Wimbledon, tecnología y error humano: ¿realmente estamos listos para una cancha sin jueces de línea?
El torneo más tradicional del tenis enfrenta errores en su sistema automatizado Hawk-Eye, reviviendo el debate sobre la automatización del deporte
Una Línea Borrosa entre Tecnología y Error Humano
Wimbledon, el torneo de tenis más antiguo y reverenciado del mundo, se encontró en el centro de la polémica este domingo tras un error garrafal en el uso del sistema de detección electrónica Hawk-Eye, utilizado para sustituir a los tradicionales jueces de línea. Durante un crucial partido de cuarta ronda entre Anastasia Pavlyuchenkova y la británica Sonay Kartal, Hawk-Eye fue involuntariamente desactivado por una persona, dejando sin detección automática tres puntos decisivos y generando confusión y polémica.
El incidente, que terminó con una decisión reñida del árbitro de silla Nico Helwerth al hacer repetir uno de los puntos, detonó un debate que parecía zanjado: ¿es prudente eliminar por completo la participación humana en decisiones esenciales del deporte?
¿Qué Ocurrió en el Partido?
Durante el noveno juego del primer set, cuando Pavlyuchenkova tenía oportunidad de tomar ventaja 5-4, un golpe evidente de Kartal fuera de la cancha no fue marcado como tal porque el sistema Hawk-Eye no estaba activo. El árbitro, tras una pausa, decidió repetir el punto, lo que generó el descontento inmediato de la rusa. Aunque finalmente Pavlyuchenkova ganó el set y el partido, el malestar se mantuvo.
No es Inteligencia Artificial
"No es un sistema de inteligencia artificial", explicó con vehemencia la directora ejecutiva del All England Club, Sally Bolton. “Se trata de una tecnología de captura electrónica que requiere intervención humana para su funcionamiento adecuado. Fue un error humano el causante del fallo.”
Con estas declaraciones, Bolton buscó distanciar la tecnología empleada de la tendencia creciente a utilizar inteligencia artificial en ámbitos cada vez más sensibles, como la salud, la seguridad y, ahora, el deporte. Aun así, el hecho de que un torneo tan importante como Wimbledon, con una historia de 147 años, haya quedado expuesto por la inoperancia del sistema durante una jugada crítica, revela fragilidades en la confianza depositada en estas herramientas.
Una Revocación del Control Manual
Ante el escándalo, el club anunció que ya no se permitirá a los operadores de Hawk-Eye desactivar manualmente el sistema. Con esta medida, esperan evitar errores similares en futuras jornadas. Pero más allá de corregir la «vulnerabilidad operativa», como la calificó Bolton, el suceso deja claro que la eliminación de los jueces de línea quizás haya sido prematura.
Jugadores, divididos
La reacción de los jugadores no se hizo esperar. Mientras algunos defienden la agilidad y precisión de la automatización, otros evocan la necesidad de un enfoque híbrido, como el aplicado entre 2007 y 2022, cuando los jueces eran apoyados por el mismo sistema Hawk-Eye, pero sin prescindir completamente del juicio humano.
“Es un evento demasiado grande para tener estos fallos”, manifestó Pavlyuchenkova tras el partido. “Si ya apostamos por el sistema automático, deberíamos contar con métodos secundarios para garantizar que ningún error altere el curso del juego.”
Datos: ¿Qué tan Confiable es Hawk-Eye?
- Hawk-Eye se introdujo en Wimbledon en 2007, permitiendo retos limitados por parte de los jugadores.
- En 2021, el sistema fue implementado por completo en torneos grandes como el Abierto de Australia.
- Según datos de la ITF (Federación Internacional de Tenis), la tasa de precisión de Hawk-Eye es del 99.2%. Sin embargo, no está exento de errores.
- El sistema calcula la trayectoria basándose en la posición captada por varias cámaras sincronizadas.
Aunque suena impresionante en papel, el problema no está en la tecnología en sí, sino en los puntos de falla humana que rodean su operación.
¿Eliminamos Demasiado Rápido el Factor Humano?
La eliminación de los jueces de línea en torneos como Wimbledon fue tomada por algunos como una señal de «progreso necesario» en el deporte. En un contexto post-pandemia donde reducir el número de personas en cancha tenía otras justificaciones sanitarias, la automatización ganó terreno rápidamente. Pero ahora, con el retorno a la normalidad, la pregunta es inevitable: ¿vale más la tradición o la precisión?
Simon Barnes, ex columnista de The Times y autor de varios libros sobre deporte, escribió alguna vez: “En el corazón del deporte hay humanidad, incluso en el error. Automatizarlo todo puede dejarnos con algo perfecto, pero desalmado.”
El Contraste con Roland Garros
El Abierto de Francia, Roland Garros, se ha mantenido fiel a los jueces de línea, incluso en un mundo donde la mayoría de torneos ya ha abrazado la automatización total. Esta decisión es vista por muchos como una defensa no solo de la tradición, sino de la dignidad judicial del deporte.
Curiosamente, Francia ha reportado, en promedio, un número menor de errores corregidos por repetición en comparación con torneos completamente automatizados. ¿Por qué? Porque el juicio humano aún tiene margen de interpretación y diálogo, elementos ausentes en la frialdad de los sensores.
¿Futuro: Híbrido o Totalmente Automatizado?
El incidente de Wimbledon 2025 relanza una discusión de fondo: ¿queremos un tenis clínicamente preciso pero sin rostro, o un juego vibrante donde el error y la emoción del juicio humano formen parte integral del espectáculo?
Quizás la solución esté en una estructura híbrida, donde el sistema automatico siga funcionando como apoyo, pero con la presencia de jueces de línea complementarios. Esta colaboración bien podría evolucionar hacia una nueva generación de árbitros digitales-humanos, capacitados para trabajar con tecnología en tiempo real, pero manteniendo una vigilancia activa.
Wimbledon ha sido durante décadas un bastión de tradición —de pasto, de vestidos blancos, de honores a la Reina—, pero como ha demostrado este episodio, incluso sus muros victorianos no pueden resguardar del todo los riesgos de un mundo hipertecnologizado.
La gran pregunta que flota ahora en el aire del All England Club es: ¿Puede el deporte salvar su alma sin renunciar a la precisión tecnológica?