para colaborar con la búsqueda y asistencia. Equipos con botes, drones y maquinaria pesada siguen removiendo escombros, troncos y refrigeradores arrastrados por la corriente.
El cambio climático como catalizador
Especialistas advierten que fenómenos como este podrían ser cada vez más frecuentes. La temperatura del Golfo de México, que juega un papel crucial en los niveles de humedad atmosférica que ingresan al centro-sur de Estados Unidos, ha aumentado aproximadamente 1°C desde 1980, según datos de la NOAA. Este incremento potencia tormentas más intensas y descontroladas.
El investigador climático Michael Wehner, del Lawrence Berkeley National Laboratory, afirmó para The New York Times: “La intensidad y frecuencia de eventos extremos está aumentando, y es probable que este tipo de tormentas pase de ser excepcionales a recurrentes.”
Un país bajo presión
En una semana donde también se reportó el ataque armado a una base de la Patrulla Fronteriza en McAllen y la inundación causada por la tormenta tropical Chantal en Carolina del Norte, la sensación de fragilidad en la infraestructura de gestión de crisis de Estados Unidos ha quedado expuesta.
El gobernador Greg Abbott y el presidente Donald Trump han señalado que se está destinando ayuda humanitaria y logística, pero no han ofrecido detalles específicos sobre revisión de protocolos de seguridad en campamentos juveniles ni nueva legislación para zonas vulnerables a crecidas.
En Kerrville, mientras tanto, la vida se reconstruye sobre el lodo. Algunos residentes aún se resisten a abandonar la idea de que el Hill Country puede seguir siendo un refugio natural ideal para los veranos del Texas profundo. Otros, como Elizabeth Lester, sienten que algo cambió para siempre: “No volveré a enviar a mis hijos a un campamento sin antes revisar las rutas de evacuación. Nunca más confiaré en que ‘todo va a estar bien’.”