Gaza bajo fuego y hambre: cuando buscar comida cuesta la vida
La tragedia humanitaria en Gaza muestra un colapso total de los derechos humanos, en medio de hambre extrema, bombardeos y una ayuda internacional que no alcanza a salvar vidas
La mañana que dejó huérfano a un padre
Hatem Al-Nouri todavía recuerda cómo, al amanecer, sus hijos usaron la palabra "dulces" para referirse a los suplementos alimenticios que las ONGs distribuyen en Gaza. Sin embargo, esa palabra inocente se convirtió en presagio de tragedia: un ataque aéreo israelí acabó con la vida de dos de sus hijos, Amir (4 años) y Omar (8 años), cuando se dirigían a buscar comida en una clínica en Deir al-Balah. Su hijo menor, Siraj, sobrevivió, pero perdió un ojo.
“¿Qué hicieron estos niños para merecer esto?”, se pregunta Al-Nouri entre lágrimas. Sus palabras reflejan el drama de un pueblo que no solo enfrenta el mayor conflicto armado de las últimas décadas, sino la amenaza diaria del hambre y de la muerte en el intento de conseguir algo tan básico como pan.
El cerco del hambre: Gaza al borde de una hambruna
La situación humanitaria en la Franja de Gaza ha alcanzado niveles sin precedentes. Según Médicos Sin Fronteras, al menos 700 mujeres embarazadas y lactantes y casi 500 niños están recibiendo tratamiento terapéutico por malnutrición severa. La doctora Joanne Perry lo explica de forma contundente: “Es mi tercera vez en Gaza y nunca vi algo así. Cuatro o cinco bebés comparten una misma incubadora. Muchas mujeres embarazadas pesan menos de 40 kilos”.
El suministro de ayuda humanitaria está severamente restringido. Aunque Israel declara estar permitiendo la entrada de alimentos, las organizaciones de ayuda denuncian que las entregas son interrumpidas por restricciones militares y por el colapso del orden público, lo que ha derivado en saqueos y violencia.
Buscar alimento es un riesgo de muerte
Desde que Israel reanudó la ofensiva militar en marzo de 2024 y relajó parcialmente el bloqueo en mayo, cientos de palestinos han muerto intentando llegar a los puntos de distribución de alimentos. Muchos de estos puntos están gestionados por la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), una entidad apoyada por Israel y Estados Unidos.
La situación es tan grave que para conseguir comida, miles de personas deben cruzar zonas de fuego, expuestas a disparos provenientes de las fuerzas israelíes. Según la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, en apenas un mes, 798 personas murieron cerca de estos centros de ayuda, de las cuales 615 fueron en las cercanías de GHF.
Aunque la GHF niega estas muertes ―afirmando que muchas ocurrieron cerca de convoyes de la ONU que pasaban por zonas militares―, dos de sus propios contratistas revelaron que sí se han usado balas reales y granadas aturdidoras en los puntos de distribución. Estas denuncias contradicen la versión oficial y resaltan la desesperación de una población dispuesta a todo por sobrevivir.
Una ofensiva sin tregua: más de 57.000 muertos
Desde el inicio del conflicto el 7 de octubre de 2023, cuando militantes de Hamas mataron a unas 1.200 personas en Israel y capturaron a otras 251, las cifras de víctimas no han dejado de crecer. El Ministerio de Salud de Gaza reporta más de 57.000 muertos, más de la mitad de ellos mujeres y niños. Aunque el ministerio no distingue entre civiles y combatientes, sus cifras son consideradas verídicas por la ONU y otras organizaciones internacionales.
Israel justifica su campaña militar como respuesta a los ataques de Hamas, pero la magnitud de las pérdidas civiles, sumada a la crisis humanitaria, ha puesto al mundo en alerta ante posibles crímenes de guerra.
¿Dónde está la comunidad internacional?
A pesar de las negociaciones impulsadas por Estados Unidos, que incluyen un plan para un alto al fuego de 60 días y la liberación de 10 rehenes, aún no hay acuerdo definitivo. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, insiste en que no acabará la guerra hasta alcanzar la “desmilitarización total” de Hamas, mientras que el grupo palestino exige un intercambio de rehenes por prisioneros, la retirada israelí y una tregua permanente.
Mientras los líderes políticos negocian, la población de Gaza sobrevive bajo escombros, sin atención médica básica, con niños muriendo por desnutrición o bombardeos, y adultos arriesgando sus vidas para alimentar a sus familias.
Más allá de la guerra: el colapso de la humanidad
La tragedia de Gaza expone una realidad que va más allá de la geopolítica y los intereses estatales: el colapso de los derechos humanos ante una guerra sin reglas. Es una crisis donde los alimentos y la vida de los civiles se han convertido en una herramienta de presión política y estratégica.
En una reciente declaración, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, afirmó: “Gaza ha sido convertida en un campo de exterminio lento”. Las declaraciones de los propios habitantes ―como Hatem Al-Nouri― lo confirman con dolorosa claridad.
Testimonios que duelen
- Omar (8 años), asesinado mientras buscaba dulces: “Todavía respiraba cuando llegamos al hospital, pero no lo lograron salvar”.
- Siraj (2 años), perdió un ojo: “No lo reconocí cuando lo vi, parecía otro niño”.
- Mujer embarazada atendida por MSF: “Solo quiero comida para mi bebé, no puedo más”.
- Funcionario de GHF (anónimo): “Sí, hemos usado armas en los puntos de ayuda, y no lo negaremos más”.
¿Hasta cuándo?
La pregunta resuena en cada rincón de la Franja: ¿Hasta cuándo durará la guerra? ¿Hasta cuándo se utilizará el hambre como arma? ¿Hasta cuándo los niños serán objetivos militares? La respuesta no debe venir solo de los altos mandos militares o de las mesas de negociación, sino de la presión internacional firme para un cambio estructural y humano en la región.
Salvar Gaza ya no es un tema político. Es una cuestión de moral global. El mundo no puede seguir mirando hacia otro lado mientras generaciones enteras son golpeadas por el trauma, el dolor y el hambre. Gaza no necesita promesas: necesita comida, medicinas, seguridad y paz. Y lo necesita ya.