Trump vs. la Reserva Federal: ¿Renovación excesiva o intento de control político?

El presidente ha lanzado una ofensiva para destituir al presidente de la Fed, Jerome Powell, por el costo de una renovación valorada en $2,5 mil millones. ¿Es esta una maniobra justificada o una amenaza a la independencia económica de EE. UU.?

Trump y la Reserva Federal: Un largo desencuentro

Desde que fue nombrado presidente de la Reserva Federal en 2018, Jerome Powell ha estado en el centro de una lucha de poder con el presidente Donald Trump. La relación se tensó notablemente cuando Powell se negó a reducir agresivamente las tasas de interés según los deseos del ejecutivo, priorizando la independencia de la institución y sus metas de control de la inflación y máximo empleo.

La última ofensiva de Trump para destituir a Powell, aprovechando el costo de una renovación en los edificios centrales del organismo monetario, va mucho más allá de una simple crítica presupuestaria. Involucra principios fundamentales de la política económica estadounidense, el Estado de derecho y la integridad de las instituciones financieras del país.

El proyecto de los $2,5 mil millones

El epicentro del conflicto actual gira en torno a la costosa renovación de la sede de la Reserva Federal en Washington, D.C., el edificio Marriner S. Eccles, que data de la década de 1930. El proyecto, concebido originalmente durante el primer mandato de Trump, tiene como objetivo reemplazar sistemas eléctricos, de plomería, calefacción y aire acondicionado obsoletos —algunos con más de 90 años de antigüedad— además de eliminar materiales peligrosos como asbesto y plomo.

Además, se renovará un edificio adyacente adquirido en 2018, lo que permitirá consolidar a sus más de 3.000 empleados en menos espacios y reducir el gasto en alquileres a largo plazo.

Según la Fed, la renovación trae beneficios operativos a largo plazo. No obstante, el costo se disparó de $1,9 mil millones originalmente presupuestados a $2,5 mil millones, obligando al banco central a cancelar la remodelación de un tercer edificio.

Las críticas de la Casa Blanca: ¿Ostentación o mala fe?

El presidente Trump y su equipo han calificado el proyecto como una “renovación ostentosa”. Russ Vought, director de presupuesto de la Casa Blanca, envió una carta a Powell refiriéndose a elementos supuestos del proyecto como “comedor VIP, jardines en la azotea, mármol premium y elevadores privados”.

Según Vought, tales elementos simbolizan extravagancia injustificada usando dinero de los contribuyentes, y refuerzan la narrativa de que Powell ha gestionado mal el proyecto —o peor aún, que ha mentido al Congreso sobre su naturaleza.

Powell, por su parte, ha desmentido de forma contundente estas acusaciones. En una audiencia del Comité Bancario del Senado, afirmó: “No hay comedor VIP. No hay mármol nuevo. No hay elevadores especiales. No hay fuentes de agua. Y no hay jardines en la azotea”.

La Fed señala que varios de estos elementos fueron eliminados en 2021 luego de recibir las autorizaciones necesarias de la National Capital Planning Commission (NCPC), pero que nunca se trató de lujos personales.

¿Un pretexto para destituir a Powell?

En medio de esta controversia presupuestaria, Trump ha sugerido que el manejo del proyecto podría ser causa suficiente para destituir a Powell, lo cual plantea una pregunta inquietante: ¿Puede un presidente destituir al presidente de la Reserva Federal por algo así?

Legalmente, el presidente de la Fed no puede ser destituido sin una causa justificada, como una conducta indebida o negligencia en sus funciones. No estar de acuerdo sobre tasas de interés no es suficiente. La Corte Suprema ya ha señalado que un desacuerdo de política no justifica el despido.

Trump intenta ahora presentar la situación como un caso de mala administración de fondos públicos, e incluso ha insinuado que Powell mintió al Congreso sobre el proyecto. Eso permitiría activar una posible causa legal de destitución dentro de lo permitido por la ley.

¿Un golpe a la independencia institucional?

Durante más de un siglo, la independencia de la Reserva Federal ha sido fundamental para su credibilidad ante los mercados. Su misión de controlar la inflación y fomentar el empleo requiere decisiones que a menudo son impopulares para el ejecutivo de turno. Si el presidente puede remover al encargado de dirigir este organismo por motivos políticos o presupuestarios, se fractura uno de los pilares del sistema económico estadounidense.

Alan Greenspan, quien fuera presidente de la Fed entre 1987 y 2006, dijo una vez: “Si no puedes ser independiente, simplemente no puedes dirigir la política monetaria con efectividad.”

El intento de destituir a Powell no solo socavaría esa independencia, sino que probablemente tendría un impacto inmediato en la confianza de los mercados financieros. Expertos como Laurence H. Summers, exsecretario del Tesoro, han advertido que un ataque político a la Fed podría desencadenar volatilidad bursátil e incluso incentivos para que los inversionistas pidan intereses más altos al gobierno para prestar dinero.

¿Quién está detrás de la presión?

Además del propio Trump, figuras del gobierno como James Blair, subjefe de Gabinete, juegan un rol activo en la presión contra Powell. Blair declaró que “el testimonio de Powell ante el Congreso induce a pensar que el proyecto no se alinea con los planes aprobados en 2021”, y aseguró estar iniciando una revisión del cumplimiento de los procedimientos ante la NCPC.

La Reserva Federal respondió que no está obligada por los dictados del NCPC, dado que es una entidad independiente y responde directamente al Congreso. Powell solicitó expresamente una auditoría del proyecto a su Inspector General, como muestra de transparencia.

La estrategia política detrás del conflicto

Todo este escándalo sucede en un momento particularly sensible: justo después de la aprobación de un polémico paquete económico por parte de la administración Trump, el cual incluye recortes a programas sociales como Medicaid y cupones alimentarios, mientras se eliminan impuestos a propinas y se otorgan recortes fiscales. Este paquete, llamado por Trump el “One Big Beautiful Bill”, será usado como arma política tanto por republicanos como demócratas de cara a las elecciones legislativas de 2026.

En este contexto, la estrategia de Trump parece clara: proyectarse como un reformador que “limpia el pantano”, removiendo figuras burocráticas percibidas como alineadas al establishment financiero. La narrativa que intenta armar es que Powell ha perdido el control, despilfarrado dinero y ocultado información al Congreso.

Sin embargo, los críticos ven en esta movida un intento descarado de cooptar una de las pocas instituciones independientes que quedan en Washington para ejercer un mayor control económico y político.

Implicaciones a largo plazo

Si Trump logra establecer el precedente de despedir al presidente de la Reserva Federal alegando “mala gestión” de un proyecto, sin pruebas fehacientes de corrupción o negligencia deliberada, abriría la puerta a una profunda politización de la política monetaria.

El mundo observa con atención. Los bancos centrales de otras naciones, desde el Banco Central Europeo hasta el Banco de Japón, mantienen su autonomía como garantía de estabilidad para sus economías. Si Estados Unidos da un paso atrás en ese terreno, se arriesga a una pérdida de confianza generalizada en el dólar como moneda de reserva global.

Según un informe del Council on Foreign Relations, aproximadamente el 60% de las reservas internacionales están denominadas en dólares estadounidenses. Ese estatus está estrechamente ligado a la percepción de estabilidad, transparencia y profesionalismo de las instituciones políticas y financieras de EE. UU. Cualquier golpe a esa imagen podría tener consecuencias devastadoras para la economía mundial.

¿Realmente es un problema de mármol?

Cabe preguntarse si realmente el problema aquí es estético o presupuestario. Las causas del aumento del costo del proyecto incluyen inflación en materiales (especialmente entre 2021 y 2022), dificultades logísticas debido a las restricciones de altura en Washington (que obligaron a excavaciones subterráneas) y hallazgos de asbesto que antes no se habían detectado.

Quien haya reformado una casa en tiempos recientes sabrá que $2,5 mil millones no es cifra desorbitada cuando se trata de estructuras históricas en pleno corazón de la capital estadounidense. En comparación, la restauración del Capitolio, que estuvo en curso entre 2013 y 2017, costó más de $750 millones a pesar de tratarse de trabajos cosméticos centrales en su cúpula y fachada.

Como dijo la senadora demócrata Elizabeth Warren: “No se trata de azulejos, se trata del alma de nuestras instituciones.”

El efecto dominó

Si la Fed cede ante este tipo de presiones, podríamos ver un domino de consecuencias:

  • Un presidente podrá usar razones administrativas para reemplazar funcionarios incómodos.
  • La toma de decisiones en política monetaria podría someterse a objetivos políticos de corto plazo.
  • Los mercados podrían ajustarse exigiendo tasas más altas al considerar riesgos políticos, reduciendo la inversión.
  • El dólar se enfrentaría a nuevos cuestionamientos como principal moneda global.

En última instancia, el dilema plantea una pregunta clave: ¿Estamos frente a una legítima defensa del gasto público o ante una cortina de humo para capturar políticamente una de las instituciones clave de la democracia económica estadounidense?

El desenlace de la batalla entre Trump y la Reserva Federal no solo definirá el futuro de Powell, sino también el carácter y la solidez de la arquitectura institucional de Estados Unidos a largo plazo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press