El polvorín en Siria: ¿Es Sweida el punto de quiebre de la transición política?

Con un frágil alto al fuego entre el gobierno sirio y milicias drusas, la violencia sectaria y la injerencia extranjera amenazan con desatar una nueva fase en el prolongado conflicto sirio

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Por años, Siria se ha mantenido como uno de los escenarios más complejos y volátiles del panorama geopolítico global. Desde el inicio de su guerra civil en 2011, ha sido testigo de luchas entre múltiples facciones, intervención de potencias extranjeras y la fragmentación de su tejido social. Ahora, el sur del país, específicamente la provincia de Sweida, ha encendido nuevamente las alarmas internacionales al convertirse en el foco de una escalada de violencia sectaria.

El despertar de una región históricamente marginada

La provincia de Sweida, de mayoría drusa, ha sido reconocida a lo largo de la guerra siria como un territorio relativamente estable comparado con Alepo o Idlib. Sin embargo, en los últimos días, la región ha sido epicentro de violentos enfrentamientos entre milicias drusas y fuerzas del gobierno sirio.

Los orígenes del conflicto reciente parecen radicar en tensiones crecientes entre comunidades locales, particularmente entre tribus beduinas suníes y milicias drusas armadas. Los ataques cruzados, secuestros y asesinatos derivaron en una intervención del ejército sirio. Lo que se suponía sería una operación para restaurar el orden, degeneró rápidamente en ataques a civiles y enfrentamientos con milicias comunitarias.

Un alto al fuego frágil y lleno de incertidumbres

El jueves, se anunció un acuerdo de cese al fuego mediado por Estados Unidos, Turquía y países árabes. Como parte del pacto, las fuerzas gubernamentales comenzaron su retirada de Sweida y se entregó la gestión de la seguridad interna a líderes drusos religiosos y milicianos.

No obstante, este no es el primer intento de tregua. Un acuerdo anterior, anunciado apenas dos días antes, colapsó rápidamente tras ser rechazado por el prominente clérigo druso Sheikh Hikmat Al-Hijri. La desconfianza en el gobierno de Ahmad al-Sharaa, presidente interino de Siria, continúa siendo una piedra angular en la narrativa drusa.

¿Una guerra sectaria en gestación?

De acuerdo con el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, los enfrentamientos en Sweida y los ataques colaterales, sumados a bombardeos israelíes, han dejado al menos 374 muertos entre combatientes y civiles. Las redes sociales han amplificado la gravedad de la situación al mostrar videos de abusos, saqueos, y asesinatos a civiles drusos perpetrados por fuerzas progubernamentales.

El relato se complica aún más con la injerencia extranjera. El miércoles, Israel bombardeó el Ministerio de Defensa sirio en Damasco, en respuesta a lo que describió como su deber de proteger a la minoría drusa. Israel, donde habitan decenas de miles de drusos —principalmente en el Golán ocupado—, tiene una larga historia de vínculos con esta comunidad dispersa entre Siria, Líbano e Israel.

El gobierno sirio y su promesa de justicia

En su reciente disertación televisada, Al-Sharaa prometió llevar ante la justicia a los responsables de los abusos. “Estamos comprometidos a hacer responsables a quienes hayan agraviado a nuestros hermanos drusos”, declaró, al mismo tiempo que afirmó que los drusos son “una parte integral del tejido nacional”.

Sin embargo, sus palabras contrastan con las realidades sobre el terreno. A pesar de sus promesas de formar un gobierno inclusivo tras la caída del régimen de Bashar al-Assad, la administración de Al-Sharaa ha mostrado tendencias islamistas que preocupan no sólo a los drusos, sino también a otras minorías religiosas como los alawitas y cristianos.

Los drusos: una minoría resiliente en la historia de Siria

Los drusos son una comunidad religiosa derivada del islam ismaelita en el siglo X. Aún hoy, mantienen características doctrinales esotéricas, lo que les ha significado históricamente tensiones con otras corrientes del islam, tanto suníes como chiíes.

Según varios estudios, como los de la Universidad de Harvard y el Middle East Institute, se estima que más del 50% de los aproximadamente 1 millón de drusos en el mundo vive en Siria. El resto se reparte entre Líbano, Israel y Jordania.

Durante la guerra civil siria, los drusos en Sweida han optado mayoritariamente por una postura de autodefensa y autonomía, evitando alinearse ni con el régimen de Assad ni con la oposición islamista. Sin embargo, han sufrido ataques de grupos como el Estado Islámico y el antiguo Frente al-Nusra.

Israel: ¿protector o provocador?

La acción de Israel al atacar instalaciones del gobierno sirio en Damasco ha sido interpretada de múltiples maneras. Algunos analistas lo ven como un gesto de solidaridad con su población drusa, especialmente dado el peso político —aunque minoritario— de esta comunidad dentro de Israel. Otros lo entienden como una estrategia para desestabilizar aún más a Siria y contener la influencia iraní en la región.

Sea como fuere, la intervención ha tenido un efecto colateral inmediato: ha puesto a la región —particularmente Damasco— bajo alerta, temiendo que esto escale en una confrontación directa entre fuerzas sirias e israelíes.

Un conflicto que amenaza con expandirse

Lo que está ocurriendo en Sweida no es un hecho aislado. Siria es un delicado mosaico de comunidades étnicas y religiosas —alawitas, suníes, drusos, kurdos, cristianos, ismaelitas—, cuyas tensiones han sido manipuladas una y otra vez por gobiernos y actores externos para consolidar el poder o desestabilizar estrategias ajenas.

En este momento, el temor predominante es que la violencia sectaria se extienda más allá de Sweida y provoque una nueva ola de hostilidades intercomunitarias. Y esto, en medio de un país cuya reconstrucción económica y social está apenas en pañales tras más de una década de guerra, resulta profundamente alarmante.

¿Hay una salida para los drusos?

La comunidad drusa se encuentra en una encrucijada difícil. Si bien poseen capacidad militar para defender sus territorios —algo demostrado en numerosas ocasiones—, no cuentan con un respaldo sostenido de algún actor de peso global. Israel interviene esporádicamente, pero más por intereses propios que por una política drusa consistente.

Con un gobierno central débil y demasiado dependiente de fuerzas extranjeras, y con una oposición fraccionada y a menudo extremista, los drusos de Siria parecen condenados a resistir por sí solos, mientras la comunidad internacional no define una política coherente para resolver el conflicto sirio.

“La historia nos ha enseñado que cuando no hay aliados sólidos, sólo nos queda confiar en nuestra resiliencia”, dijo un líder druso anónimo a Reuters durante los enfrentamientos recientes.

Un símbolo de un conflicto no resuelto

En última instancia, la crisis en Sweida pone en evidencia que Siria no ha alcanzado una verdadera transición postconflicto. Las estructuras sectarias, la fragilidad institucional, la influencia extranjera y los resentimientos históricos continúan alimentando un ciclo de violencia difícil de erradicar.

Mientras tanto, comunidades como la drusa siguen pagando el precio de estrategias geopolíticas ajenas y decisiones de élites que, muchas veces, ni siquiera reconocen su existencia como actores legítimos dentro del Estado sirio. Y lo peor es que, en un mar de conflictos abiertos, sus voces tienden a ser las menos escuchadas.

El alto al fuego podrá frenar momentáneamente las balas, pero queda claro que la paz en Siria requerirá más que silencios armados. Requiere respeto, justicia y voluntad real de inclusión.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press