Fuga de información en Reino Unido: una bomba política entre espías, refugiados y secretos de Estado

Miles de afganos reubicados, identidades de espías filtradas y una maniobra secreta del gobierno británico que amenaza con socavar la democracia

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Una filtración que sacude al Reino Unido

Una cadena de errores, negligencias y decisiones secretas ha colocado al gobierno británico en el ojo del huracán. Lo que comenzó como un programa de reubicación humanitaria para miles de afganos que trabajaron con fuerzas aliadas contra el Talibán terminó exponiendo nombres de espías británicos, agentes de las fuerzas especiales e ignominiosas estrategias del Estado que el Parlamento y la sociedad desconocían por completo.

Una filtración masiva que incluye información personal de casi 19,000 afganos, algunos de ellos colaboradores directos de las tropas británicas en Afganistán, se convirtió en escándalo nacional al conocerse que también incluía nombres de miembros del MI6 y otras unidades clandestinas del Reino Unido.

¿Cómo ocurrió la filtración?

Todo se originó en febrero de 2022 cuando, por error, un funcionario de defensa británico envió un correo electrónico que contenía información altamente delicada. Ese mensaje terminó compartido fuera de los canales gubernamentales y, según medios británicos, eventualmente llegó a publicarse en Facebook, lo que encendió las alarmas de las agencias de inteligencia.

Pasaron 18 meses antes de que el gobierno asumiera públicamente la dimensión de la fuga. Para entonces, ya se había desencadenado una operación confidencial para reubicar a los solicitantes afganos cuya seguridad había sido comprometida.

El secreto tras el "super injunction"

En una decisión sin precedentes, el juez Martin Chamberlain del Alto Tribunal de Londres impuso un super injunction —una orden judicial que prohíbe incluso mencionar la existencia de dicha orden— para evitar que los medios reportaran no solo sobre la filtración, sino sobre el programa secreto de reubicación.

Ese velo de secreto comenzó a deshacerse esta semana, cuando el mismo juez levantó parcialmente la prohibición y permitió a la prensa informar sobre los ciudadanos afganos afectados. Sin embargo, otra parte de la orden seguía bloqueando la publicación de los nombres de los agentes británicos involucrados.

Pero el periódico The Sun, no había estado sujeto a la orden judicial, y rompió el silencio al revelar que al menos 100 miembros de las fuerzas especiales y del servicio secreto británico habían sido incluidos en la filtración. Esto obligó a que otros medios solicitaran formalmente una modificación de la orden judicial.

Un programa millonario y oculto

Al menos 4,500 personas —900 solicitantes afganos y aproximadamente 3,600 familiares— han sido trasladadas al Reino Unido desde la filtración. En total, se espera reubicar hasta 6,900 personas, a un costo estimado de 850 millones de libras (aproximadamente 1,100 millones de dólares).

El Programa de Reasentamiento AARAP (sigla en inglés de Afghan Relocations and Assistance Policy) fue diseñado para asistir a aquellos afganos que colaboraron con las fuerzas británicas durante la guerra. Sin embargo, su ejecución fue en buena parte secreta durante muchos meses.

El gobierno británico bajo fuego

La revelación ha generado una feroz crítica desde múltiples sectores. El ministro de Defensa John Healey se vio obligado a comparecer ante el Parlamento y pedir disculpas a nombre del gobierno, reconociendo que incluso algunos parlamentarios y funcionarios de alto nivel aparecían en la base de datos filtrada por apoyar solicitudes de ayuda para afganos.

“Se trató de una violación catastrófica de seguridad que ha puesto en riesgo no sólo a civiles afganos, sino a nuestros propios agentes y soldados”, advirtió Sean Humber, abogado que representa a varios de los solicitantes afganos afectados.

¿Realmente estaban en peligro?

Una de las piezas más controvertidas del caso es la decisión del gobierno de cerrar el programa poco después de haber evaluado que la filtración no representaba un riesgo mayor. Según una revisión independiente citada por autoridades, el Talibán supuestamente ya cuenta con métodos propios para identificar a excolaboradores del gobierno derrocado y de fuerzas occidentales.

Hamdullah Fitrat, vocero adjunto del gobierno talibán, dijo que los amnistiados no serán perseguidos y que “toda la información relevante ya se encuentra disponible en Afganistán”. Añadió: “Cualquier rumor solo sirve para provocar miedo entre los individuos y sus familias”.

No obstante, activistas y abogados como Humber argumentan que tomar la palabra del Talibán como garantía es ingenuo y peligroso, especialmente cuando hay múltiples reportes de represalias.

Contexto histórico: la presencia británica en Afganistán

Reino Unido fue uno de los principales aliados de EE.UU. en la guerra contra el Talibán iniciada tras los ataques del 11 de septiembre de 2001. En su pico, casi 10,000 soldados británicos estuvieron desplegados en Afganistán, especialmente en la conflictiva provincia de Helmand.

Las operaciones de combate británicas cesaron en 2014, y los últimos militares fueron retirados en 2021, durante la caótica evacuación en Kabul cuando el Talibán retomó el poder tras 20 años de ocupación militar internacional.

¿Es esto un fracaso de seguridad nacional o un intento de proteger víctimas?

Algunos analistas ven el manejo del caso como una doble traición. Por un lado, el Estado falló en proteger a quienes trabajaron codo a codo con sus tropas. Por otro, ocultó de forma deliberada durante meses este error monumental al Parlamento, al público y a sus propios mecanismos de supervisión.

La gravedad se incrementa al considerar que se trata de una información que contiene nombres de agentes del MI6, soldados de élite del SAS, altos oficiales del Ministerio de Defensa e incluso miembros del Parlamento que actuaron como avales para los solicitantes afganos.

¿Qué dice esto sobre la cultura de transparencia y rendición de cuentas en Reino Unido? ¿Fue la censura con el super injunction una medida para proteger vidas o, más bien, una operación encubierta para proteger al gobierno del escándalo?

La democracia a prueba

Los escándalos de seguridad nacional no son desconocidos para el Reino Unido —desde el caso de los Papeles del Ministerio de Guerra filtrados por The Guardian en los años 70 hasta el caso Snowden en el siglo XXI—, pero la combinación de información sobre espías y refugiados, datos filtrados manejados en la sombra y programas humanitarios ocultos representa una nueva dimensión de tensión institucional.

“Todo esto pone en duda la credibilidad de los compromisos humanitarios del Reino Unido, así como la legitimidad de mantener bajo secreto decisiones que impactan vidas humanas a gran escala”, opinó el académico y experto en relaciones internacionales Peter Kellner para The Independent.

En épocas donde la confianza en las instituciones se tambalea, especialmente tras la era del Brexit y las múltiples crisis de liderazgo político, este nuevo caso es un reflejo de cuán frágil puede volverse una democracia cuando se invoca el secreto de Estado como escudo.

¿Qué sigue para los involucrados?

Las peticiones para ampliar la investigación parlamentaria han aumentado. Algunos sectores proponen la renuncia de funcionarios vinculados a la filtración original. Otros demandan una auditoría independiente del manejo del programa AARAP y un fortalecimiento de los mecanismos de protección de datos dentro del Ministerio de Defensa.

Entretanto, miles de afganos que ahora viven en el Reino Unido —algunos con nombres revelados, otros aún bajo identidad protegida— viven días de incertidumbre, temor y frustración.

En palabras de una traductora afgana de 36 años que fue reubicada con su familia en Birmingham: “Nos arriesgamos por soldados británicos creyendo que ellos cuidarían de nosotros. Ahora, nuestra ubicación, nombres y documentos están en quién sabe cuántas manos. No sabemos a quién podemos confiar”.

La historia está lejos de cerrarse. Lo único claro hasta ahora es que esta filtración no solo expuso datos: expuso defectos profundos en la gobernanza británica, en las promesas hechas y, sobre todo, en el balance entre seguridad, humanidad y democracia.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press