Bad Bunny y la revolución cultural de Puerto Rico: más que un artista, un catalizador del cambio
El último álbum de Bad Bunny no solo revive la música folclórica, sino que enciende un debate global sobre la identidad, la colonia y la desigualdad en Puerto Rico
Un artista que incomoda… y transforma
Benito Antonio Martínez Ocasio, conocido mundialmente como Bad Bunny, ha vuelto a romper esquemas, esta vez con su álbum más político y comprometido hasta la fecha, DeBÍ TiRAR MáS FOToS (DtMF). El icónico artista no solo ha llenado estadios, sino que ha puesto a debatir al mundo sobre el estatus político de Puerto Rico, su cultura, su historia y su futuro.
Durante el primer concierto de su residencia de 30 fechas en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot, un cartel luminoso anunció al mundo una verdad incómoda: “Puerto Rico es una colonia desde que Cristóbal Colón ‘descubrió’ la isla en 1493.”
La reacción fue inmediata. El público, eufórico, lo celebró como un acto de rebeldía y visibilidad. Y es que Bad Bunny ha asumido un papel que va más allá del entretenimiento: es un portavoz de las injusticias sociales, políticas y económicas de su tierra.
Un diccionario, una identidad
El impacto del álbum no se limitó a lo musical. En el centro comercial más grande del Caribe, Plaza Las Américas, se lanzó un singular diccionario titulado: “El ABC de DtMF”. La obra busca decodificar las múltiples referencias culturales, históricas y lingüísticas que Bad Bunny ha dispersado a lo largo de su disco más reciente.
Este evento atrajo a un público intergeneracional que, interesados o intrigados, hojeaban sus páginas buscando comprender mejor su identidad puertorriqueña. ¿Qué artista logra movilizar aulas académicas, conciencia política y revitalización cultural al mismo tiempo?
El estatus colonial que aún hiere
Pocas personas fuera de Puerto Rico comprenden que, pese a ser territorio de Estados Unidos, los habitantes de la isla no pueden votar en elecciones presidenciales y su único representante en el Congreso tiene poderes altamente limitados.
El nuevo álbum ha despertado preguntas no solo entre el público boricua, sino también en extranjeros que, por primera vez, escuchan hablar del estatus colonial de la isla. Andrea Figueroa, joven atleta profesional, lo explica mejor:
“Este álbum ha encendido la conversación mundial sobre nuestra situación como colonia... Hay extranjeros que me preguntan por Puerto Rico y eso nunca pasaba antes”
Uno de los temas más emotivos del álbum, “Qué pasó con Hawái”, retrata ese desplazamiento forzoso que viven miles en la isla debido a la crisis económica: “No quería irse a Orlando, pero los corruptos lo botaron.”
La gentrificación, una amenaza real
Las letras de Bad Bunny reflejan un dolor profundo: la amenaza latente de perder lo que es suyo. “Quieren llevarme el río, también la playa, quieren mi barrio, que se vaya la abuela”, canta con rabia.
La situación es alarmante. Según el índice de precios de la vivienda, entre 2018 y 2024 el valor de las propiedades en Puerto Rico aumentó un 58%, y los alquileres a corto plazo (como Airbnb) pasaron de poco más de 1,000 en 2014 a más de 25,000 en 2023. Estos datos impactan directamente a comunidades humildes como La Perla, sometidas al acoso de inversores ansiosos por especular.
Carmen Lourdes López Rivera, vicepresidenta de la Junta Comunitaria de La Perla, lo resume así:
“Siempre han dicho que quieren sacarnos de aquí. Vamos a luchar por lo que es nuestro.”
El espectáculo como acto político
Bad Bunny convirtió el escenario en una casa típica puertorriqueña construida en plena tarima. Durante su presentación, se preguntó en voz alta sobre el futuro de ese hogar:
“¿Viven personas buenas ahí?... ¿O es un Airbnb?”
Ese dispositivo visual y narrativo reflejó de forma cruda una pregunta que ronda en la mente de miles de puertorriqueños: ¿Nos estamos quedando sin Isla?
Impacto económico: el arte como motor
No solo hay implicaciones culturales y sociales. Los números son contundentes:
- Más de 600,000 asistentes potenciales a los conciertos.
- Generación estimada de $186 millones.
- Más de 3,600 empleos creados.
- Reservación de más de 35,000 noches de hotel en temporada baja.
Esto convierte a Bad Bunny en un fenómeno único en el mundo latino, donde el arte se entrelaza directamente con la revitalización económica de su comunidad.
El renacer de la bomba, la plena… y el coquí
La tradicional bomba y plena —música folclórica puertorriqueña de raíces africanas— está resurgiendo gracias a la exposición que Benito le ha dado. Jorge Gabriel López Olán, joven percusionista, afirma:
“Es necesario... entender de dónde venimos, y de dónde viene nuestra música y cultura.”
En los conciertos, parte del público lucía trajes típicos: faldas largas con vuelos y sombreros de paja llamados pavas, vestimenta asociada al jíbaro, símbolo del campesinado puertorriqueño.
El escenario incluso contó con gallinas vivas, una representación artística poderosa que conecta con la cotidianidad rural del país.
Bad Bunny en las aulas
Bad Bunny logró algo aún más raro para una estrella de la música urbana: entrar al ámbito académico. Universidades como Yale y Princeton ya ofrecen cursos sobre su música y el fenómeno cultural que representa.
Albert Laguna, profesor de Yale, lo describe así:
“En vez de ir yo al mundo, empiezo aquí. Benito decidió empezar por su hogar. Es un acto poderoso.”
¿Y el sapo concho?
Una de las joyas del álbum fue la inesperada protagonización del sapo concho, única especie nativa de sapo en Puerto Rico y actualmente en peligro de extinción. La canción y el video donde aparece han motivado a cientos de boricuas a enviar fotos para su identificación, según explicó Abel Vale Nieves, del grupo ambiental Ciudadanos del Karso.
Para él, lo que logró Bad Bunny fue:
“Presentar al mundo una realidad de desventaja total, sin derechos plenos. Lo hizo de una forma artística y extraordinaria.”
Un artista, una causa, una nación
Bad Bunny ha dejado de ser solo un artista. Se ha erigido como un catalizador de conciencia colectiva. Ha forzado a la industria musical, al gobierno y a la sociedad a mirar hacia Puerto Rico no como una postal, sino como un pueblo con dolores, luchas y esperanza.
En tiempos en que muchos artistas optan por el silencio, Benito elige el megáfono. Y lo usa con ritmo, con rabia, con poesía y con verdad.
Mientras el mundo canta sus letras, quizás sin entenderlas todas, una cosa queda clara: Puerto Rico no está solo. Y tiene a Bad Bunny para recordárselo.