La guerra por el poder judicial en EE. UU.: Trump, Hermandorfer y la pugna por los tribunales

La confirmación de Whitney Hermandorfer como jueza del Sexto Circuito revive el debate sobre la ideologización del sistema judicial estadounidense

Una nueva jueza, una vieja batalla

En los Estados Unidos, la estructura del poder judicial a menudo parece discreta, técnica y distante del ciudadano medio. Sin embargo, cada nominación y confirmación de jueces federales es una jugada crítica en un ajedrez político de largo plazo. La reciente confirmación de Whitney Hermandorfer como jueza para la Corte de Apelaciones del Sexto Circuito reaviva el debate sobre cómo la lucha por el control del poder judicial se ha convertido en una prioridad para los presidentes modernos, especialmente en el caso de Donald Trump.

Un vistazo a la carrera de Hermandorfer

Hermandorfer fue confirmada con una votación de 46-42, siguiendo estrictamente la línea partidista. Anteriormente trabajó como directora de litigios estratégicos para el Fiscal General del estado de Tennessee, donde defendió varias políticas controversiales impulsadas por la administración Trump, incluida la propuesta de eliminar el derecho de ciudadanía por nacimiento.

Su historial ha provocado fuertes críticas de parte de los demócratas y grupos de defensa judicial progresistas, aludiendo a su corta experiencia desde que egresó de la facultad de derecho hace apenas una década y su enfoque ideológico en temas como el aborto.

Contexto: Trump y la reestructuración del poder judicial

Durante su primer mandato, Donald Trump dejó una marca profunda en la judicatura federal. Confirmó a 234 jueces federales, incluido un tercio de la Corte Suprema. Lo logró en gran medida gracias a los más de 100 puestos vacantes que heredó del expresidente Barack Obama, cuyo camino estuvo obstruido por un Senado controlado por los republicanos.

En contraste, Joe Biden durante su mandato logró confirmar a 235 jueces, superando ligeramente a Trump numéricamente, en una suerte de carrera para "desideologizar" o más bien reorientar el sesgo ideológico de las cortes estadounidenses.

Hoy, con su vuelta al poder y una mayoría republicana en el Senado, Trump tiene menos oportunidades: solo hay 49 vacantes entre casi 900 jueces federales. Aun así, busca fortalecer su base en uno de los poderes más estables y menos fiscalizados mediáticamente del país.

El Senado como terreno clave

El líder de la mayoría del Senado, el republicano John Thune, subrayó recientemente que la agenda legislativa incluirá una rápida confirmación de jueces designados por Trump, a pesar de los menores niveles de vacantes actuales. En sus palabras, "no enfrentamos el mismo número de vacantes de su primer mandato, pero aún es crucial reafirmar una judicatura estable".

Esta rapidez ha encendido alarmas del lado demócrata. El senador Dick Durbin (Illinois) expresó su preocupación respecto al proceso de nominación: "Trump solo busca lealtad personal a su agenda y cooperación judicial con su administración".

El caso Emil Bove: lealtad política vs. capacidad judicial

Además de Hermandorfer, se avecinan más confirmaciones polémicas, como la del abogado Emil Bove, otro antiguo allegado a Trump, propuesto para el Tercer Circuito. Bove fue acusado por un denunciante de haber sugerido ignorar órdenes judiciales, lo que despertó el rechazo de muchos senadores.

No podemos confirmar jueces cuya principal virtud es doblegarse ante el Ejecutivo”, dijo el senador Chris Coons (Demócrata, Delaware), aludiendo a los vínculos de Bove con la Casa Blanca y sus declaraciones pasadas sobre investigadores del FBI a quienes llamó "insubordinados".

El precedente: el control ideológico de los tribunales

El sistema judicial federal ha visto, en décadas recientes, una progresiva politización de sus altas esferas. Desde la confirmación de jueces conservadores como Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett por Trump, hasta la nominación del histórico juez Merrick Garland que fue congelada por el Senado bajo Obama, queda claro que la independencia judicial se ha convertido en un terreno de batalla política.

En 2020, el 27% de todos los jueces activos en cortes federales eran designados por Trump. Hoy en día, su influencia sigue notándose no solo en los temas culturales (aborto, derechos LGBTQ+, inmigración) sino también económicos y regulatorios.

Thomas Massie: ¿el próximo blanco de Trump?

La ofensiva judicial no es el único frente en el que Trump despliega su influencia. El congresista libertario Thomas Massie, que ha sido crítico del expresidente—votó en contra de su plan tributario y se pronunció contra bombardeos sin aprobación del Congreso—ha recibido un ataque directo: un nuevo Super PAC, “Kentucky MAGA”, busca sacarlo del Congreso.

Massie, sin embargo, no va a ceder fácilmente. Ha recaudado más de $1.7 millones para su campaña de reelección, una cifra significativa dado el tamaño y costo de su distrito, que comprende tres mercados de televisión separados.

El enfrentamiento refleja cómo incluso figuras del mismo partido no están a salvo si desafían el liderazgo político de Trump.

¿Independencia judicial o fidelidad política?

Los críticos de Trump argumentan que el enfoque de su administración al nominar jueces reflejan una visión donde la lealtad pesa más que la jurisprudencia. ¿Qué significa esto? Que los jueces federales, que deberían actuar bajo parámetros de interpretación constitucional y precedentes legales, terminarían siendo actores subordinados a un proyecto político mucho más a largo plazo.

Desde el caso Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization, que anuló el derecho federal al aborto en 2022 gracias a una mayoría conservadora en la Corte Suprema, el temor de los grupos liberales es tangible: la arquitectura de las leyes de EE. UU. puede redefinirse a través de las cortes.

¿Qué sigue?

Con más nominaciones judiciales en camino y el respaldo activo del Senado republicano, Trump podría lograr afianzar un legado judicial más duradero aun con menor número de vacantes. Su estrategia ha sido clara desde el principio:

  • Elegir jóvenes jueces con carrera proyectada de décadas
  • Confirmarlos rápidamente con apoyo partidista
  • Confiar en que interpreten la ley con una visión conservadora y limitada del poder federal

Mientras tanto, grupos progresistas como Demand Justice y Alliance for Justice han comenzado campañas para aumentar la transparencia en las nominaciones y renovar los esfuerzos por reformar el sistema judicial federal.

¿Será suficiente? El tiempo dirá si la demostrada capacidad de Trump para moldear las instituciones perdura más allá de sus mandatos presidenciales.

Una frase de advertencia: Roosevelt y la intocabilidad de las cortes

En un momento histórico, el presidente Franklin D. Roosevelt propuso expandir el número de jueces de la Corte Suprema para poder aprobar su agenda del New Deal. La resistencia fue tal que la nación aprendió una lección dolorosa: alterar el equilibrio judicial es mucho más que una formalidad política.

Hoy, más que nunca, el ejemplo sirve como advertencia: el control del sistema judicial es uno de los pilares menos visibles pero más duraderos de cualquier administración. Para bien o para mal.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press