Moda sin petróleo: ¿puede la ropa hecha con maíz, algas y hongos transformar la industria textil?

El auge de los biomateriales en la moda sostenible ya inspira a celebridades y pioneros, pero ¿pueden romper el dominio de los derivados del petróleo?

Un vestido hecho de maicena, algas y visión ecológica

En la cocina de su hogar, la diseñadora neoyorquina Caroline Zimbalist se transforma en una alquimista moderna. En lugar de químicos industriales, mezcla maicena y carragenina —un espesante derivado de algas marinas— para formar un material biodegradable que luego transforma en sorprendentes diseños de moda.

Zimbalist no está sola. Formando parte de una tendencia en crecimiento, diseñadores independientes están desafiando la norma de la moda rápida (fast fashion) basándose en ingredientes como la tapioca, la gelatina e incluso champiñones. Todo con el objetivo de reducir el consumo de tejidos sintéticos derivados del petróleo, que dominan actualmente la industria.

Según Textile Exchange, una organización que promueve prácticas sostenibles, más del 60% de la ropa producida en el mundo hoy se fabrica con fibras sintéticas como el poliéster, que se extraen del petróleo y gas natural. La producción de estas fibras no solo emite gases de efecto invernadero, sino que también produce microplásticos que contaminan el agua cada vez que se lavan estas prendas.

De las pasarelas caseras al radar de Hollywood

La propuesta biodegradable de Zimbalist alcanzó notoriedad en 2024, cuando la cantante Chappell Roan lució uno de sus diseños únicos en The Tonight Show. Desde entonces, figuras como Atsuko Okatsuka, Anna Lore y Reneé Rapp también se han vestido con piezas confeccionadas a partir de sus "recetas verdes".

Sus diseños únicos y hechos por encargo cuestan entre $150 y $1,200 dólares. Zimbalist reconoce que aún hay desafíos técnicos: los materiales pueden ser pegajosos si no se secan bien, generar olores si no se tratan correctamente, e incluso derretirse con altas temperaturas. Pero confía en que su trabajo inspire a otras marcas a adoptar al menos aplicaciones parciales, como con botones o cremalleras plásticas biodegradables.

Champiñones, maíz y algas: la ciencia detrás de la nueva moda

La innovación no se detiene en la cocina de Zimbalist. Grandes marcas han explorado su propio alcance dentro de los biomateriales:

  • Hermès y Adidas han utilizado cuero de micelio (hecho de hongos) en bolsos y zapatillas.
  • Lycra incorporó recientemente "Qira", un componente 70% basado en maíz, en su tejido elástico, en cooperación con la empresa Qore LLC.

Los biomateriales no solo proponen una alternativa a los plásticos, sino que además apelan a una aestética nueva y experimental que puede redefinir la industria en las próximas décadas.

El problema de fondo: el costo y la demanda

Sin embargo, los desafíos son significativos. Como explica Dale Rogers, profesor de cadenas de suministro en la Universidad Estatal de Arizona: “Sinceramente, al final, el costo determina casi todas las decisiones”.

Las fibras derivadas del petróleo mantienen su dominio por ser económicas y abundantes. Por el contrario, muchas alternativas sostenibles aún tienen costos de producción elevados y requieren tecnologías complejas. Incluso las fibras naturales como el algodón o la lana tienen sus propias complicaciones medioambientales: el algodón, por ejemplo, consume grandes cantidades de agua, mientras que las ovejas y cabras emiten metano durante la digestión.

Barreras invisibles para el cambio

Implementar biomateriales a gran escala requiere más que voluntad creativa. Según Sarah Needham, de Textile Exchange, “la industria debe reducir su dependencia de materiales vírgenes” y considerar alternativas como el uso de desechos agrícolas.

Aun así, identificar prácticas agrícolas realmente sostenibles no es sencillo. El caso de Qira es ilustrativo: su principal proveedor, Cargill, recolecta maíz de agricultores cercanos al centro de procesamiento, muchos de los cuales afirman usar cultivos de cobertura y labranza reducida. Pero no existen datos consolidados sobre cuántos realmente lo hacen.

Además, como señala Ramani Narayan, experto en biomateriales de la Universidad Estatal de Michigan, todo proceso aplicado a un producto natural –como fermentar algas o modificar genéticamente un hongo– cambia su estatus. “Si le aplico un proceso, ya no puedo llamarlo natural”, aclara.

¿Moda ética o marketing superficial?

El término sostenible se ha convertido en una etiqueta de moda, pero la verdadera sostenibilidad implica más que materiales. También se refiere a la vida útil del producto, la duración de las tendencias, las condiciones laborales y los ciclos de consumo.

Recientemente, marcas como H&M o Zara han sido objeto de críticas por utilizar campañas de greenwashing, donde publicitan productos supuestamente ecológicos mientras mantienen sistemas de producción insostenibles. Los diseños como los de Zimbalist, en cambio, apuntan a modificar estructuralmente la forma en que concebimos la ropa.

La esperanza está en lo experimental

Zimbalist admite que su propuesta no está lista para reemplazar por completo las telas sintéticas. Pero su objetivo no es ese. Su ropa funciona como pieza museo, como statement, como catalizador de discursos. Y en eso reside su mayor virtud.

“Es una pieza que conduce a conversaciones más grandes”, asegura.

Rogers concuerda: aunque el cambio sistémico aún se vea lejano, los artistas y diseñadores pioneros están sembrando el camino. “Es probable que lo que hacen tenga beneficios a largo plazo, incluso después sus vidas”, concluye.

La revolución de los biomateriales no sucederá de la noche a la mañana. Pero el movimiento ya comenzó, movido por la creatividad, el activismo y el deseo de cambiar una industria que durante décadas ha ignorado su impacto ambiental.

Quizá algún día, los vestidos hechos de algas y los zapatos de hongos no se vean como rarezas, sino como normas. Hasta entonces, diseñadores como Zimbalist seguirán mezclando ingredientes de cocina como alquimistas de un futuro más sostenible.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press