La batalla por las aulas: religión, ciencia y libertad religiosa en el sistema educativo de EE. UU.

Del juicio de Scopes en 1925 a los Diez Mandamientos en las escuelas de Texas: un siglo de debates sobre religión y educación pública

La historia se repite en las aulas estadounidenses

La historia de la educación pública en Estados Unidos ha estado marcada por disputas ideológicas, culturales y religiosas desde hace más de un siglo. A pesar de avances legislativos, cambios sociales y sentencias judiciales, el debate sobre el papel de la religión en las escuelas públicas sigue tan vivo como en 1925, cuando el docente John T. Scopes fue llevado a juicio por enseñar la teoría de la evolución.

El famoso Juicio del Mono, celebrado en Dayton, Tennessee, no fue solo una pugna legal, sino el reflejo de una tormenta cultural que enfrentaba ciencia contra religión, modernismo contra tradicionalismo. Cien años más tarde, esas grietas siguen abiertas y, según algunos expertos, más ensanchadas que nunca.

El juicio que encendió la mecha

En julio de 1925, John T. Scopes, un joven profesor de biología, fue acusado de violar la Ley Butler, que prohibía la enseñanza de cualquier teoría que negara la historia bíblica de la creación. Respaldado por la American Civil Liberties Union (ACLU), Scopes se convirtió en el rostro de la resistencia intelectual en un juicio que atrajo atención nacional.

El proceso fue un evento mediático sin precedentes, con gigantes del derecho enfrentándose: Clarence Darrow, agnóstico y defensor de Scopes, contra William Jennings Bryan, tres veces candidato presidencial y fundamentalista cristiano. Aunque Scopes fue declarado culpable y multado con 100 dólares, el juicio dejó una huella imborrable en el debate sobre educación, ciencia y religión.

¿Un estado laico o una república cristiana?

Hoy, ese mismo debate se revive con nuevos protagonistas y escenarios. La reciente aprobación de leyes estatales en Texas, Arkansas y Luisiana que obligan a exhibir los Diez Mandamientos en las aulas ha generado controversia y acciones legales. Y es que, para muchos, estas disposiciones representan una violación del principio de separación Iglesia-Estado, consagrado en la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense.

“Estamos luchando casi todos los días”, expresa Robert Tuttle, profesor de derecho y religión en la Universidad George Washington. “Hay quienes quieren usar la maquinaria del Estado —en particular, las escuelas públicas— para imponer sus creencias religiosas al resto de la sociedad”.

Constitución vs. convicciones espirituales

Mientras unos ven estas leyes como intentos de restaurar los valores tradicionales en la educación, otros las interpretan como una amenaza a la diversidad religiosa y al estado laico. La ACLU, que representó a John Scopes hace un siglo, ahora lidera demandas en contra de estas normativas.

Daniel Mach, actual director del programa de libertad religiosa de la ACLU, advierte: “No hay razón para dar marcha atrás a las protecciones constitucionales que nos han servido como nación pluralista. Permitir cualquier religión específica en las escuelas públicas podría marginar a millones de estudiantes con diferentes creencias.”

Por el contrario, Greg Abbott, gobernador de Texas, ha defendido estas leyes como una forma de preservar la conexión histórica entre los Diez Mandamientos y la tradición jurídica del estado. En un video publicado en X (antes Twitter), rechazó los esfuerzos por eliminar esos símbolos religiosos de los espacios públicos.

Un conflicto de fondo: poder cultural

El actual resurgimiento de esfuerzos por “cristianizar” el sistema educativo se explica, según varios académicos, por una sensación de pérdida de poder cultural entre ciertos sectores cristianos. Hudnut-Beumler, profesor de historia religiosa estadounidense en la Universidad de Vanderbilt, señala: “Lo que vivimos actualmente no es nuevo. Es la consecuencia del miedo promovido por discursos políticos que agitan fantasmas culturales”.

Esta percepción de amenaza ha motivado a varios estados a incluir capellanes salariales en las escuelas públicas, a promover momentos de oración, e incluso a usar cupones escolares en instituciones religiosas. Todas estas acciones han enfrentado resistencia y generado una oleada de litigios.

¿Dónde reside la libertad religiosa?

Suzanne Rosenblith, académica en temas de religión en la educación pública, aporta una mirada compleja: “Tu argumento para quitar algo puede basarse en evitar que el Congreso legisle sobre una religión. Pero mi deseo de incluirlo puede estar basado en mi derecho a expresar mi fe. El desafío es equilibrar ambos derechos en un país plural.”

Esta tensión constante entre el ejercicio libre de culto y la no imposición estatal de una religión específica demarca los límites del debate. La clave, según Rosenblith, está en cultivar el respeto mutuo: “Todas las partes ganarán algunas batallas y perderán otras. Pero lo vital es cómo tratarnos en la diferencia.”

De 1925 a 2025: ecos de un mismo argumento

Cuando William Jennings Bryan argumentó en 1922 que si no se podía enseñar la Biblia, era lógico impedir la enseñanza de la evolución, planteó una disyuntiva que sigue vigente. El enfrentamiento entre “fe” y “razón”, lejos de desaparecer, ha evolucionado hacia nuevos campos: presupuestos educativos, programas escolares, capacitación docente y marcos legales.

Ahora, a diferencia del siglo pasado, el campo de batalla excede los estados del sur religioso; se ha vuelto nacional, incluso global. Desde decisiones de la Corte Suprema que permiten instrucciones religiosas en algunas escuelas públicas hasta el crecimiento de universidades y centros educativos confesionales, el debate no muestra señales de ceder.

¿Qué implican estos debates para el futuro?

  • Educación científica comprometida: Si una escuela pública enseña el creacionismo como alternativa científica a la evolución, ¿qué implicaciones tiene para la calidad educativa y el pensamiento crítico?
  • Segregación cultural: La inclusión de elementos religiosos en escuelas multiétnicas y multiconfesionales puede crear tensiones entre comunidades.
  • Polarización política: Políticos como JD Vance han usado estos temas para movilizar votantes. Esto indica que la religión seguirá siendo un elemento clave en las campañas.

Un siglo de luchas ideológicas

Desde 1925 hasta la actualidad, el conflicto sobre el papel de la religión en el sistema educativo estadounidense ha oscilado entre discusiones teológicas, constitucionales y culturales. El juicio de Scopes fue solo un inicio dramático en una narrativa que persiste.

Tal vez lo más revelador es que las motivaciones y temores de entonces siguen siendo familiares: la sensación de que los “valores tradicionales” están siendo eliminados por una modernidad secularizada; y al mismo tiempo, el anhelo de construir una educación inclusiva que refleje un país diverso y libre.

El reto del próximo siglo será definir esas fronteras con empatía, precisión legal, horizonte histórico y respeto por la pluralidad que define a Estados Unidos. Como señaló la propia ACLU en 1925: “El verdadero espíritu de la libertad es respetar el derecho del otro a pensar y actuar distinto”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press