Darfur y la impunidad que persiste: crímenes, genocidio y la búsqueda de justicia internacional
La Corte Penal Internacional advierte de crímenes en curso en Sudán mientras la región de Darfur revive el horror de décadas pasadas
Un nuevo capítulo del horror en Darfur
La región de Darfur, en el oeste de Sudán, ha vuelto a convertirse en un escenario de horror humano. Según recientes declaraciones de Nazhat Shameem Khan, fiscal adjunta de la Corte Penal Internacional (CPI), los crímenes de guerra y de lesa humanidad están resurgiendo con fuerza en esta zona devastada por más de dos décadas de conflicto.
A más de 20 años del genocidio que escandalizó al mundo, perpetrado principalmente por las milicias Janjaweed, Darfur enfrenta una situación humanitaria "intolerable", según expresó la funcionaria ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Lo que parecía una historia del pasado ha regresado con fuerza brutal a la actualidad.
El conflicto renacido: ¿qué ocurre hoy en Darfur?
Desde abril de 2023, Sudán se ha visto envuelto en una nueva guerra civil, iniciada por la pugna de poder entre el ejército del país y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), un grupo paramilitar vinculado históricamente a los Janjaweed. Este conflicto, que comenzó en la capital, Jartum, se ha extendido rápidamente por todo el país, afectando especialmente a la región de Darfur.
La dimensión de la tragedia es apabullante: más de 40,000 personas han sido asesinadas y cerca de 13 millones han sido desplazadas, de las cuales muchas han cruzado a países vecinos como Chad, Etiopía y Sudán del Sur, según datos de agencias de Naciones Unidas.
Los crímenes del presente: tácticas de terror
De acuerdo con los informes de la CPI y diversos organismos humanitarios, se están empleando tácticas atroces contra la población civil. Shameem Khan destacó prácticas como:
- Uso sistemático de violencia sexual como arma de guerra.
- Privación de alimentos y agua para doblegar comunidades enteras.
- Secuestros masivos para pedir rescate o forzar a los jóvenes a unirse a grupos armados.
- Ataques deliberados a hospitales, caravanas humanitarias y campos de desplazados como Zamzam en Darfur del Norte.
La situación es tan crítica que organismos internacionales ya empiezan a hablar de hambruna generalizada. El sitio El Fasher, capital de Darfur del Norte, está completamente sitiado, lo que impide el ingreso de ayuda médica o alimentos.
La labor de la Corte Penal Internacional: ¿justicia realmente posible?
La CPI, con sede en La Haya, ha reiterado su compromiso con la justicia para las víctimas sudanesas. Shameem Khan afirmó que cuentan con “motivos razonables” para creer que se están cometiendo crímenes de guerra y de lesa humanidad, no sólo por parte de las RSF, sino también por las fuerzas regulares del Estado sudanés.
Durante los últimos seis meses, la CPI ha recogido más de 7,000 pruebas —entre documentación, testimonios y evidencias digitales— principalmente en campamentos de refugiados en Chad. El objetivo: generar un segundo ciclo de acusaciones formales como ya se hizo con Ali Kushayb, excomandante de los Janjaweed, actualmente en juicio bajo cargos de crímenes contra la humanidad.
“Los responsables actuales creen que tienen impunidad, pero se equivocan”, afirmó Khan ante el Consejo de Seguridad. Advirtió que la CPI no descansará hasta lograr que los culpables enfrenten sus crímenes ante un tribunal internacional.
El legado oscuro de los Janjaweed y su mutación en las RSF
Los Janjaweed fueron el símbolo del genocidio que tuvo lugar entre 2003 y 2008, con un saldo de más de 300,000 muertos y 2.7 millones de desplazados. Armados hasta los dientes y respaldados por el gobierno de Omar al-Bashir, arrasaron aldeas, asesinaron, violaron y desplazaron a las comunidades de origen africano, en clara campaña de limpieza étnica.
Tras los Acuerdos de Paz de Juba en 2020, muchos creyeron que el conflicto de Darfur llegaría a su fin. Sin embargo, las RSF —entidad heredera de los Janjaweed— se han afianzado en estructuras oficiales, lo que ha provocado una peligrosa legitimación de sus acciones.
Estados Unidos, antes de la salida de la administración Biden, declaró que las RSF y sus aliados están cometiendo genocidio actualmente. La comunidad internacional, sin embargo, ha tardado en responder de manera contundente.
El Fasher, símbolo de una crisis sin salida (por ahora)
Hoy en día, El Fasher representa el corazón de un conflicto que amenaza con una explosión aún mayor. Asediada por las RSF, esta ciudad se ha convertido en una trampa mortal. La ayuda humanitaria no puede ingresar, las comunidades están al borde de la inanición, y las organizaciones médicas han denunciado ataques directos a hospitales como una forma de guerra psicológica y física.
El silencio internacional comienza a romperse, pero muchos se preguntan si será demasiado tarde para salvar a los cientos de miles que aún resisten en Darfur.
¿Una comunidad internacional paralizada?
El caso de Darfur arroja preguntas fundamentales: ¿cuál es el verdadero poder de la CPI? ¿Qué tan efectivas son las sanciones cuando los perpetradores saben que probablemente jamás enfrenten un juicio?
Actualmente existe una disonancia entre la retórica global de derechos humanos y la acción política. Pese a las resoluciones y discursos, pocos mecanismos coercitivos están siendo aplicados contra los actores responsables del sufrimiento en Darfur.
Una lección que no debe olvidarse
En palabras de la fiscal Khan: “No deberíamos hacernos ilusiones. Esto puede ponerse peor”.
Darfur es un espejo de la historia en bucle. Nos recuerda que el olvido y la impunidad son aliados profundos de los genocidas, y que sin justicia no hay paz auténtica.
Pese al trabajo valioso de la CPI y los organismos humanitarios, el destino de millones de sudaneses sigue dependiendo de decisiones políticas aún por tomarse. Como lo demuestran los eventos de las últimas semanas, Darfur está lejos de haber escapado de su destino trágico.
La pregunta no es si el mundo puede parar esta barbarie. Es si está dispuesto a hacerlo.