¿El futuro de los aeropuertos sin quitarse los zapatos ni medir los líquidos?
Cambios drásticos en la TSA están en camino y podrían transformar por completo cómo viajamos por aire en Estados Unidos
De los escáneres a los zapatos puestos: el nuevo enfoque de la TSA
Si eres de los que suspira cada vez que tiene que formar una larga fila en un aeropuerto, quitarse los zapatos, sacar su portátil e intentar meter botellas de 100 ml en una bolsa minúscula, esta noticia te va a interesar. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, ha lanzado una bomba informativa que promete cambiar radicalmente la experiencia de viajar en avión en Estados Unidos: la revisión del reglamento sobre líquidos en el equipaje de mano.
Este posible cambio legislativo llega unas semanas después de otra flexibilización significativa: los viajeros ya no tienen que quitarse los zapatos al pasar por los controles de seguridad de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA, por sus siglas en inglés). Era una práctica que se mantuvo vigente desde 2006, en respuesta al fallido intento de atentado del "shoe bomber" Richard Reid en 2001.
¿Por qué surgieron las restricciones sobre líquidos?
El origen de las restricciones sobre líquidos viene del año 2006, cuando las autoridades británicas desmantelaron un complot terrorista que preveía el uso de explosivos líquidos escondidos en botellas de bebidas. El plan era activarlos en pleno vuelo, lo que llevó a imponer inmediatamente un límite de 3.4 oz (100 ml) por recipiente, todos en una bolsa plástica de cierre hermético de un litro.
Esta limitación ha sido uno de los puntos más frustrantes para los viajeros durante años. ¿Quién no ha tenido que tirar su champú favorito en la basura del aeropuerto, o pagar por una maleta extra para transportar bloqueador solar?
La evolución tecnológica que lo está cambiando todo
Noem explicó que hay una “multicapa” de sistemas de detección que permitirían modificar o incluso eliminar algunas de estas restricciones, sin comprometer la seguridad. Aunque no ofreció detalles ni fechas exactas, mencionó que están cuestionando todo el proceso actual de inspección implementado por la TSA.
El avance tecnológico ha sido clave. Centros de transporte como el aeropuerto de Londres-Heathrow ya están implementando escáneres CT (Tomografía Computarizada), similares a los usados en hospitales, que ofrecen una imagen tridimensional de las maletas. Así, ya no es necesario sacar laptops ni líquidos del equipaje.
En ese mismo tono, Noem también compartió su visión de un aeropuerto del futuro, donde se eliminen las largas filas: “Entro con mi maleta de mano, paso por un escáner, y voy directo al avión. Todo en un minuto.”
¿Qué significa esto para los viajeros?
- Más comodidad: menos estrés al empacar bolsas plásticas o preocuparse por el tipo de recipiente.
- Mayor velocidad: los puntos de control ya no serían cuellos de botella, reduciendo tiempos de espera.
- Menos residuos: toneladas de botellas terminan en la basura todos los días. Eliminar esta regla sería una victoria ambiental.
Pero, ¿es totalmente seguro?
La pregunta más recurrente entre los críticos es si estos cambios pondrán en riesgo la seguridad de los pasajeros. Especialistas aclaran que no se trata de relajar las reglas al azar, sino de sustituirlas por tecnologías mucho más sofisticadas.
“El verdadero peligro no está en el líquido en sí, sino en el desconocimiento de su composición. Con escáneres modernos, podemos determinarlo sin abrir la maleta”, explicó Paul Hudson, presidente de la organización FlyersRights.org.
A nivel mundial, países como Australia, Japón y varios aeropuertos europeos ya han realizado pruebas exitosas con este tipo de escáneres y han comenzado a eliminar la restricción de líquidos. ¿Será cuestión de tiempo que EE.UU. siga este paso?
¿Qué pasará con otros controles?
La discusión sobre los líquidos ha abierto la puerta para revisar otras prácticas. Con la eliminación de la regla de los zapatos gracias a pruebas piloto con nueva tecnología de detección de explosivos, ahora la atención se centra también en los requisitos de sacar computadoras portátiles y el tratamiento diferenciado que reciben ciertos pasajeros.
De hecho, según el informe del Departamento de Seguridad Nacional de 2023, los equipos de escaneo actuales tienen un índice de detección del 97.5%, muy superior al 85% al que se aspiraba en 2006. Esto ha dado confianza a los funcionarios para explorar nuevas estrategias de inspección que favorezcan una experiencia sin fricciones.
El factor político y la presión por modernizar
Este debate no ocurre en el vacío. La política estadounidense también está atravesando serias controversias relacionadas con las funciones asignadas a organismos federales como la TSA y FEMA.
Por ejemplo, Noem y la administración Trump han sido criticados por suspender el programa BRIC de FEMA. Este programa tenía como finalidad fortalecer infraestructuras y prevenir desastres naturales. En respuesta, 20 estados liderados por demócratas han demandado al gobierno federal por cancelar fondos clave para mitigar inundaciones, incendios y terremotos.
Estas disputas ponen a la TSA y otros organismos bajo la lupa, forzándolos a rendir cuentas y justificar cada dólar invertido. En ese contexto, iniciativas como la flexibilización de reglas arcaicas en los aeropuertos pueden servir también como una forma de modernizar la administración pública.
Opinión: la evolución de los controles habla de madurez institucional
Desde un punto de vista analítico, es significativo que el país esté replanteándose medidas de seguridad que, décadas atrás, fueron implementadas por urgencia. Hoy, con herramientas avanzadas disponibles, mantener reglas obsoletas ya no es signo de precaución, sino de negligencia burocrática.
De hecho, instituciones como la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI) han recomendado desde hace años que los países miembros se adapten a las innovaciones del sector. En sus normativas de 2022, la OACI sugiere que la seguridad debe evolucionar conforme a las capacidades técnicas, sin impedir la movilidad ni fomentar la frustración del viajero.
Las nuevas generaciones no recuerdan el mundo sin TSA, sin límites de líquidos ni el constante “quítese los zapatos por favor”. Pero esta transformación nos acerca a un ideal: un aeropuerto donde la seguridad no esté reñida con la eficiencia.
¿Qué podemos esperar del futuro inmediato?
Aunque Noem evitó dar fechas específicas, expertos en aviación estiman que para fines de 2025 podríamos ver cambios graduales en aeropuertos importantes como Atlanta, Chicago O'Hare o JFK en Nueva York. Esto coincidiría con la implementación progresiva de los nuevos escáneres CT y el rediseño de terminales bajo el plan federal de infraestructura aprobado en 2021.
Como dijo la propia Noem en su discurso: “Todo lo que hacemos en la TSA está siendo cuestionado”. Y si eso significa menos reglas innecesarias, menos estrés y más placer al viajar, bienvenidos sean los cambios.