¿Está Trump Dando la Espalda a la Energía Eólica? Un Análisis de su Guerra Contra el Viento

Mientras el mundo avanza hacia fuentes renovables, el expresidente vuelve a alimentar mitos sobre los aerogeneradores

Un nuevo frente en la guerra de Trump contra la energía verde

Donald Trump ha vuelto a la carga con una de sus fijaciones favoritas: la energía eólica. En una reciente reunión con su gabinete, expresó su desprecio por esta tecnología, tildándola de “cara” y afirmando que “los países inteligentes no la usan”. Esta declaración, más allá de ser polémica, ha reactivado un debate esencial en el seno de la política energética estadounidense: cómo avanzar hacia energías limpias en un contexto de desinformación constante.

Datos frente a percepciones: ¿Es realmente cara la energía eólica?

Trump declaró que “la energía eólica es muy cara”. Sin embargo, los datos pintan otra realidad. Según la Administración de Información Energética (EIA, por sus siglas en inglés), la energía eólica terrestre (onshore) es una de las fuentes más baratas de generación eléctrica, con un costo promedio de $30 por megavatio-hora. En contraste, una nueva planta de gas natural ronda los $65/MWh y un reactor nuclear supera los $80/MWh.

Además, estados como Iowa, Kansas, Oklahoma y Nuevo México han demostrado que apostar por este tipo de energía puede mantener los precios estables o incluso reducirlos. Iowa, por ejemplo, pasó de generar el 15% de su energía mediante viento en 2010 a cerca del 60% en 2023, mientras mantuvo sus tarifas eléctricas entre las que menos crecieron a nivel nacional.

¿La energía eólica es “una cosa de China”?

Otra afirmación de Trump fue que las turbinas eólicas son “casi exclusivamente” fabricadas en China. Esta idea, aunque parcialmente cierta, omite matices relevantes. China sí es el principal productor de turbinas a nivel global y está liderando el desarrollo eólico marino. No obstante, más de 130 países en todo el mundo utilizan energía eólica de forma activa, incluidos Estados Unidos, Alemania, Brasil, India y Reino Unido.

Además, empresas estadounidenses como GE Renewable Energy y europeas como Siemens Gamesa siguen operando fábricas e innovando en este sector. Decir que esta tecnología pertenece solo a China es ignorar la participación global y los empleos que genera en EE.UU.

El caso de las ballenas: ecología, desinformación y política

Uno de los comentarios más llamativos de Trump fue que, supuestamente, “en Nueva Inglaterra, dos ballenas quedaron varadas en 50 años, y el verano pasado hubo catorce, tal vez por el parque eólico”. Este tipo de afirmaciones no cuentan con respaldo científico.

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) ha dejado claro que no existen vínculos comprobados entre los parques eólicos marinos y la mortalidad de grandes cetáceos. Estas narrativas infundadas han surgido como un flashpoint en la lucha ideológica contra las energías renovables, buscando frenar su expansión por razones más políticas que ecológicas.

“Los pájaros están muriendo por todas partes”

Es cierto que los aerogeneradores representan un riesgo potencial para las aves. Sin embargo, la National Audubon Society, principal organización de protección de aves en EE.UU., sostiene que el cambio climático representa una amenaza aún mayor. De hecho, esta organización considera que el desarrollo responsable de parques eólicos es beneficioso tanto para el clima como para los ecosistemas.

En palabras de Sam Wojcicki, director de política climática de Audubon: “Mientras persisten los mitos sobre efectos devastadores de las turbinas eólicas sobre la fauna, la ciencia cuenta una historia distinta. Nuestra investigación demuestra que podemos desplegar la energía eólica de manera responsable protegiendo las aves y sus hábitats”.

Reciclaje de palas: un problema real pero abordable

Trump también puso en entredicho el fin de vida útil de las turbinas, afirmando que los ecologistas “no permiten enterrar las palas”. Aquí hay que reconocer que los materiales compuestos de las palas presentan desafíos para el reciclaje. Sin embargo, el Departamento de Energía de EE.UU. estima que el 90% de los materiales de una turbina pueden reciclarse con infraestructuras actuales.

Empresas del sector están abordando activamente el tema. Por ejemplo, la danesa Ørsted se ha comprometido desde 2021 a no enviar ninguna pala al vertedero y utilizar métodos innovadores como la trituración para recuperación de fibra.

Yemen y la paradoja de las prioridades energéticas

En paralelo a estos debates, crisis humanitarias como la de Yemen continúan escalando. Más de 17 millones de personas enfrentan hambre extrema y 1,2 millones de niños sufren desnutrición aguda. Mientras tanto, los fondos globales de ayuda disminuyen drásticamente —apenas se ha cubierto el 9% del presupuesto de ayuda requerido para este año.

Paradójicamente, gran parte de estos fondos humanitarios acaban financiando la adaptación a desastres climáticos, muchos de ellos provocados por la dependencia mundial a los combustibles fósiles. Ello refuerza la urgencia de avanzar hacia energías renovables.

¿Qué dice la comunidad científica y energética internacional?

Michael Gerrard, director del Centro Sabin para el Derecho del Cambio Climático en la Universidad de Columbia, ha cuestionado duramente la postura de Trump: “Países como Alemania, Reino Unido, Francia y Suecia tienen programas eólicos avanzados. Con su enfoque, EE.UU. está cediendo el liderazgo en esta tecnología a China y destruyendo empleos en el proceso”.

El Consejo Mundial de Energía Eólica (GWEC) ha declarado 2024 como otro “año récord” para la expansión del viento, con mercados emergentes como Uzbekistán, Egipto y Arabia Saudita preparándose para un crecimiento sin precedentes.

Conclusión implícita: una batalla ideológica más que técnica

Las declaraciones de Trump no solo reflejan una desconexión con los datos técnicos, sino también una estrategia política que prioriza combustibles fósiles y busca desacreditar opciones renovables sustentables. A medida que el mundo gira hacia un modelo energético descentralizado, ecológico y diversificado, Estados Unidos corre el riesgo de quedarse atrás.

La energía eólica, lejos de ser el enemigo que algunos políticos retratan, es parte integral de una solución más amplia para combatir el cambio climático, crear empleos, reducir costos y garantizar un futuro energético más seguro.

Fuentes:
- Energy Information Administration
- Global Wind Energy Council
- Audubon Society (https://www.audubon.org)
- Department of Energy (DOE)
- NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration)

Este artículo fue redactado con información de Associated Press