El mayor meteorito marciano hallado en la Tierra: ¿vale realmente millones?

Sotheby’s subasta la roca de Marte más grande jamás descubierta, y su precio estimado supera los 4 millones de dólares. Pero, ¿qué la hace tan especial?

El espacio exterior siempre ha fascinado a la humanidad. Desde las primeras civilizaciones que observaban el firmamento hasta los avances más modernos en exploración espacial, seguimos buscando pistas sobre el universo y nuestro lugar dentro de él. Y ahora, esa fascinación se convierte en realidad tangible, gracias a una pieza de Marte de 25 kilogramos que podría romper récords en el mercado de subastas.

¿Una roca por hasta cuatro millones de dólares? Eso es lo que Sotheby’s espera obtener en su próxima subasta de historia natural, en la que se incluirá el NWA 16788, el meteorito marciano más grande encontrado en la Tierra hasta la fecha. Con 70% más tamaño que el anterior poseedor del récord, este descubrimiento podría cambiar la forma en que entendemos tanto a Marte como al valor de los objetos espaciales en la Tierra.

¿Qué es exactamente el NWA 16788?

Este meteorito no es cualquier pedazo de roca espacial: proviene directamente de Marte. Los científicos creen que fue lanzado al espacio tras el impacto de un gran asteroide sobre la superficie marciana. Desde allí, viajando aproximadamente 225 millones de kilómetros, aterrizó en el desierto del Sahara, en Níger, donde fue descubierto por un cazador de meteoritos en noviembre de 2023.

Según Sotheby’s, el meteorito mide 375 mm x 279 mm x 152 mm, es decir, casi 38 centímetros de largo, y representa cerca del 7% de todo el material marciano conocido en nuestro planeta. Su valor estimado en subasta oscila entre 2 y 4 millones de dólares.

¿Cómo se confirmó que viene de Marte?

Una pequeña porción del meteorito fue analizada en un laboratorio especializado. La composición química coincidió exactamente con la de otros meteoritos marcianos previamente identificados, incluyendo comparaciones con datos obtenidos por la sonda Viking de la NASA, que aterrizó en Marte en 1976.

El espécimen ha sido clasificado como un “olivine-microgabbroic shergottite”, lo cual significa que contiene minerales como piroxeno y olivino y posee una textura de grano grueso, típica de rocas que se enfriaron lentamente tras ser expulsadas por actividad volcánica. También cuenta con una superficie vidriosa provocada por el intenso calor que experimentó al atravesar la atmósfera terrestre.

Un trozo de Marte que fue exhibido en Roma

Antes de ser puesto a la venta, el NWA 16788 estuvo en exposición en la Agencia Espacial Italiana en Roma. Aunque Sotheby’s no ha revelado públicamente quién es el dueño actual de esta joya planetaria, es evidente que su valor, tanto científico como comercial, es considerable.

Actualmente, se conocen solo 400 meteoritos marcianos entre los más de 77,000 registrados oficialmente en la Tierra. De ahí que su rareza aumente exponencialmente su precio.

Una semana dedicada a la ciencia geek

La pieza será parte de la subasta “Geek Week 2025” de Sotheby’s en Nueva York, que incluirá 122 artículos relacionados con historia natural, meteoritos, fósiles y minerales de alta calidad. Entre los otros lotes destacados está el esqueleto completo de un juvenil de Ceratosaurus nasicornis, que mide más de 2 metros de alto y casi 3,5 metros de largo, con un precio estimado de entre 4 y 6 millones de dólares.

Según Cassandra Hatton, vicepresidenta de Ciencia e Historia Natural para Sotheby’s, “este meteorito marciano es, por mucho, el más grande que hemos encontrado”. Incluso sugiere que su relevancia va más allá del tamaño: “Es una oportunidad excepcional para cualquier institución científica, museo o coleccionista privado interesado en los orígenes planetarios”.

¿Quién puede comprar un meteorito de Marte?

Puede sonar como ciencia ficción, pero en realidad hay un mercado bien establecido para este tipo de objetos. Universidades, museos de historia natural y coleccionistas privados multimillonarios son los principales compradores de estas gemas naturales.

El mercado de meteoritos ha crecido significativamente en las últimas décadas. En 2021, por ejemplo, una pequeña roca de menos de un kilo proveniente de Marte fue subastada en más de 600,000 dólares. En ese contexto, la cifra estimada para el NWA 16788 no resulta tan descabellada.

Implicaciones científicas del hallazgo

Aunque claramente captura la atención del público por su rareza y valor financiero, el mayor impacto de este tipo de hallazgos es científico. Tener acceso a un pedazo auténtico de Marte permite a los investigadores:

  • Estudiar la formación y evolución geológica del planeta rojo.
  • Comparar minerales marcianos con los terrestres, lo que ofrece pistas sobre la historia del sistema solar.
  • Buscar posibles signos de materiales orgánicos, fundamentales para los estudios de habitabilidad en Marte.

Además, este meteorito puede ayudar a calibrar instrumentos utilizados por sondas actuales como Perseverance y Curiosity en la superficie marciana, proporcionando muestras “locales” para análisis comparativos.

El lado oscuro del coleccionismo espacial

A pesar del entusiasmo, algunos especialistas han planteado preocupaciones éticas sobre la comercialización de estos objetos. ¿Deberían pertenecer a colecciones privadas cuando tienen tanto valor científico?

Organizaciones como la Meteoritical Society y algunos museos han planteado la necesidad de una regulación internacional que asegure que, al menos, una parte de estos hallazgos se conserve y estudie en instituciones públicas.

De igual forma, en el futuro, cuando las misiones espaciales comiencen a recolectar muestras directamente de Marte –como se espera con la misión Mars Sample Return– el valor de estas piezas podría aumentar o, paradójicamente, disminuir.

¿Vale lo que cuesta?

El debate sobre el precio de la ciencia sigue vigente. Mientras algunos consideran que pagar millones por una roca es un excesivo lujo, otros ven en ello una inversión cultural, educativa y científica sin precedentes.

“No estás comprando solo una roca”, dice Hatton, “estás comprando una parte del universo que ha viajado desde otro planeta hasta la Tierra. Eso no tiene precio”.

Sea quien sea el comprador afortunado, lo cierto es que el NWA 16788 no es simplemente una roca. Es un ladrillo del pasado del sistema solar, una cápsula del tiempo interestelar y, quizá, la pieza que inspire a una nueva generación de científicos planetarios.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press