¿Puede Trump Detener la Guerra en Ucrania con Aranceles del 100%? Un Análisis de su Apuesta Económica Más Arriesgada

El expresidente de EE. UU. vuelve a empuñar su arma favorita: tarifas punitivas, esta vez para presionar a Rusia y sus socios comerciales. ¿Funciona esta estrategia o estamos ante otra cortina de humo?

Una nueva guerra comercial con un viejo objetivo: detener a Putin

Donald Trump ha regresado con una de sus jugadas políticas más conocidas: el uso de aranceles para atacar problemas internacionales. Esta vez, sin embargo, no se trata de proteger a la industria nacional ni de negociar acuerdos comerciales, sino de poner fin a una guerra de más de tres años entre Rusia y Ucrania. Con un costo humano estimado en más de un millón de soldados rusos muertos o heridos, Trump considera que ha llegado el momento de aplicar presión económica extrema.

Su propuesta: imponer aranceles del 100% a cualquier país que compre petróleo, gas natural u otros productos rusos, en un intento por cortar las fuentes de ingreso de Vladimir Putin. Esta medida, plantea Trump, podría forzar a Rusia a negociar la paz en un plazo de 50 días. Pero, ¿es esta medida viable? ¿Puede alterar la dinámica de una guerra que ha resistido sanciones, armas y diplomacia?

Trump y la obsesión con los aranceles

La palabra más bella del diccionario es ‘aranceles’”, ha dicho en más de una ocasión Donald Trump. Desde su primer mandato, ha utilizado este instrumento económico como palanca principal para modificar comportamientos de empresas y gobiernos, sin distinción geográfica ni temática: desde la guerra comercial con China hasta el tráfico de drogas o la migración.

Trump ya mostró su voluntad tarifaria este mismo año, cuando impuso una tarifa del 145% a productos chinos. China respondió con un arancel del 125% a productos estadounidenses, lo que desató una miniguerra comercial que provocó sacudidas en los mercados financieros y amenazas en las cadenas de suministro globales.

Pero esta vez, Trump apunta hacia algo mucho más ambicioso: que terceros países dejen de comprarle energía a Rusia, y así debilitar drásticamente su capacidad de financiación de la guerra. No parece tarea fácil.

¿Quiénes serían los blancos reales de los aranceles?

Desde que la Unión Europea prohibió el petróleo ruso en 2022, dos países han absorbido gran parte de esos volúmenes: China e India. Según el Centre for Research on Energy and Clean Air, estas dos naciones representan el 85% de todas las importaciones de crudo ruso y el 63% del carbón exportado por Moscú.

Una tarifa del 100% sobre países que compren recursos energéticos rusos, afectaría directamente a los vínculos comerciales con estas potencias emergentes. Trump ya ha chocado con China este año y busca negociar un nuevo acuerdo comercial con la India. Tanto Beijing como Nueva Delhi podrían tomar represalias, lo que podría desmoronar negociaciones en curso e incendiar relaciones diplomáticas clave.

La incómoda postura de los analistas

Expertos en política internacional y economía ven esta estrategia con escepticismo. Douglas Irwin, economista de Dartmouth College, lo sintetiza así: “Los aranceles unilaterales probablemente sean ineficaces para modificar el comportamiento de Putin”. Añade que sanciones financieras multilaterales, coordinadas con Europa y Japón, han sido la alternativa preferida y con mayor impacto.

Otro experto, Nicholas Mulder (Cornell University), autor de un libro sobre sanciones, indica que nunca ha visto que aranceles se utilicen como una herramienta diplomática para detener conflictos armados. “Esto es territorio nuevo, y el historial no es prometedor”, advierte.

Un riesgo que podría hacer subir los precios del petróleo

Los mercados energéticos globales están interconectados. Si China e India reducen sus compras a Rusia, los precios globales podrían subir rápidamente. Capital Economics advirtió en un informe reciente que los aranceles propuestos por Trump podrían derivar en aumentos significativos del precio del gas natural y el petróleo, afectando tanto a consumidores como a industrias energéticas en EE.UU. y Europa.

Los autores del informe, Kieran Tompkins y Liam Peach, utilizaron una metáfora ilustradora: “Eliminar esa capacidad de producción en reserva es como andar en bicicleta sin amortiguadores”.

La respuesta rusa: resiliencia e ingenio

Después de la invasión de Ucrania, Estados Unidos y sus socios del G7 impusieron sanciones sin precedentes: congelaron activos del Banco Central Ruso, desconectaron bancos del sistema SWIFT y limitaron el precio del petróleo ruso. Muchos esperaban un colapso económico del Kremlin. No ocurrió.

Rusia respondió con una economía de guerra: aumentó el gasto militar, ofreció bonificaciones a soldados y apoyos a las familias, e improvisó una flota de tanqueros fantasma que ha ignorado el tope de precios. El resultado: su economía creció un 4.1% en 2023 (Fondo Monetario Internacional), aunque se prevé una desaceleración al 1.5% este año.

Entonces, ¿pueden los aranceles contra Rusia funcionar?

Aquí está el meollo del asunto. Estados Unidos no comercializa directamente grandes volúmenes de energía con Rusia, por lo que no puede presionarlo vía aranceles fronterizos clásicos. En cambio, la idea de Trump se basa en castigar a terceros países que sí lo hacen. Pero esto suma retos adicionales:

  • Requiere que otros países modifiquen sus relaciones con Rusia, con base en una amenaza unilateral estadounidense.
  • Podría desatar guerras comerciales paralelas con China e India, afectando a la economía global.
  • Las represalias podrían acabar afectando tanto a productos agrícolas como tecnológicos estadounidenses.

Gary Hufbauer, del Peterson Institute for International Economics, fue categórico: “Es una jugada que haría explotar cualquier tregua comercial con China y obstaculizaría un acercamiento con India”.

Impacto doméstico en EE.UU.

Las consecuencias de esta política no serían solo geopolíticas. También podrían ser profundamente económicas a nivel interno. Precios de la energía más altos golpean a las familias estadounidenses, encarecen el transporte, la producción y dificultan aún más la lucha contra la inflación. En un año electoral donde el bolsillo de los votantes importa más que nunca, ¿es una apuesta arriesgada?

Lecciones del pasado: ¿realmente funcionan los aranceles como arma diplomática?

Nunca antes se han aplicado tarifas como arma explícita contra una guerra. En la Segunda Guerra Mundial se usaron embargos y sanciones, pero no aranceles como medida punitiva. Incluso conflictos del siglo XXI, como el de Irán, se trataron mediante sanciones coordinadas y congelamientos, más que tarifas.

Las tarifas suelen ser herramientas económicas, no diplomáticas. Convertirlas en armas geopolíticas podría distorsionar su función y generar efectos secundarios difíciles de contener.

¿Una amenaza creíble o un truco electoral?

Trump ha sido inconsistente en la aplicación de sus amenazas. Ha anunciado aranceles que luego no implementa, ha suspendido otros o los ha cambiado sin previo aviso. ¿Realmente ejecutará esta amenaza si no hay paz en 50 días? Algunos piensan que podría ser solo retórica populista para galvanizar a su base política antes de las elecciones.

Como señala Cullen Hendrix, del Peterson Institute, “La cooperación es clave para influir en Rusia. Amenazar a quienes tienen una verdadera capacidad de presión sobre Moscú puede volverse en contra”.

¿Qué sigue?

El escenario global sigue volátil. Rusia aún cuenta con compradores, China e India siguen beneficiándose de descuentos energéticos rusos y Trump, como candidato presidencial, vuelve al ruedo con una estrategia cargada de simbolismo pero dudosa en su ejecución. Más allá de la teatralidad, todo indica que los aranceles del 100% son más una movida política que una solución geoestratégica.

El tiempo dirá si esta presión resulta efectiva. Por ahora, parece más probable que cause turbulencias económicas que una paz tangible en Europa del Este.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press