Resistencia juvenil e identidad ancestral: el corazón de la lucha indígena en Cauca
La Asamblea Juvenil Nasa de Las Delicias se convierte en un bastión de esperanza frente a la violencia, el reclutamiento forzado y la pérdida cultural
Un bastión en medio del conflicto
En lo alto de las montañas del norte del Cauca colombiano, entre caminos agrestes y marcados por los fantasmas del conflicto armado, florece una historia de resistencia. La comunidad indígena del resguardo Nasa de Las Delicias acogió este año la 39ª Asamblea Juvenil Indígena, un evento que reúne a cientos de jóvenes para consolidar estrategias frente a la violencia, recuperar su cultura y sembrar liderazgo comunitario.
En regiones vulneradas por el narcotráfico, la minería ilegal y la pobreza estructural, los pueblos indígenas como los Nasa han enfrentado desafíos históricos. Sin embargo, desde la firma del acuerdo de paz con las FARC en 2016, la situación se tornó aún más peligrosa con el ingreso de disidencias armadas que buscan controlar lo que antes era territorio rebelde.
Una resistencia que comienza desde la infancia
Adriana Pazu, autoridad ancestral del territorio Nasa de San Francisco, Toribío, es símbolo de esa lucha. Su labor como orientadora ha sido constante a pesar de haber perdido a compañeros como Edgar Tumiña, asesinado por defender la tierra. "Estoy dispuesta a dar mi vida por esta causa", declaró en la asamblea. "No con armas, sino guiando, hablando, defendiendo la vida y el territorio".
La historia de Pazu no es única. Jóvenes como Jhony Baicue Camago, de apenas 14 años, dedican su niñez a prepararse como miembros de la Guardia Indígena. “Cuando tocamos los tambores, cuando danzamos, hay una fuerza. Nos une”, explicó Jhony, cuya meta futura es convertirse en enfermero.
Semilleros: donde la cultura echa raíces
La estrategia más potente para salvaguardar la cultura y prevenir el reclutamiento es el trabajo con semilleros: espacios comunitarios en los que se forma a los jóvenes en música tradicional, espiritualidad Nasa, historia oral, organización y resistencia no violenta. Estas iniciativas, desarrolladas desde hace décadas, se han convertido en escudos frente al desarraigo y la violencia.
El semillero más antiguo, el de Toribío, fue fundado tras la masacre del Naya en 2001. Hoy, en Las Delicias, más de 600 jóvenes provenientes de las distintas zonas del Cauca asistieron para intercambiar experiencias y renovar los liderazgos juveniles.
Un símbolo de dolor y dignidad
Todo el proceso de la asamblea está marcado por nombres que hoy habitan en la memoria colectiva. Breiner David Cucuñame, asesinado a los 14 años en 2022 por proteger su comunidad frente a disidencias de las FARC, es uno de ellos.
Su tumba, ubicada en el cementerio del resguardo, es visitada con respeto por quienes llegan a la asamblea. Es recordado no por cómo murió, sino por lo que encarnó: el espíritu incansable de los jóvenes Nasa.
“Elegimos Las Delicias por el mensaje que manda: aquí murió un joven, pero aquí también se siembra vida. Aquí continúa el proceso juvenil”, dijo Jhoiner Medina, exlíder de la Coordinación de Juventud del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC).
El legado de los mártires indígenas
La violencia política ha cobrado la vida de múltiples líderes en el Cauca, como José Albeiro Camayo Güetio, integrante de la Guardia Indígena asesinado por el grupo armado Jaime Martínez. Sus tumbas, junto a la de Cucuñame, son testimonio de una violencia que intenta quebrar los lazos comunitarios, pero que solo ha reforzado la determinación colectiva de los pueblos indígenas.
La ofensiva armada y el reclutamiento forzado
Desde que las FARC dejaron las armas, nuevos actores armados buscan controlar los corredores estratégicos del suroccidente del país. Según la Defensoría del Pueblo, el Cauca es uno de los departamentos con mayor índice de reclutamiento forzado, especialmente de menores indígenas. El fenómeno va más allá de la violencia, pues implica desarraigo cultural, rupturas familiares y trauma psicológico profundo.
Jhony Camago relata que conoce casos de niñas violadas durante su captura por grupos armados y jovencitos enviados a las primeras líneas de combate: "Nos usan como carnada", lamenta.
Resistencia cultural como forma de lucha
Pero no todo es sombrío. La asamblea también celebra la vida. Entre debates políticos y talleres pedagógicos, los jóvenes bailan chirimías (música interpretada con tambores y flautas), pintan murales y realizan rituales de sanación. Estas expresiones son manifestaciones de un mismo principio: la defensa de la vida pasa por la reafirmación de la identidad.
"Si nos quitan nuestra música, nuestras palabras, nuestros colores, será más fácil que nos borren", afirma Carmenina Quilindo, educadora tradicional.
Un modelo de organización que desafía al Estado
La comunidad Nasa ha desarrollado uno de los sistemas más sólidos de autonomía en Colombia: Guardia Indígena, gobierno propio, justicia propia, educación propia. Este andamiaje, basado en la Ley de Origen y el derecho consuetudinario, ha sido ejemplo en foros de derechos humanos nacionales e internacionales.
Sin embargo, esa capacidad organizativa también los convierte en blanco. Elizabeth Dickinson, analista de International Crisis Group, apunta: "Su cohesión social los hace peligrosos para los actores ilegales que intentan fragmentar y controlar esos territorios".
Confianza minada hacia el Estado
Las instituciones del gobierno colombiano enfrentan un gran reto: compensar décadas de negligencia. En Las Delicias, la desconfianza hacia las fuerzas del orden se evidencia en las tres patrullas calcinadas que permanecen como monumentos del desencuentro. Fueron incendiadas por la comunidad tras una operación antidroga que desencadenó un conflicto con actores armados locales.
Según algunos habitantes, más allá de presiones externas, el abandono institucional ha sido constante. Y en muchos casos, el aparato estatal —ya sea por omisión o acción— ha sido cómplice del deterioro territorial.
El papel de la juventud en tiempos de crisis
Si algo ha dejado claro la Asamblea Juvenil Nasa, es que la juventud indígena no es víctima pasiva, sino protagonista activa. Aunque los riesgos son altos, el sentido de responsabilidad que han cultivado los semilleros les impulsa a seguir trabajando por su comunidad.
En palabras de Jhoiner Medina: "Muchos quieren sacarnos de nuestras tierras, pero nuestros jóvenes son nuestra esperanza. Y como dice un principio del CRIC: 'Sin territorio no hay vida, sin vida no hay lucha'".
Un mensaje universal
Lo que ocurre en Cauca no es solo un conflicto regional. Es el reflejo de una crisis más profunda que conecta tierras ancestrales, justicia social y autodeterminación de los pueblos. El proceso Nasa nos recuerda que, en tiempos de globalización voraz, proteger las raíces es también una forma de futuro.
Porque cada tambor que suena en Las Delicias es una reafirmación de identidad. Cada cuerpo que danza, una declaración de existencia. Cada joven que levanta la voz, una promesa de continuidad.