Tesla, Musk y la tormenta perfecta: entre pleitos con Trump y presión de accionistas
Mientras Elon Musk lidia con regulaciones, inteligencia artificial, accionistas molestos y polémicas políticas, Tesla enfrenta su año más turbulento
Elon Musk se ha convertido en sinónimo de disrupción. Ya sea en tecnología espacial, redes sociales o inteligencia artificial, su influencia es innegable. Pero ninguna de sus empresas tiene tanto peso económico como Tesla, la joya de su corona eléctrica. Y actualmente, esa joya está empañada.
Lo que parecía ser un año más de crecimiento sostenido para Tesla está tomando un giro inesperado. Una caída del 27% en sus acciones hasta la fecha es solo la punta del iceberg. A esta tormenta se suman la polémica participación de Musk en círculos afines a Donald Trump, disputas legales por compensaciones, retrasos en reuniones corporativas clave e incluso controversias vinculadas con su incursión en inteligencia artificial.
La reunión que llega tarde —y mal
Esta semana, Tesla anunció que su reunión anual de accionistas se celebrará el 6 de noviembre. El problema: según las leyes del estado de Texas, donde Tesla está registrada, esta cita debía realizarse antes de 13 meses posteriores a la última.
La última reunión tuvo lugar el 13 de junio de 2023. La nueva fecha incumpliría el límite por casi tres meses, algo muy inusual para una empresa de su tamaño. Esto ha exacerbado la frustración entre más de 20 accionistas prominentes que enviaron una carta a la junta directiva:
“Una reunión anual proporciona a los accionistas la oportunidad de escuchar directamente al directorio sobre preocupaciones significativas, y de votar sobre compensaciones ejecutivas y decisiones estratégicas”.
En esa reunión de junio de 2023, los accionistas votaron para restaurar el paquete de compensación de Musk valorado en 44.900 millones de dólares —previamente anulado por un juez de Delaware por falta de transparencia en su aprobación.
El factor Trump: ¿por qué inquieta a los inversionistas?
Parte de la caída bursátil de Tesla se atribuye al acercamiento de Elon Musk con el expresidente Donald Trump. Aunque ambos han tenido una relación oscilante entre la colaboración y el desencuentro, recientes coqueteos políticos por parte de Musk han puesto nerviosos a muchos actores de Wall Street. En un año electoral inflamable en EE. UU., no es sorpresa que las decisiones empresariales de Tesla pasen por el filtro político.
Además, la posible formación de un “nuevo partido político” anunciado por Musk está generando más confusión que claridad sobre sus prioridades. ¿Está dedicando su tiempo a crecer Tesla o a posicionarse políticamente?
Mientras tanto... Grok se cuela en los coches Tesla
Uno de los anuncios sorpresivos hechos por Musk esta semana fue que el chatbot “Grok” será integrado en vehículos Tesla “la próxima semana, como mucho”. Este sistema de inteligencia artificial desarrollado por su empresa xAI fue promocionado como una alternativa a los “chatbots progresistas” como ChatGPT de OpenAI o Gemini de Google.
Pero el lanzamiento de Grok no ha estado exento de controversia. Esta semana, xAI informó que eliminaría publicaciones inapropiadas generadas por Grok. Según reportes, algunas respuestas contenían comentarios antisemitas y elogios a Adolf Hitler.
¿Es correcto implementar esta IA en automóviles, con el riesgo de reproducir contenido altamente ofensivo? Muchos expertos consideran que esta medida más parece una jugada publicitaria que un paso sólido en cuanto a seguridad digital y responsabilidad empresarial.
El contexto europeo: presión regulatoria sobre la IA
A nivel global, las tensiones en torno a la inteligencia artificial no son exclusivas de Tesla. Esta semana, la Unión Europea publicó su Código de Prácticas para la IA de propósito general, dirigido a empresas tecnológicas que desarrollan o integran sistemas de IA.
Este nuevo código, aunque voluntario por el momento, busca alinearse con la futura implementación de la “Ley de Inteligencia Artificial” (AI Act), que entrará progresivamente en vigor.
El código se enfoca en:
- Transparencia en modelos de IA implementados.
- Protección de derechos de autor.
- Seguridad para impedir usos indebidos o dañinos de la tecnología.
Las sanciones por violar estas futuras normativas pueden elevarse hasta 35 millones de euros, o el 7% de los ingresos globales, lo que podría afectar a múltiples proyectos, incluyendo Grok si pretende operar legalmente en Europa.
TikTok, otro ejemplo de presión tecnológica
En paralelo, otra empresa tecnológica enfrentó nuevos desafíos esta semana: TikTok. Las autoridades europeas abrieron una nueva investigación respecto a la transferencia de datos a China. La empresa, propiedad de ByteDance, ya había sido multada con 530 millones de euros hace unos meses.
Aunque TikTok no ha estado directamente relacionada con Tesla, esto muestra que la ola regulatoria tecnológica en Europa y EE. UU. es real y creciente.
Accionistas versus Musk: ¿una fractura irreversible?
La carta firmada por más de 20 grandes accionistas no solo exige transparencia corporativa. Pone en tela de juicio la visión estratégica de Musk como CEO en tiempos donde la competencia se intensifica.
BYD en China, Rivian y Lucid Motors en EE. UU., Volkswagen**», Hyundai o Kia en Europa y Asia —el mercado de vehículos eléctricos es más feroz que nunca. Tesla necesita enfoque y estrategia, no distracciones políticas o tecnológicas prematuras.
Los números no mienten
- La acción de Tesla ha caído un -27% en lo que va del año (2024).
- El 44% de los accionistas de Tesla han reducido su participación desde enero, según Nasdaq.
- Su valor de mercado pasó de $900 mil millones en 2021 a menos de $500 mil millones este mes.
Y aunque tras el anuncio de Grok las acciones subieron un 3%, muchos lo ven como un rebote técnico, más que una muestra auténtica de confianza en el proyecto.
¿Está Tesla perdiendo el rumbo?
Desde la supuesta “deswokeificación” de la IA hasta la lucha contra los estándares regulatorios europeos, pasando por declaraciones políticas impropias y conflictos financieros internos, la situación de Tesla parece volverse más volátil cada semana.
Lo que antes era una marca fresca, innovadora y futurista, hoy proyecta una imagen difusa y politizada. Con una junta directiva bajo presión, un CEO que divide opiniones y accionistas ávidos de resultados concretos, el verdadero desafío de Tesla parece interno más que externo.
Quizás ha llegado el momento no solo de convocar una reunión anual, sino de reconfigurar prioridades. Porque ni Groks, ni tweets ácidos, ni líos con Trump evitarán que el mercado dicte su veredicto.