El regreso del sarampión: ¿señal de alarma sobre el debilitamiento de la vacunación?

Estados Unidos atraviesa su peor brote de sarampión en más de 30 años: comunidades con baja inmunización, políticas públicas estancadas y una pandemia de desinformación

Una amenaza conocida que regresa con fuerza

En medio del auge de enfermedades emergentes y el desgaste de los sistemas de salud pública, Estados Unidos enfrenta en 2025 su peor año de casos de sarampión desde 1992. Con 1,288 casos confirmados hasta ahora —y aún restando seis meses para terminar el año—, el país ha superado los niveles de 2019, cuando las autoridades sanitarias llegaron al borde de perder el estatus de eliminación del sarampión alcanzado en el año 2000. Tres muertes, decenas de hospitalizaciones y una expansión geográfica preocupante han encendido las alarmas entre expertos y funcionarios. Las raíces de esta crisis son mucho más profundas que una simple alza de contagios: tienen que ver con la cobertura de vacunación, el impacto de la pandemia de COVID-19 y la desconfianza creciente en las instituciones sanitarias.

La geografía del brote: Texas, Canadá y México

Los datos actuales pintan un panorama sombrío y complejo. El epicentro del brote en Estados Unidos se encuentra en comunidades subvacunadas del oeste de Texas, especialmente en el condado de Gaines, donde solo el 82% de los niños de kindergarten están al día con el esquema de vacunas MMR (sarampión, paperas y rubéola). Esto está muy por debajo del umbral de inmunidad colectiva del 95% recomendado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). A nivel continental, la situación no es mejor. En el estado mexicano de Chihuahua se han reportado 2,966 casos, mientras que Ontario y Alberta, en Canadá, cuentan con 2,223 y 1,230 casos respectivamente. En todos estos casos existe un patrón común: las comunidades menonitas. Aunque la Iglesia menonita no se opone oficialmente a las vacunas, las ramas más conservadoras suelen mostrar reticencia o desconfianza hacia el gobierno y los sistemas de salud públicos, lo cual se traduce en tasas bajas de vacunación.

Un sistema de alerta temprana desatendido

“El sarampión es como un canario en la mina”, afirma Lauren Gardner, directora del sistema de seguimiento de sarampión y COVID-19 de la Universidad Johns Hopkins. “Lo que estamos viendo es indicativo de un problema mayor con respecto a las actitudes frente a la vacunación, y probablemente empeorará”. Estas palabras son más relevantes que nunca. Entre 2020 y 2023, las tasas de vacunación infantil contra el sarampión en Estados Unidos han descendido en más del 80% de los más de 2,000 condados analizados. Según datos del CDC, en el ciclo escolar 2023-2024, solo el 92.7% de los niños de kindergarten recibieron su vacuna MMR —un porcentaje insuficiente para detener brotes.

Datos que preocupan:

  • 3 muertes confirmadas por sarampión en 2025 (2 niños en Texas y 1 adulto en Nuevo México).
  • 1,288 casos en EE.UU., superando los 1,274 de todo 2019.
  • 12 estados enfrentan brotes activos de 3 o más casos.
  • 82% de cobertura de vacunas MMR en el condado epicentro del brote.
  • 0.3% de reducción en cobertura nacional equivale a miles de niños desprotegidos cada año.

El legado institucional y la desconfianza postpandemia

La pandemia del COVID-19 sembró dudas en un gran sector de la población respecto a la vacunación. Si bien las vacunas mRNA contra el coronavirus salvaron millones de vidas, la rápida politización del tema en Estados Unidos, sumada a decisiones contradictorias y desinformación en redes sociales, agrietaron la confianza del público. Actualmente, figuras como Robert F. Kennedy Jr., un conocido escéptico de las vacunas, ejercen un fuerte poder político e ideológico. Su reciente influencia sobre las políticas del Departamento de Salud y los cambios abruptos en la administración del CDC —incluyendo la nominación de Susan Monarez como nueva directora— alimentan la incertidumbre institucional. Bernie Sanders, senador de Vermont, declaró recientemente: “Desafortunadamente, la Dra. Monarez —actual directora en funciones del CDC— no ha hecho nada para frenar las acciones de Kennedy”. Esta falta de firmeza ante voces anti-vacunas dentro del gabinete plantea un peligro real para la salud pública.

Una vacuna segura y eficaz, pero subutilizada

La vacuna MMR, disponible desde 1971, tiene una eficacia comprobada del 97% después de dos dosis. Los efectos secundarios son mínimos y los beneficios múltiples: antes de la vacunación masiva, el sarampión causaba aproximadamente 2.6 millones de muertes al año en el mundo, según la OMS. Gracias a campañas intensivas, EE.UU. logró eliminar la endemia del sarampión en el año 2000. Sin embargo, ese estatus puede revertirse si el virus circula de forma continua durante 12 meses, algo que podría ocurrir este año si no se detiene la expansión vigente.

¿Cómo llegamos hasta aquí?

Los expertos apuntan a múltiples factores:
  1. Recorte de fondos: Los programas de vacunación locales han visto sus presupuestos congelados durante años, limitando la capacidad de monitorear y educar a comunidades.
  2. Disparidades territoriales: En Texas hay condados ricos con cobertura superior al 95%, mientras que otros, como Gaines, están por debajo del 85%.
  3. Desinformación digital: Las redes sociales han magnificado teorías conspirativas sobre las vacunas, desde supuestos efectos secundarios hasta falsas alegaciones sobre componentes tóxicos.

Una crisis regional que podría expandirse

En 2019, los brotes más grandes ocurrieron en Nueva York, donde el sarampión se propagó entre comunidades judías ortodoxas poco vacunadas. En 2025 se repite el patrón sociocultural: comunidades cerradas, alejadas o escépticas frente al sistema de salud dominante. La amenaza no es solo nacional. Canadá y México enfrentan sus propios brotes graves, lo cual incrementa el riesgo de un círculo vicioso epidémico. Las políticas de salud de un país ya no son suficientes si los vecinos no pueden contener la infección.

¿Qué hacer ahora?

El principal desafío no es médico: es político y social. Estados Unidos debe tomar medidas decisivas e inmediatas para frenar el avance del sarampión:
  • Campañas de vacunación masiva con enfoque cultural efectivo, especialmente en comunidades escépticas.
  • Educación basada en evidencia y narrativa empática en redes sociales y escuelas.
  • Restitución de fondos para departamentos de salud locales.
  • Alianza bi-nacional con México y Canadá para combatir los brotes en la región.

Un espejo del futuro cercano

Este brote de sarampión no es solo un problema puntual. Es, como advierte Gardner, “el canario en la mina” de una falla estructural en el sistema de salud pública de EE.UU. La paradoja de vivir en el país con las mayores capacidades biomédicas del mundo y enfrentar enfermedades prevenibles por vacunas habla del complejo entrelazamiento entre política, ciencia y creencias sociales. Si el sarampión puede regresar con tanta fuerza, ¿qué otras enfermedades prevenibles están a la vuelta de la esquina? El momento de actuar es ahora, antes de que sea demasiado tarde.
Este artículo fue redactado con información de Associated Press