Tensiones y alianzas: EE. UU., Filipinas y el ajedrez geopolítico del Indo-Pacífico

Washington redobla sus esfuerzos diplomáticos y militares en Asia mientras enfrenta desafíos en América Latina y en su propia estructura gubernamental

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Una visita estratégica: Marcos Jr. y la Casa Blanca

El presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos Jr., visitará pronto la Casa Blanca para fortalecer los lazos de seguridad y económicos entre Manila y Washington. La visita, aún sin fecha concreta, subraya el impulso renovado de alianzas militares por parte de Estados Unidos en el Indo-Pacífico, donde China juega un papel cada vez más protagónico y preocupante.

De acuerdo con el embajador de Filipinas en EE. UU., Jose Manuel Romualdez, uno de los principales temas será el fortalecimiento de la disuasión ante las acciones agresivas de Pekín en el Mar de China Meridional. Esta línea coincide con las declaraciones del secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, quien ha sostenido que “la paz se asegura mediante la disuasión”.

Tríada estratégica en Asia-Pacífico

El secretario de Estado Marco Rubio se reunió en Malasia con sus homólogos de Japón y Filipinas durante los encuentros anuales de la ASEAN. Estas reuniones buscan apuntalar un bloque trilateral que integre capacidades de defensa y cooperación económica. “Tenemos una gran relación con Japón y Filipinas y trabajamos juntos en seguridad marítima y en mantener la integridad territorial”, indicó Rubio.

Este tipo de bloques trilaterales no son nuevos, pero están cobrando mayor peso dada la expansión de la influencia china en Asia. Cabe recordar que el Mar de China Meridional se ha convertido en un epicentro de tensiones por el reclamo de soberanía que hacen seis naciones —China, Filipinas, Vietnam, Malasia, Brunei y Taiwán— sobre islas y rutas de navegación marítima estratégicas. Esta zona representa más de 3.4 billones de dólares anuales en comercio global, según el Center for Strategic and International Studies (CSIS).

China, el elefante en la sala

La presencia militar china ha aumentado sustancialmente. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, desde 2014 China ha construido aproximadamente 3,200 acres de islas artificiales con infraestructura militar. Además, incidentes recientes como el uso de cañones de agua contra buques filipinos aumentan la presión internacional.

No es casual que Filipinas haya ampliado su cooperación militar con Washington, permitiendo ejercicios militares conjuntos a gran escala y acceso estadounidense a nuevas bases bajo el Acuerdo de Cooperación de Defensa Mejorado (EDCA). Estos movimientos buscan mostrar músculo ante cualquier intento chino de cambiar el status quo por la fuerza.

Estados Unidos: Reorganización interna y su impacto en diplomacia

Mientras fortalece sus alianzas en Asia, EE. UU. atraviesa una etapa de reestructuración gubernamental. El Departamento de Estado ha anunciado despidos masivos como parte de una reorganización sin precedentes, impulsada por la Oficina de Eficiencia Gubernamental, anteriormente encabezada por Elon Musk. La decisión se sustenta en un fallo de la Corte Suprema que habilita legalmente los recortes.

Se estima que habrá una reducción de hasta 18% de la plantilla y la eliminación total de algunas divisiones, incluyendo oficinas de derechos humanos, programas de refugiados y de asistencia a Afganistán. Esto ha generado fuertes críticas: “Esta disrupción pone en riesgo intereses nacionales”, advirtió Tom Yazdgerdi, presidente de la American Foreign Service Association.

Rubio defendió las medidas afirmando que no es un intento de despedir trabajadores, sino de eliminar posiciones innecesarias en divisiones cerradas o duplicadas. Sin embargo, resulta paradójico que mientras se gesta un conflicto geopolítico que requiere diplomacia sólida, se desmantele parte del cuerpo diplomático más reconocido del mundo.

Latinoamérica en el radar: el caso de Costa Rica

El efecto de la nueva política exterior estadounidense se extiende más allá de Asia. En Costa Rica, el retiro de visas estadounidenses a figuras clave del gobierno y el poder judicial ha generado tensiones. La vicepresidenta del Congreso, Vanessa Castro, denunció que la embajada le informó de la cancelación de su visa por “contactos con el Partido Comunista Chino”, acusación que ella niega rotundamente.

Entre los otros implicados están el presidente del Congreso, Rodrigo Arias, y dos jueces del tribunal constitucional. Incluso el expresidente y premio Nobel Óscar Arias sufrió la cancelación de su visa. Este último sugirió que sus posturas sobre Gaza o la guerra en Ucrania podrían estar detrás del veto.

En este contexto, las declaraciones de Marco Rubio durante su visita a Centroamérica enfocadas en contener la influencia china toman un nuevo matiz. La política de revocación de visas podría estar siendo utilizada no solo como herramienta migratoria, sino como palanca diplomática para sancionar vínculos no deseados en el tablero geopolítico latinoamericano.

El retorno a una política de esferas de influencia

La administración estadounidense bajo Donald Trump parece rehacer la política internacional con tintes retros: la contención como estrategia, la diplomacia de poder y una fuerte priorización de intereses duros por sobre principios universales. La reorganización del Departamento de Estado y la segmentación de aliados responden a esta lógica.

“Es evidente que estamos volviendo a una lógica de Guerra Fría”, sostiene Samuel Huntington en su libro El choque de civilizaciones. Aunque publicado en los 90, sus advertencias sobre el resurgimiento de políticas basadas en bloques culturales y de poder geoestratégico resuenan hoy con más vigencia que nunca.

¿Hacia una nueva carrera armamentista en Asia?

El aumento de ejercicios militares en Asia, el fortalecimiento de alianzas trilaterales y la expansión de capacidades navales de China ponen en riesgo la estabilidad regional. Según el Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI), el gasto militar de Asia ha crecido un 58% en la última década, liderado por China.

Filipinas, históricamente más tímida en su política exterior, da señales de haberse alineado claramente con Washington. Japón, por su parte, ha reformado su doctrina de seguridad para permitir intervenciones colectivas y aumentar su presupuesto de defensa, el cual pasará del 1% al 2% del PIB para 2027, equiparando a la OTAN.

Un equilibrio frágil

El tablero geopolítico del Indo-Pacífico se ha convertido en un terreno de alto riesgo. Mientras EE. UU. intenta compensar su declive relativo proyectando poder militar, China responde con presión económica e infraestructuras críticas como parte de su Iniciativa de la Franja y la Ruta.

A nivel interno, los recortes diplomáticos cuestionan la viabilidad de sostener una política exterior tan ambiciosa. Y en América Latina, las medidas unilaterales con poca transparencia podrían dañar relaciones históricas.

“Quien siembra vientos, cosecha tempestades,” dice el refrán. Solo el tiempo dirá si las prioridades actuales de Estados Unidos logran garantizar una estabilidad duradera o si son solo el preludio de un nuevo choque de potencias con consecuencias impredecibles.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press