Tensiones, geoestrategia y poder blando: El nuevo juego en Asia entre EE. UU., China y Rusia
Marco Rubio se estrena como Secretario de Estado enfrentando retos diplomáticos y rivalidades regionales en una cumbre crucial en el Sudeste Asiático
Por primera vez como Secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio se lanzó a la arena internacional con una gira por Asia que terminó envuelto en una serie de reuniones de alto nivel durante el foro de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en Kuala Lumpur, Malasia. El encuentro no solo puso de relieve las tensiones persistentes entre Washington y Pekín, sino que también dejó claro el creciente peso de Rusia como actor que desafía las políticas de seguridad y comercio lideradas por EE. UU. en la región Asia-Pacífico.
Un foro regional cargado de tensión
Rubio concluyó su visita con una esperada reunión cara a cara con el ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi. La importancia de este encuentro no radicaba sólo en el protocolo, sino en su contexto: la creciente confrontación entre ambas potencias sobre derechos marítimos, políticas comerciales, avances tecnológicos y la postura de China frente a la guerra de Rusia en Ucrania.
La reunión ocurrió apenas 24 horas después de que Rubio se sentara también con el canciller ruso, Sergey Lavrov, en un intento de explorar posibilidades para reiniciar conversaciones de paz relacionadas con Ucrania. Esta jugada diplomática marca el tono ambicioso de la nueva política exterior estadounidense bajo la Administración Trump, que busca equilibrar confrontación e influencia regional en un entorno altamente volátil.
Comercio vs. seguridad: las dos caras del conflicto
Durante las reuniones en Kuala Lumpur, Rubio enfrentó críticas directas sobre las amenazas de aranceles masivos por parte del presidente Donald Trump, que afectarían a casi todos los miembros de la ASEAN. Mientras los países del Sudeste Asiático manifestaron sus preocupaciones por el proteccionismo estadounidense, Rubio intentó desviar el foco hacia los temas de seguridad, particularmente el interés común por contener la creciente influencia militar y económica de China.
“Claro que se ha planteado (el tema de los aranceles). Es un asunto. Pero no diría que define completamente nuestra relación con estos países”, señaló Rubio a los medios. Subrayó además que existía un entusiasmo manifiesto por el rol estadounidense en la región.
Por su parte, Wang Yi denunció los aranceles planeados por EE. UU. como un abuso del comercio internacional y una amenaza «al sistema financiero global». Wang fue claro al describir a EE. UU. como fuente de “proteccionismo unilateral” y subrayó el compromiso de China y Rusia con la estabilidad regional, al advertir sobre países que buscan sembrar divisiones en Asia-Pacífico.
Estados Unidos vs. China: ¿una nueva Guerra Fría comercial?
China ha sido durante años el blanco favorito de los halcones estadounidenses, no solo por sus prácticas comerciales, sino por sus ambiciones geopolíticas. La presencia acrecentada del gigante asiático en el Mar Meridional de China, su trato hostil hacia Taiwán, y sus avances en el terreno de la inteligencia artificial y telecomunicaciones, lo han convertido en el antagonista ideal del nuevo orden trumpista.
Desde la presidencia de Biden ya se advertía sobre el apoyo tácito de China al esfuerzo de guerra ruso. Ahora, con Rubio encabezando la diplomacia estadounidense, el discurso es transparente. “Claramente, China ha apoyado a Rusia tanto como ha podido sin ser descubierta”, afirmó.
Pero más allá de las palabras duras, EE. UU. también intenta desplegar su “poder blando”. Un ejemplo de ello: la firma de un acuerdo de cooperación civil-nuclear con Malasia, un gesto significativo para un sector en el que China también quiere liderar.
Rusia nuevamente como actor relevante
Aunque ha sido relegada en años recientes del papel primordial que gozaba durante la Guerra Fría, Rusia vuelve a escena como aliado clave de China en su desafío conjunto al liderazgo occidental. La reunión entre Wang Yi y Lavrov en Kuala Lumpur fue una clara señal: ambos países acusaron a Washington de provocar divisiones en la región y reafirmaron su apoyo al papel central de ASEAN.
“Rusia y China apoyan la centralidad de la ASEAN como plataforma de cooperación regional, se comprometen a la estabilidad en Asia-Pacífico y desconfían de potencias que promueven divisiones”, dijo la Cancillería rusa.
Esta coordinación diplomática entre Pekín y Moscú no es nueva, pero sí está cobrando mayor protagonismo a raíz de la guerra en Ucrania y de los movimientos proteccionistas de EE. UU.
Australia entre dos mundos
Mientras se desarrollaba la cumbre de ASEAN, el primer ministro de Australia, Anthony Albanese, anunciaba un viaje significativo a Beijing, Shanghái y Chengdú, en un intento por fortalecer lazos económicos con su mayor socio comercial: China. Este viaje ocurre tras años de fricciones en las relaciones bilaterales motivadas por el COVID-19, los aranceles chinos y posiciones políticas enfrentadas.
Albanese busca encontrar equilibrio. Dice estar abierto a cooperar con China “donde podamos” y a disentir “donde debemos”. La prioridad de su viaje: diversificar exportaciones nacionales, intensificar presencia en energías limpias y captar inversiones.
Desde 2022, su gobierno ha trabajado exitosamente para remover barreras comerciales que costaban a su economía más de AU$20.000 millones anuales. Sin embargo, también ha advertido que Australia no puede seguir dependiendo en exceso del mercado chino, fortaleciendo sus relaciones con India y países del Sudeste Asiático.
¿Qué se juega realmente en Asia?
Este complejo tablero de maniobras diplomáticas y comerciales sugiere que estamos presenciando una nueva configuración de alianzas y rivalidades en Asia. La estrategia estadounidense parece centrarse más que nunca en reafirmar su presencia militar, tecnológica y económica, mientras denuncia el autoritarismo chino y las ambiciones neo-imperialistas rusas. En paralelo, China y Rusia buscan consolidar su imagen de socios estables y antihegemónicos frente al proteccionismo estadounidense.
- Estados Unidos: Reforzando alianzas, presionando por nuevos tratados, criticando tácticas comerciales abusivas.
- China: Defensor del libre comercio (irónicamente), fortaleciendo nexos con economías emergentes, promoviendo modelos alternativos sin interferencia occidental.
- Rusia: Operador geopolítico disruptivo, decidido a ofrecer un contrapeso militar y diplomático en Asia.
¿Regreso al multilateralismo o comienzo del desorden multipolar?
Lo que antes era un sistema basado en alianzas fijas y hegemonía estadounidense, evoluciona ahora hacia una arquitectura de poder multipolar e inestable. Mientras ASEAN intenta mantener la neutralidad institucional, las presiones externas son cada vez más difíciles de resistir.
En este contexto, figuras como Marco Rubio buscan dejar una huella rápida pero firme en la política exterior estadounidense, enviando un mensaje a los aliados preocupados por las inconsistencias previas y a los rivales que buscan su momento de mayor influencia.
El Indo-Pacífico se ha convertido ya en el epicentro del debate geopolítico del siglo XXI, donde la economía, la tecnología —y sí, también el poder militar— se entrelazan como nunca antes. La cumbre de Kuala Lumpur no resolvió disputas, pero evidenció las nuevas reglas del juego y el tablero redefinido.