Paz esquiva en el Cáucaso: el complejo camino hacia la reconciliación entre Armenia y Azerbaiyán
A pesar de nuevos diálogos en Abu Dabi, el tratado de paz sigue sin concretarse mientras persisten tensiones fronterizas e internas
Una nueva ronda de conversaciones entre los líderes de Armenia y Azerbaiyán tuvo lugar recientemente en Abu Dabi, con la ambiciosa meta de avanzar hacia una paz duradera tras casi cuatro décadas de conflicto. Sin embargo, las esperanzas de un avance tangible se desvanecieron, dejando al descubierto la compleja maraña de disputas territoriales, intereses geopolíticos y divisiones internas que han obstaculizado cada esfuerzo de reconciliación.
Un conflicto con raíces profundas
El enfrentamiento entre Armenia y Azerbaiyán por la región de Nagorno-Karabaj comenzó a finales de los años 80, cuando el colapso de la Unión Soviética reavivó antiguos resentimientos étnicos y territoriales. Esta región, mayoritariamente habitada por armenios étnicos pero ubicada dentro de Azerbaiyán, declaró su independencia con el apoyo armenio, lo que desencadenó una guerra en la que murieron hasta 30,000 personas.
Desde entonces, ambas naciones han estado atrapadas en un ciclo de estallidos de violencia y negociaciones fallidas. El más reciente punto de inflexión ocurrió en septiembre de 2023, cuando Azerbaiyán lanzó una operación relámpago que resultó en la capitulación de las autoridades armenias del Karabaj, consolidando el control azerí sobre el territorio.
Las conversaciones en Abu Dabi: promesas, pero sin concreciones
El 10 de julio de 2025, el primer ministro armenio Nikol Pashinyan y el presidente azerbaiyano Ilham Aliyev se reunieron en Emiratos Árabes Unidos. Aunque ambas partes reafirmaron su compromiso con las negociaciones bilaterales y con las medidas de fomento de confianza, no se anunció ninguna fecha para la firma del tratado de paz que se viene discutiendo desde marzo.
“Seguiremos avanzando hacia la demarcación pacífica de nuestras fronteras y el establecimiento de relaciones de buena vecindad”, declaró el comunicado conjunto.
Gran parte del estancamiento se debe a desacuerdos sobre la delimitación de fronteras, en especial en torno al corredor de Syunik, que conectaría a Azerbaiyán con su enclave de Nakhichevan atravesando territorio armenio. Mientras Bakú presiona por un acceso terrestre, Ereván ve la exigencia como una amenaza a su soberanía.
Presión interna sobre Pashinyan
El gobierno armenio, liderado por Pashinyan, ha enfrentado severas críticas internas por su actitud conciliadora hacia Azerbaiyán. La demarcación de fronteras —que ya condujo a la cesión de varias aldeas— ha sido vista por muchos ciudadanos como una capitulación innecesaria.
En respuesta, el régimen ha intensificado su represión. Dos figuras prominentes de la influyente Iglesia Apostólica Armenia, los arzobispos Mikael Ajapahyan y Bagrat Galstanyan, fueron detenidos por presuntamente participar en un complot para derrocar al gobierno. Estas acciones han avivado protestas contra Pashinyan, quien ya sobrevivió a una ola de manifestaciones tras la guerra de 2020.
Contexto geopolítico y mediadores internacionales
Las negociaciones han contado ocasionalmente con la mediación de actores como Rusia, la Unión Europea y más recientemente, países del Golfo como Emiratos Árabes Unidos. La implicación de Moscú, tradicional aliado de Armenia, ha sido ambigua desde el inicio de la invasión a Ucrania, lo que ha debilitado sus redes de influencia en el Cáucaso.
La UE, por su parte, ha tratado de posicionarse como alternativa, organizando conversaciones entre ambas partes y promoviendo formatos trilaterales. No obstante, la falta de avances sustanciales continúa desalentando a los observadores internacionales.
Los peligros de una paz frágil
Aunque la guerra abierta ha cesado desde septiembre de 2023, los habitantes de las zonas fronterizas viven en un estado de constante tensión. Organizaciones de derechos humanos han denunciado desplazamientos forzosos, destrucción de hogares y abusos por parte de ambas partes.
Según estimaciones del International Crisis Group, cerca de 100,000 armenios étnicos abandonaron Nagorno-Karabaj tras la ofensiva azerí, en lo que muchos describen como una limpieza étnica. Bakú rechaza esta acusación y sostiene que los derechos de los armenios de Karabaj pueden ser protegidos bajo su soberanía.
Un horizonte incierto
Desde una perspectiva regional, la reconciliación entre Armenia y Azerbaiyán significaría el inicio de una era de integración económica y estabilidad estratégica en el Sur del Cáucaso. Sin embargo, los factores que perpetúan la desconfianza —desde las narrativas nacionalistas hasta la falta de garantías de seguridad— dificultan cualquier avance genuino.
Todo esto ocurre en un contexto global delicado, donde los intereses energéticos (como el tránsito de gas y petróleo hacia Europa) hacen del Cáucaso una zona de alta sensibilidad geopolítica.
Citas para la historia
- Ilham Aliyev (2021): “La integridad territorial de Azerbaiyán no es negociable. Cualquier acuerdo debe respetar nuestra soberanía.”
- Nikol Pashinyan (2022): “Prefiero dolor hoy que guerra mañana. La paz aún es posible si tenemos valor.”
Ese “valor” al que se refiere Pashinyan sigue siendo puesto a prueba, tanto por las exigencias azerbaiyanas como por su propio pueblo. El tiempo dirá si estos gestos diplomáticos terminan en un tratado histórico o en otra paz ilusoria.